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¿Necesita el arte un manicomio?

‘Peep show’ en una muestra en la National Gallery, arte invisible en la Hayward y Damien Hirst en la Tate: Londres enloquece

Modelo desnuda en la instalación incluida en la exposición de Tiziano, en la National Gallery.
Modelo desnuda en la instalación incluida en la exposición de Tiziano, en la National Gallery.

Se ha vuelto definitivamente loco el arte? ¿Nos hemos vuelto locos nosotros por plantear esa pregunta? En cualquier caso, algunas de las exposiciones del verano londinense hacen estallar el debate sobre la creación y sus límites... perdón, sus contextos.

Londres asiste estos días, además de a los Juegos, a una oferta artística de verdadero lujo, que incluye fotografía (The Queen, art and image en la National Portrait), la antológica del atormentado Edvard Munch o la retrospectiva de Damien Hirst (Tate). Junto a las representaciones de arte en vivo en los flamantes nuevos espacios de la Tate Modern —The Tanks—, dos polémicas exposiciones arrasan. Una está dedicada al arte invisible (Art about de Unseen 1957-2012), en la Hayward Gallery. La otra ocurre dentro de la National Gallery: Las metamorfosis de Tiziano. Ahí, una modelo desnuda forma parte de una instalación con la que el premio Turner Mark Wallinger recrea el mito de Acteón. A su manera.

Las metamorfosis (hasta el 23 de septiembre) ha resultado la sorpresa de la temporada. Está organizada en torno a tres impresionantes telas de Tiziano (Diana y Acteón, La muerte de Acteón y Diana y Calisto), propiedad del museo e inspiradas en Las metamorfosis de Ovidio. Artistas contemporáneos de varios campos participan con su reinterpretación de la obra del artista. Hay poesía que se puede escuchar en la voz de 16 autores (Seamus Heaney entre ellos); hay danza, con tres ballets creados para The Royal Ballet que se pueden ver sobre pantallas gigantes en Trafalgar square, y hay tres instalaciones que recuerdan que los humanos no deben inmiscuirse en asuntos divinos: un robot, un falo gigante y una Diana enjaulada. Esta última es la auténtica atracción de la exposición, hasta el punto de que son pocos los que se entretienen con los tizianos<CF1000> propiamente dichos</CF>.

Un robot, un falo y Diana enjaulada acompañan a las pinturas de Tiziano

La pieza consiste en una especie de jaula de madera instalada en la parte central de una sala semioscura. Cuando el visitante se acerca a la mirilla, se topa con los ojos de una mujer a dos centímetros, cuya fuerza casi expulsa al visitante. Hace sentir que el mirón es un entrometido y que se ha confundido de espectáculo. Eso no es un peep show, parece indicar con los ojos. Pero el visitante-mirón sigue recorriendo la pequeña construcción y por las rejillas ve a la mujer entregada a labores de aseo. Hay un lavabo, una bañera… Objetos entre los que ella se mueve como interpretando una danza de carga sexual.

Quienes han polemizado en contra de la pieza critican la utilización machista de la mujer y apuntan a que no había necesidad de incluirla dentro del habitáculo. Lo cierto es que son tres las modelos actrices que se relevan a diario. Wallinger contactó con ellas por Twitter y las tres se llaman Diana.

La otra gran polémica artística tiene como escenario la Hayward Gallery (Art about de Unseen 1957-2012). Aquí se multiplican las dudas sobre las fronteras del arte y se reabre el debate entre la experimentación y la tomadura de pelo. Fue el francés Yves Klein quien creó la primera arquitectura del aire. En su galería parisiense presentó una habitación cuyas paredes habían sido suplidas por corrientes de aire. El título: El vacío. Más tarde, y con más sentido del humor, Warhol presentó su primera Escultura invisible consistente en un pedestal sobre el que reposaba solo su propia huella.

Estas dos piezas están incluidas en la peculiar muestra de la Hayward. Todos los elegidos son nombres bien conocidos: Maurizio Cattelan, Song Dong, Yoko Ono... Ellos son los autores de los marcos vacíos que contienen las horas que el artista ha consumido mirando la obra, de las cartelas difuminadas, de las habitaciones ocupadas por aire acondicionado o del calendario de mujeres desnudas en el que ha desaparecido la modelo… El vídeo de Tom Friedman puede que se lleve la palma de la sensación de tomadura de pelo. Sobre una pared se proyecta la pieza Mil horas mirando un papel en blanco, un vídeo al que dedicó cinco años, entre 1992 y 1997, en el que el artista mira fijamente un folio en blanco.

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