Sol, playa y chupa de cuero
El certamen Costa de Fuego reúne en Benicàssim, antigua meca del ‘indie’ festivalero, a miles de fans del ‘heavy metal’ llegados de toda España
“Perdone, quería hacerle unas preguntas en su calidad de Ángel del Infierno”. El motero (cola de caballo y chupa de cuero sin mangas) elabora una mirada furibunda y espeta: “¿Para qué medio?”. La respuesta no le convence y enfila hacia una barra de la zona VIP. Es una torradera, más de 30 grados a la sombra, pero da igual: todos vestidos de negro. “El uniforme es el uniforme”, dice ufano Paco Laguna, guitarrista de la banda madrileña Obús. Pese al calor, las huestes del metal han desplegado una ofensiva sobre territorio de modernillos y hipsters. Solo una semana después de concluir el festival que en su día fue la meca de la música indie, el FIB, en su misma ubicación (un polígono a las afueras de Benicàssim, Castellón) ondea orgullosa la bandera negra. Estamos en la primera edición del festival Costa de Fuego, es viernes y, entre la veintena de bandas que tocarán, se cuentan los legendarios Barón Rojo, los citados Obús y, como colofón, Guns n’ Roses (o lo que queda de ellos).
Axl Rose no quiere fotógrafos en el foso del escenario: todos lejos
La estrella televisiva Pilar Rubio despliega su anatomía sobre un puff gigante. Aún no sabe si posará su mirada aguamarina sobre Axl Rose, líder de Guns n’ Roses. “Lo admiré tanto que no me atrevo a estropear el mito. Sí, tengo ganas de ver a Amorphis, que ofrecen un black metal con tintes folk que está bien, es una apuesta arriesgada que no estamos acostumbrados a ver en España”. Amante del heavy desde que tiene uso de razón —“desde mucho antes de conocer a mi pareja” (Molly, cantante de la banda Hamlet)— Rubio también está en la zona VIP. Viste camiseta negra de su marca de ropa heavy: Metalhead. Su actitud es la opuesta a la del motero malencarado y la misma que luce el ciudadano medio de la república del metal: el buen rollo.
Como Ruth (ingeniera en la treintena, venida de la cercana localidad de Onda) que también está recostada, pero en la zona de acampada. “La ropa heavy la tengo aquí en esta bolsa, mira” —despliega una camiseta de Guns n’ Roses—. “No quería sudarla, porque primero hemos tenido que montar esta mierda de tienda de campaña”, dice señalando a un guiñapo donde ella y dos amigos pretenden pasar la noche. Al minuto de conversación al reportero ya le han ofrecido una lata de cerveza de marca blanca y un bocata de jamón. “¡Pero siéntate hombre!”. Pepe, uno de sus colegas (camiseta de Iron Maiden) quiere dejar clara una cosa: “Un heavy en realidad viste como le da la puta gana. Si yo me quiero poner una camiseta de Betty Boop, pues me la pongo y a tomar por culo”.
Llegados de Albacete los veinteañeros Angelus Apátrida atruenan al personal con su sencillo You are next. Son los señores del escenario Black Bikini y la verdad es que no se ve un biquini que no sea negro. La playa es uno de los reclamos del festival. La peregrinación entre las tiendas de acampada y el mar es constante. Detenidos en mitad de un caminet entre almendros y chicharras, a mediodía, Berto (galés de 30 años) embadurna de crema los hombros de su hermana Mary (27 años). Se suben de buena gana al coche que les acercará al reino del muy metalero dios Poseidón. Ambos trabajan en una carpa del festival vendiendo gorras y complementos. También lo hicieron en el FIB. “Este público es mucho mejor. El FIB estaba lleno de ingleses”. Ante el silencio embarazoso enseguida se enmienda: “El problema no es que fueran ingleses. Lo que pasa en el Costa de Fuego es que el público es heavy y son mucho más educados” (Berto no ha conocido aún al Ángel del Infierno).
Obús y Barón Rojo han fumado de todo menos la pipa de la paz
Otros dos hermanos aguardan a medianoche al periodista en camerinos. Armando y Carlos de Castro, núcleo duro de Barón Rojo, ya han tocado y —qué coincidencia— han tenido que conceder una breve entrevista justo cuando actúa Obús. El rollo hermandad del metal es solo una verdad a medias. Como muestra, la legendaria fricción entre Los Hermanos y los chicos de Fortu. Con más de 30 años de carrera, ambas formaciones han fumado de todo menos la pipa de la paz. En 1981, cuando Obús ganó el Festival de Rock Villa de Madrid, tuvo como premio telonear a Barón Rojo. El viernes, el orden de actuación fue justo el inverso. Qué cosas.
“Cada uno tiene sus estrategias y sus trucos para competir. Es bueno para el público, que sale ganando, creo”, argumenta Armando. Desde el escenario Fortu, vocalista obusero y cincuentón, parece responder haciendo gala de lozanía viril para enardecer (?) al respetable: “¡Se me pone morcilloooona!”.
Si nuestro cuerpo es como un templo, el templo de Axl Rose (Lafayette, Indiana, 1962) ha sufrido con los años unas cuantas obras de ampliación. Entre sus feligreses, además de Pilar Rubio, las 12.000 almas que, según la organización, acudieron a la primera jornada del festival. Rose prohibió fotógrafos en el foso, los quería lejos, en la torre de sonido, como esas folclóricas que en los ochenta exigían que se colocará vaselina o una media en el objetivo de la cámara para disimular las patas de gallo. Serán las cuatro de la madrugada cuando Guns n’ Roses dejen paso al frescor nocturno y a los grillos. Es hora de extraer la moraleja. Apunten: la buena gente es heavy, aunque no lo sepa.
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