Si quieres ir a un festival de cine y música, hay uno en tu casa

Con el buen tiempo, la música se aleje de los locales de conciertos y se echa a las playas, a los parques o a los recintos feriales para dejar volar sus notas entre la brisa estival. La avalancha de festivales que se superponen y se suceden en los meses de verano incita a pasar días de banda sonora bajo el sol y noches entre embarulladas multitudes cara al escenario. Pero, quiera uno o no, a casa hay que volver en algún momento. Para esos ratos de encierro doméstico, Filmin, la plataforma de visionado de películas online, ha creado el Music Festival, que se celebra entre el 15 de junio y el 15 de julio. “Creíamos que el verano, con tanto concierto, era un buen momento para organizar este evento”, cuenta Jaume Ripoll, el director. Por los 10 euros que cuesta el abono se accede a 32 películas –entre documentales y filmes de ficción relacionados con la música y sus protagonistas - agrupadas en diferentes categorías.

Cada una de esas categorías conforma, a la manera de los festivales presenciales, un escenario diferente. Más allá de los tres cabezas de cartel -los estrenos Sweet Sweet Life (Nacho Vegas & Mike Leigh), un concierto/espectáculo audiovisual del cantautor español con imágenes del director británico; Marley, de Kevin Macdonald (que estará en los cines a partir del día 29); y Michel Petrucciani, de Michael Radford-, el escenario principal está reservado a filmes míticos como All tomorrow’s parties, de Jonathan Caouette. “Un paradigma del documental musical, con un espíritu festivo que no se queda en lo frívolo, sino que va a lo humano”, señala Ripoll. En paralelo, el escenario Impossible acoge cintas de artistas que nunca volverán a actuar en directo, como Los EE UU contra John Lennon, y la sección Beefeater In-edit hace hueco a propuestas del importante festival de documentales homónimo, como Anvil. El sueño de una banda de rock, de Sacha Gervasi. Más apartados: el de los Clásicos, el del Flamenco y el de los Players, o lo que es lo mismo, cantantes que a ratos se transmutan en actores, como Charlotte Gainsbourg, de quien se pasa el filme de Lars Von Trier Anticristo.

Acabado el festival, que no tiene jurado ni premios, todas las películas excepto los tres estrenos seguirán disponibles individualmente en Filmin. Solo que con el abono, el conjunto sale a un precio más barato. “Y es una manera de dar una oportunidad a la gente de ver cosas pasadas”, apunta el director. Antes de esta experiencia, Filmin ya había organizado otros eventos de este tipo, como el Atlántida Film Festival, enfocado en el cine inédito, cuya segunda edición tuvo lugar entre abril y mayo. “Tuvimos 19.500 espectadores, lo que significa un aumento del 600 por cien con respecto a 2011”. O sea, ¿que los cineastas ya pueden vivir de Internet? “El que les salga rentable depende del tipo de filme”, dice el director. “Si es una superproducción no se va a recuperar el dinero, pero a lo mejor si es una producción pequeña, sí”. Aunque el objetivo tampoco es convertirse en una alternativa, sino en un complemento. “No venimos a matar a los festivales tradicionales”, promete Ripoll. “Pero no podemos dejar de intentar que más gente vea películas online, porque Internet es parte del presente, y será una parte primordial del futuro”.