Rejoneo de poca monta
"No decepcionó el espectáculo de rejoneo que cerraba el muy largo ciclo que comenzara allá por el lejano diez de mayo"
No decepcionó el espectáculo de rejoneo que cerraba el muy largo ciclo que comenzara allá por el lejano diez de mayo; y la plaza se cubrió más de medio aforo, una buena señal si se tiene en cuenta que el festejo competía con el fútbol, el tenis y hasta con el rescate bancario.
SÁNCHEZ/VEGAS, FERNANDES, CAETANO
Cinco toros despuntados para rejoneo de J.M. Sánchez, y uno, el quinto, de Castillejo de Huebra, correctos de presentación y manejables; muy manso el primero.
Sergio Vegas: rejón trasero y un descabello (palmas); rejón trasero y tres descabellos (silencio).
Rui Fernándes: rejón caído (oreja); pinchazo y rejón trasero _aviso_ (ovación).
Moura Caetano: cuatro pinchazos (silencio); rejonazo (vuelta).
Plaza de las Ventas. 10 de junio. Quinta y última corrida de feria. Más de media entrada.
No decepcionó, pero, a ciencia cierta, tampoco fue una tarde brillante de toreo a caballo; y mira que los dos rejoneadores portugueses que integraban el cartel, Fernandes y Caetano, han mejorado sensiblemente respecto a sus comparecencias del año anterior, y que lo intentó de verdad el bullidor Sergio Vegas. El problema reside, quizá, en que su concepción del rejoneo -de los tres- se ha quedado anclada en el reciente pasado, mientras los líderes del escalafón han alcanzado una ventaja estratosférica.
Salvando, pues, las distancias, no fue una tarde aburrida, lo que ya es bastante, y en algunos pasajes brilló la espectacularidad, siempre por delante de la calidad, gracias a la colaboración de los manejables toros de origen murubeño.
Mucho sufrió Sergio Vegas con el que abrió plaza, uno de los toros más mansos que han salido a este ruedo; un cobarde declarado que huía de su propia sombra y que pasó de las cabalgaduras durante los veinte minutos de la lidia. Lo del caballero fue una persecución poco exitosa, y solo pudo resacirse en el cuarto, que le permitió mostrarse como un rejoneador bullidor y entregado, aunque no consiguió emocionar a los tendidos.
Una oreja cortó Fernandes en el segundo después de templar muy bien a dos bandas con su precioso Vivaldi, con el que se lució en el tercio de banderillas al quiebro. No es que sea un exquisito, pero, al matar de manera fulminante, paseó encantado un apéndice que se antojó excesivo. Quiso rematar la faena en el quinto, y a poco lo consigue si no falla con un par de banderillas a dos manos y con el rejón de muerte. Al final, dejó la buena sensación de que es un rejoneador más cuajado.
OVACIÓN: Aplauso final para un público fiel y generoso que acudió en buen número al festejo final del largo ciclo madrileño.
PITOS: Más que una protesta, una llamada de atención: la terna actuante se ha quedado anticuada. El rejoneo va por otros caminos.
Ese fue también el caso de su paisano Moura Caetano, que se le nota muy cambiado en el dominio de las suertes. Es un rejoneador discreto, pero a fe que se entrega de principio a fin y consigue mantener el interés de los tendidos. Se le pidió la oreja en el sexto y la presidencia, con buen criterio, a no accedió a la petición.
En fin, que no hubo decepción, pero tampoco dejó el festejo nada para el recuerdo. Se acabó la feria con un broche de escaso relieve, y, una vez más, el público fue protagonista. Acudió a la plaza en mayor número de lo previsto, y se divirtió, a pesar de todo; al menos, eso se puede colegir de sus constantes muestras de satisfacción y peticiones de orejas aunque no vinieran a cuento.
Babelia
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