El rocambolesco Miguel Condé
El exquisito pintor, grabador y dibujante, busca curiosidades en su cajón
Miguel Condé se define como “pintor, dibujante y grabador figurativo mexicano”, pese a que nació en la muy norteamericana Pittsburg, vive en Sitges y siempre que puede se escapa a París. Este “autodidacta a excepción de estudios de anatomía”, según reza su currículo, ha construido una exquisita obra centrada en la figura humana absolutamente personal y de una gran originalidad que es un regalo para los sentidos. Utiliza Condé todas las técnicas del oficio, al modo de los grandes maestros, a los que a su modo parece reinterpretar aunque finalmente lo único que de ellos queda es la potencia y sugestión de las imágenes.
Su mundo se pasea por la ironía, atraviesa el absurdo y se asienta en un muy personal surrealismo situado en un mundo ucrónico, en el que parece que las realidades se hayan suspendido o que se solapen con indiferencia. “Se solaza especialmente recuperando para la modernidad temáticas propias de Cervantes o de Quevedo, escenas y personajes que evocan la estética de la tardo edad media aunque se sitúen al margen del tiempo y de la historia”, escribía la crítica María Lluisa Borrás, para quien “en sus composiciones, cada vez más complejas, más detallistas, se funde paulatinamente lo absurdo con lo enigmático, la ironía negra de Goya, las fantasmagorías de El Bosco, la repulsión y la fluidez de Brueghel, el virtuoso dibujo de Durero”.
A Condé, además, le fascina la materia —el papel y el buril— y busca los soportes más sorprendentes como viejos pergaminos o libros deshilachados, y los envuelve en objetos trouves como marcos antiguos y otras rarezas.
A lo largo de su carrera Condé ha hecho cientos de exposiciones; en ferias de arte, en centros culturales, en galerías grandes y pequeñas; a veces sólo telas sobre un tema, otras, dibujos o grabados. La diferencia con la muestra que ahora inaugura en Barcelona es que toda la desbordante riqueza de sus trabajos y la variedad de sus registros puede ser degustada de una sola vez en la Galería Alejandro Sales, porque es una exposición que surge del abrazo entre el marchante y el artista y muestra el intercambio de miradas que se produce. Sales ha entrado en el estudio de Condé --auténtico cabinet de curiosités— y se ha servido un buffet libre tras fisgonear por todos los rincones, y revolver cajones y armarios "como quien va de compras a una tienda de ultramarinos", en palabras del artista. El resultado, “una antología de la excentricidad formada por fragmentos literarios y ensayos, una sabrosa olla podrida”, le ha sorprendido incluso a él mismo, reconoce Condé.
Miguel Condé. Rocambolesque. Galería Alejandro Sales. Blackspace. Desde el jueves 7 de junio.
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