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65º FESTIVAL DE CANNES

Nick Cave, un músico metido a guionista de éxito

El cantante firma la trama de ‘Lawless’, de John Hillcoat

Gregorio Belinchón
El músico Nick Cave en la presentación de la película 'Lawless'.
El músico Nick Cave en la presentación de la película 'Lawless'. ANNE-CHRISTINE POUJOULAT (AFP)

Los años, benditos años, están convirtiendo al roquero Nick Cave (Warracknabeal, Australia, 1957) en un antológico vino reserva. No es que haya perdido fuelle en la música, en la que continúa para solaz de sus seguidores, es que está ampliando sus artes. Ha picoteado en la actuación (más bien por placer) y, sobre todo, en los últimos tiempos, ha encontrado el placer de la escritura cinematográfica, lo que le llevó ayer a participar en la rueda de prensa del thriller Lawless, la historia de tres hermanos contrabandistas y su enfrentamiento contra un agente del orden en plena ley seca en Estados Unidos. John Hillcoat, su director, es el culpable del cambio de rumbo de Cave: las tres películas que ha escrito el australiano han sido para Hillcoat (Ghost… of the civil dead, La proposición y Lawless). Más aún, en la primera, de 1988, hasta actuaba Cave.

Amigos desde hace años, Hillcoat y Cave han encontrado un territorio común muy muy similar al que crea el músico en sus canciones. Como ayer contaba el artista, “es cierto que la novela original une el sentimentalismo con una violencia muy cruda, es decir, brutalidad y pasado, y eso la hacía muy atractiva; más aún, ha sido un sueño escribir ese guion”.

A Cave no le ha hecho gracia que le mencionaran en Cannes lo del poso de la edad: “¿Que si me siento cómodo envejeciendo? ¡No soy viejo! Bueno, se me va la memoria, tengo que aumentar el tamaño de las letras en la pantalla el ordenador… No le recomiendo a nadie lo de envejecer”. Se divirtió más contando el método creativo de un músico metido a adaptador de novelas, en este caso de The wettest county in the world: “No puedo escribir sin tener en la cabeza la música. Por eso me hago responsable de la banda sonora y del libreto. Puede que sea cierto que los diálogos de Lawless sean musicales, pero lo siento, no son míos, los he pillado tal cual del libro”, rechazando una alabanza. “En La proposición descubrí la importancia de este binomio —música y palabras— cuando escribía, ahora he repetido el proceso”. También escoge los temas musicales de la película —“ que hemos buscado que suenen auténticamente americanos, de aquellos años veinte”—, y suya es la afortunadísima selección de dos versiones de White light / White heat, de The Velvet Underground (grupo que obviamente debe estar en parte del ADN de Cave) que lleva aún más lejos la faceta fantástica y mitológica del thriller. “Hay una prohibición que se mantiene en EE UU desde después de la Segunda Guerra Mundial, y es la de las drogas. Su persecución falla épicamente, y por eso Lawless es muy actual. Toda esta reflexión me llevó a usar esa canción y no otra”. Con el tono en que lo dijo, nadie se atrevió a chistar algo en contra de las drogas.

En cuanto a la violencia, Cave confiesa un curioso requiebro moral: no le interesa en general (“me parece tediosa”), excepto cuando la retrata Hillcoat. “La trata de una forma muy particular. Establece una relación con la violencia brutal y rápida, y eso para mí es apasionante y refrescante”. Cave, sempiterna melena morena, esta vez afeitado, con su aspecto de tipo listo y tahúr peligroso, se levanta. Mira a la prensa y se despide con media sonrisa burlona.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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