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El baile de los elementos cotidianos

El cuerpo de baile de 'Rizoma' lo forman 70 voluntarios de entre 16 y 99 años El coreógrafo Sharon Fridman propone un utópico laboratorio de masas

Un proyecto y un nombre que se retiene con bastante facilidad: Rizoma. Y un dossier que se encabeza con unos versos descriptivos que resultan una carta de presentación: "El desastre previsto sucedió y nos arrojó al suelo. / Perdimos la consciencia. / Muy lentamente empezamos a movernos./ Como recién nacidos./ Con mucho cuidado de no dañar la naturaleza, de no dañarnos./ Conectamos unos con otros y juntos buscamos líneas naturales de desarrollo... hasta encontrar un territorio desde el que partir por primera vez".

Sharon Fridman (Hadera, Israel, 1980) conoció el folclore israelí, la danza contemporánea y el ballet clásico para dibujarse una personalidad de creador coreográfico, además de continuar bailando. Se afincó en Madrid hace unos años y es el actual director de la agrupación Projects in Movement. Su trayectoria profesional comenzó en 1999 cuando ingresó en la Ido Tadmor Dance Company, con sede en Tel Aviv, de donde pasó, como intérprete, a la Kibbutz Contemporary Dance Company y a la agrupación Vértigo. Siempre se mantuvo vinculado al Suzanne Dellal Center de la capital de Israel, quizá el sitio más activo de la danza moderna en aquel país. Fridman comenzó a coreografiar en 2000.  Poco a poco se integró en "laboratorios europeos" como el Dance Week de Zagreb (Croacia) y  el festival Opera Estate de Bassano de Grappa (Italia). Entre sus últimos trabajos destaca la pieza para seis bailarines Shalosh.

¿Qué es un rizoma? Se trata del tallo subterráneo, que cuando se rompe o interrumpe su desarrollo puede recomenzar, puede reconstituirse desde cualquiera de sus líneas, y Fridman asegura, que esta pieza puede nacer y conectarse en cualquier espacio, llenando los vacíos, creciendo, como la hierba, entre y en medio de las cosas. Su planteamiento se resume así: “Rizoma explora el fenómeno del nacimiento desde una perspectiva global, volviendo la atención a los procesos esenciales de la naturaleza, escuchando, sin ánimo de control ni dominio. Utilizando herramientas naturales -el cuerpo, la luz, el viento, la luz solar- y moviéndose en distintos planos -biológico, botánico, ecológico- las formas físicas que emergen en la composición recuerdan a la Naturaleza, buscando un lugar donde existir sin jerarquías, desde el respeto y la comprensión”.

El proyecto Rizoma surgió al cabo de diez días de creación con un grupo de diez bailarines. Tras su presentación en la Ventana de la Danza 2011 de la Comunidad de Madrid, Fridman recibió una invitación del festival parisino Quartier d´été y del Théâtre National de Chaillot para coproducir la pieza con setenta bailarines en la capital francesa. La primera fase sucede en Madrid y culmina con un preestreno en el Matadero de Madrid el día 11 de iguales características a la representación que tendrá lugar en París. El cuerpo de baile lo formarán 70 voluntarios de edades comprendidas, teóricamente y según convocatoria, entre los 16 y los 99 años, que en algún momento de su vida hayan tenido o sigan teniendo contacto con la danza.

Pregunta. ¿Cómo se aplica la biología a la danza moderna?

Respuesta. Se trata de la búsqueda de una estructura en lo natural, desde los intérpretes hasta la música o la luz, que se hará siempre en directo y sin amplificar. No queremos cables y no los habrá.

P.  ¿Y la experiencia de las audiciones?

R. Ha sido muy interesante pero diferente en cada sitio. Mientras en Madrid se presentaron más personas ligadas a la danza o a las artes del movimiento, en París ha sido más diverso, más teatral y cosmopolita. Algunos no son bailarines, sino actores.

P. ¿Y qué se persigue reuniendo gente tan variopinta?

R. Encontrar una calidad dentro del movimiento natural. Por ejemplo, con la caída al suelo, cómo caer con el cuerpo. Es un trabajo largo e individualizado.

P. ¿Cómo se ha repartido el trabajo en la práctica?

R. Dedicamos media sesión a la calidad del movimiento y la otra media al trabajo coreográfico.

P. Recientemente estuvo en Madrid el belga Alain Platel con un espectáculo de planteamientos  similares al suyo y él también habla del rescate del movimiento natural. ¿Retiene su influencia?

R. Prefiero pensar que parto de una idea propia, de un concepto propio, de mi investigación. Sé que pueden parecerse, pero esta es mi propia idea. Parto de una propuesta sobre una sociedad mejor.

P. Ciertamente utópica…

R. Es un deseo, respetar lo que hay, armar antes de romper y construir encima. Yo propongo una búsqueda. Parar un momento y dudar sobre lo que construimos.

P. ¿Y el punto de partida de todo esto?

R. Nace de un movimiento social.

P. ¿Cómo el 15-M o Occupy Wall Street?

R. Se ve una fuerza, la búsqueda de una masa.

P. ¿Le habrían dejado hacer esta obra en su Tel-Aviv natal?

R. Sí, yo creo nadie puede detenerme. Siendo sincero, lo haría con israelitas y con palestinos, con todos. Pero la ocasión ha surgido aquí y el patrocinio en Francia.

P. Hablemos de la música, de esa formación para 10 violonchelos. Hace unos días he visto un anuncio en Facebook solicitando más intérpretes de violonchelo.

R. El compositor Luís Miguel Cobo, con el que ya había trabajado anteriormente en Al menos dos caras, está en el estudio cada día, probando propuestas pues se escucha la voz de los participantes en todo.

P. ¿Estos mismos criterios se aplican a la indumentaria, al vestuario teatral?

R. Hay un color, una gama, una textura. En esto también estamos en pruebas, como en lo del suelo, la arena… se trata de adaptar su peso y con los artistas buscar un balance, un centro corporal.

P. ¿Cuándo durará la coreografía una vez fijada y terminada?

R. Durará entre 20 y 30 minutos. En París será en el Trocadero y aquí en el Matadero. La idea es usar el atardecer o el amanecer y todo está muy reglado en cuanto a la materia coreográfica. Siempre trabajo así. Hay una libertad, pido a los intérpretes: “sé tú”.

P. No habrá entonces improvisación…

R. Dentro de una frase pueden tener la libertad que les lleve a algún sitio.

P. ¿Es un espectáculo político?

R. La política me mueve a mí también, es lo que me empuja muchas veces. Político en cuanto que lo que hacemos es proponer un mundo mejor. No digo que si izquierda o derecha. Del intimismo llego a esto.

P. Una intimidad social…

R. Dentro de este trabajo hay grados de intimidad, a veces en parejas, es intenso y trata de guardar el interés del individuo dentro de la masa.

P. ¿Alguna inspiración literaria?

R. Ninguna específica. Está la imagen del dibujo de Leonardo Las proporciones del cuerpo humano según Vitrubio, que usamos como símbolo del hombre como centro, frente y dentro de la naturaleza.

En este proceso de creación, Fridman ha generado más argumentos literarios y, por eso, se pregunta:  “¿Será verdad que podemos no hacer daño? ¿Será verdad que podemos dar un paso, mover un brazo, avanzar, retroceder, encontrarnos, sin recurrir a más energía que la que emana de nuestros cuerpos, de nuestras voluntades? Sin electricidad, sin motores, sin luz artificial. Sin maquinaria, ni aparato escénico”.

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