_
_
_
_
VOTOS PARA UNA REFUNDACIÓN

El relevo en la SGAE busca acabar con la mala fama de la sociedad

Los socios votan una nueva junta directiva menos de un año después de los últimos comicios La institución se vio salpicada de escándalos de corrupción. Se presentan 170 candidatos Fernández Sastrón, Reixa, García-Pelayo y Sisa lideran las candidaturas con más posibilidades

Daniel Verdú
Sastrón (izq.) junto al cantante Alberto Comesaña.
Sastrón (izq.) junto al cantante Alberto Comesaña.SAMUEL SÁNCHEZ

Después de dar cien mil vueltas sobre sí misma durante 10 meses, la SGAE ha vuelto esta noche al escenario donde se desató la tormenta. El pasado 30 de junio la entidad de gestión celebró sus últimas elecciones mancilladas por las denuncias de manipulación. 24 horas después, la Guardia Civil entró en su sede del Palacio de Longoria y destapó el mayor escándalo que ha vivido desde su fundación. Varios directivos, incluido su omnipresente presidente, Eduardo Teddy Bautista, fueron detenidos e imputados por el juez acusados de colaborar, participar o consentir una trama de desvío de fondos de la institución a un entramado de empresas de uno de los más cercanos colaboradores de Bautista. Las elecciones quedaron en papel mojado y durante todo este tiempo una junta de transición y los trabajadores de la casa han tratado de sentar las bases para una refundación. Por primera vez en estos meses y en unos comicios históricos, podría decirse que los siempre alborotados autores parecían unidos.

Más información
I. GARCÍA PELAYO: "Es aberrante que el representante de los autores cobre"
J. M. FERNÁNDEZ SASTRÓN: "La SGAE está al borde de la quiebra"
JAUME SISA. "Internet está sobrevalorado"
ANTÓN REIXA: “Tenemos que erradicar la cultura de la opulencia”

Parece que casi nadie quiere ya más líos. Ni los que miran al futuro ni el grupo de nostálgicos que reivindica los logros de la anterior etapa. La SGAE asume ahora el difícil reto de enterrar el pasado y afrontar sus propias batallas, las que le interesan. Porque además de gestionar derechos, deberá volver a colocar en la agenda política sus asuntos, como reclamaban muchos de sus socios. Eso es, entre otras cosas, negociar una compensación por la polémica copia privada, participar activamente en la reforma de la ley de la propiedad intelectual o definir su papel en la aplicación de la Ley Sinde-Wert. Y restituir su dañada imagen pública a través de una gestión más transparente y una relación de más confianza con sus clientes (aquellos a los que se cobra por hacer uso de la obra de sus autores).

El recuento del voto por correo alargó el escrutinio y los resultados no se conocerán hasta la madrugada. De los 173 candidatos que se presentaron, saldrán elegidos 39 miembros que configurarán la nueva Junta Directiva. Cuatro candidaturas acudieron a las urnas con un equipo suficiente para formar una junta del mismo color. AUNIR, liderados por Antón Reixa; DOM, equipo comandado por José Miguel Fernández-Sastrón; Centrados, cuyo portavoz es Iván García-Pelayo; y Autores Más que Nunca, liderado por el cantautor Jaume Sisa. El resto son candidatos aislados con afinidades de todo pelaje. Pero las votaciones se hicieron mediante listas abiertas. Es decir, los miembros de cada lista unitaria también se eligieron de forma independiente y el resultado final arrojará un equipo humano hecho de retales: miembros de diferentes familias condenados a entenderse para que uno de ellos salga elegido nuevo presidente.

Pese al revuelo mediático en el que ha vivido la SGAE en los últimos meses, la participación en estos comicios ha bajado un 3,5%. El censo de votantes, debido a la reforma estatutaria, se ha ampliado de 8.220 a 21.129. Esta vez han votado 3.691 socios, mientras que en los anteriores comicios fueron 1.723. Pero al mismo tiempo, al ampliar el censo electoral para democratizar la insititución, muchos de los nuevos electores lo hacen con un poder de decisión muy pequeño (los votos se reparten en función de lo que recauda cada autor). Fuentes de la SGAE atribuyen a la dificultad de movilizar a esos electores con menos fuerza la bajada de la participación.

La jornada electoral parecía a ratos un encuentro de viejos amigos hartos de pelear. En público no hubo ni rastro de las viejas rencillas ni de las enquistadas posturas que separan a los Capuletos y Montescos de esta institución desde hace años. Bautista, la mano de hierro que mantuvo el orden durante años, no se acercó a votar. Lo decían todos, y parecía verdad, “toca mirar hacia delante”. La primera decisión que deberá tomar la nueva junta, en su reunión del 8 de mayo, será elegir a un nuevo presidente. Todos le pedían lo mismo al futuro líder: transparencia y eficiencia para gestionar sus derechos. Nada de proyectos inmobiliarios ni figuras presidencialistas. Pero aún así, muchos seguían preocupados por lo que queda por saber. “Estoy contento por la posibilidad de cambio que se nos abre pero preocupado por la confusa gestión de la Sociedad, que creo que es aún mayor de lo que se ha transmitido. Todos estamos implicados, todos tenemos que dar un paso al frente”, sostenía Santiago Auserón tras depositar su voto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_