Corrida muy interesante Alcurrucén, de gran presencia y variada de juego

Formidable presencia en la corrida de Alcurrucén. Seis estampas, seis, de hermosa pintura. Muy ofensivos, musculosos, bien comidos. E igualada, algo raro en estos tiempos. A tal pantalla correspondió un juego dispar, pero siempre dentro de lo que a un toro de lidia se le debe exigir. De los seis, el cuarto tuvo calidad y nobleza: gran toro en la muleta. El segundo le siguió en méritos, pronto, alegre, noble, con mucho aire y pidiendo guerra siempre. El primero, que se paró de repente, tuvo su partido antes de ese gesto. El quinto se dejó sin más. Acabó como agotado y con medio pase. El lote más complicado fue a parar a las manos de Alberto Aguilar, tercero y sexto. Aquél, sin entrega, no humilló y buscó por el lado derecho. El sexto también tuvo mucho que torear. No pasó, frenó con la cara arriba y derrotó a la mínima ocasión. En el caballo, la corrida no pasó de discreta. Paradoja: el gran cuarto fue el de nota más mansa. Corrida con interés de principio a fin. Con toros de pedir papeles en regla. Para mentes frescas y corazón decidido. Tanto para los toros buenos, como para los otros. Lote, en fin, exigente.

La oreja que cortó Curro Díaz al cuarto tuvo peso. De una faena solo compuesta y fácil por el lado derecho, sobresalieron dos series al natural que tuvieron empaque y estética. Sin ser una labor de profundidad, tuvo el ritmo y duración necesarios. Ni un pase más; ni un pase menos. Tampoco merodeó con pausas. Directo al grano. El toro se embebió en la muleta y le ofreció a Díaz en bandeja toda su entrega. El remate a todo eso fue una estocada precisa de buena colocación. El llamativo primero, colorado, girón y lucero, aunque mal picado recibió lo suyo. Tal castigo le pasó factura, y aunque se creció en banderillas lo pagó a la cuarta serie con la muleta. Antes de tan inesperado parón, Curro Díaz lo toreó algo mecánico y ligerito. Sin gran compromiso.

Otra oreja para Matías Tejela en el segundo de la tarde. Toro de luminosa y alegre embestida. Muchos pitones lucía, con un pavoroso y engatillado derecho. Esperó en banderillas, pero se ofreció sin condiciones en la muleta. Toro y torero se pusieron de acuerdo. No hubo rivalidad entre ellos. Cada uno a lo suyo. El toro a embestir; el torero a torear al aire que le marcaba el buen alcurrucén. Tomo ventajas Tejela por momentos, como descargar mucho la suerte sobre la derecha. Una tanda por la izquierda, fácil. Siempre y en todo momento, un torero resolutivo. Sin complicarse la vida, pero muy solvente. Al quinto también le dieron en varas y quedó sosote. Como agotadillo. Con poca entrega y a media embestida, aunque no tuvo dificultades como para tomar precauciones. Un animoso Tejela trató de que el ambiente no se enfriara. Lo consiguió de alguna manera, en faena bullidora y muy viva.

El lote de la batalla se lo llevó Alberto Aguilar. Dos toros que pidieron papeles en regla. Al tercero lo lidiaron sin fortuna en el primer tercio. Muchos capotazos, sin ton ni son. No humilló y se puso a buscar el bulto cada vez que Aguilar lo intentó pasar por el lado derecho. No encontró presa el toro y Aguilar le respondió valeroso. La porfía fue continua, sin poder resolver. La cosa acabó en tablas. El sexto, también muy serio y de largos y finos pitones, creó más dificultades. Salió suelto del caballo, echó la cara arriba en banderillas y repitió gesto, además de frenazo con las patas por delante, en la muleta. Aguilar regresó a la pelea. Tragó por aquí y por allá. Le buscó y rebuscó las cosquillas al toro, pero no era fácil la empresa. No volvió la cara y afrontó el compromiso con sinceridad. No había otra.