Abstracción para mantener la línea

A priori nada parece menos pulcro que un gimnasio. Tal vez por eso pertenezca a ese reducto del imaginario colectivo lleno de imágenes de negocios clandestinos donde el orden imperante responde a actividades poco recomendables. Elena Alonso (Madrid, 1981) pone a prueba el ojo del espectador a la espera de que sea capaz de descubrir estos niveles de interpretación en La tapadera, la exposición de dibujos y objetos que desde el pasado 8 de marzo y hasta el 8 de abril se muestra en el Espacio Valverde de Madrid.

“Mi trabajo siempre se basa en capas de significado, en este caso he referenciado aparatos de gimnasio con una intención social: el ejercicio como una manera de desarrollar la mente y el cuerpo”, dice la artista, última en ocupar el Centro de Arte Joven de la Comunidad de Madrid, tras pasar por las dos ediciones de la feria de arte contemporáneo Just Mad, hermana pequeña de Arco. Alonso siembra la sospecha a partir de 21 dibujos en apariencia descriptivos y analíticos con “cierto sabor a esos catálogos con las categorías y genealogías de las cosas”, escribe la crítica de arte Estrella de Diego, colaboradora habitual de EL PAÍS.

En la sala principal se dispone el color en piezas de gran envergadura que se anclan en una realidad extraña, menos referencial que las pequeñas piezas de grafito que ocupan el espacio secundario. Estos cuadros, divididos en plano y alzado, denuncian la constante apelación arquitectónica de Alonso hasta que su trazo metódico, poco gestual y escasamente emocional, se dispara en acrobacia para desvelar un trabajo subyacente de movimiento e imaginación.

“Sus dibujos se trastocan a cada paso, se redoblan y se doblan; se parten, se acumulan, conviven en una curiosa multiplicidad, a veces incluso la de varios planos espaciales que, en el papel, se entrometen unos en otros sin tregua”, apunta De Diego. La paradoja de esta artista capaz de vincular el esquema y la abstracción se resuelve en su capacidad para hacer de la artesanía algo lúdico y riguroso.

Elena Alonso ha conseguido afinar su legado tras un trabajo de construcción y mirada optimista que surgió del aburrimiento que le produjo su primera etapa plástica. Salió de la Universidad Complutense de Madrid, tras estudiar un año en la Academia de Bellas Artes de Helsinki, imbuida de un feminismo que traducía con una expresividad etérea que poco tiene que ver con su trabajo actual. “Siempre pongo el mismo ejemplo, cómo usaba el pastel negro, un material y color recurrente en mi dibujo, y cómo he conseguido reincorporarlo sin esa impronta introspectiva que siempre busca dejar una huella”, explica.

Los dibujos se mezclan con tres objetos igual de gimnásticos e imposibles. “Propongo imágenes que se puedan desgranar, nunca me ha gustado el consumo pasivo como pasa tanto en la vida real”, apuntala Alonso. Estas piezas surgen del papel. “Son experimentos menos interesantes –confiesa la artista- por el escaso margen de imprecisión de las tres dimensiones”. Instaladas las alarmas, solo queda liberarse en este pequeño recorrido por un universo en el que por suerte no todo tiene explicación. O sí, la de cada uno. "¡Qué locura querer nombrar el mundo al completo!", predice Estrella de Diego.

El retrato de la artista es del fotógrafo Jonay PMatos (www.jonaypmatos.com)