Exorcismo para suicidas
Santi Senso lleva su obra 'Intento, un acto de amor', una reflexión sobre la muerte, a teatros de Cáceres, Bilbao y Lisboa
Una melodía infantil, de cajita de música, que sale por la puerta abierta de la sala Triángulo, tira del público hacia adentro. En escena, Santi Senso, en ropa interior blanca, salta a la rayuela sobre una cruz pintada con tiza, invita a varios espectadores a relevarle, hace que otros dos muevan una comba que él salta vertiginosamente y busca quién le sustituya en tan atlético trance. Con estos juegos, el autor e intérprete de Intento, un acto de amor, espectáculo sobre el suicidio, nos traslada a una infancia no tan lejana, dinamita la cuarta pared y se pone frente a nosotros de tú a tú. Acostumbrado a actuar en casas y en habitaciones de hotel, anda buscando siempre las distancias cortas. Le fascina el teatro de alcoba y mesa camilla, que pocos (o nadie) hacen como él.
Cuando ya tiene al público arremangado metafóricamente y dispuesto a meterse en un pilón a por renacuajos si se lo propusieran, Senso coge su botiquín de la Señorita Pepis, se coloca un micro inalámbrico, comienza a sacar gasas y prospectos de sedantes y antidepresivos, y nos lee de manera un tanto átona (sin valorar apenas lo que dice con entonaciones o pausas) un texto donde repasa algunos tópicos sobre el suicidio. Afortunadamente, pronto se quita el inalámbrico distanciador, canta sin él con calidez la nana popular Duerme negrito paseándose entre los espectadores, se mete detrás de la pantalla que cierra el escenario, y allí proyecta en vivo su propia imagen mientras se escucha la hermosa voz de una chica invisible, que relata en primera persona con acento anglosajón como una noche se cortó las venas y en un repentino viraje de su voluntad intentó llamar a urgencias, mientras lo ponía todo perdido de sí misma y perdía la conciencia. La salvaron de milagro.
'Intento, un acto de amor'
Autor e intérprete: Santi Senso. COC (Centro de Ocio Contemporáneo), Cáceres 3 de marzo. Pabellón 6, Bilbao. 10 de marzo. Casa Conveniente, Lisboa. 27 de marzo.
El testimonio magnético, dulce y estremecedor de esta joven, que contradice la feminidad de su voz refiriéndose a sí misma en masculino singular, nos tiene en vilo. ¿Está grabado o sale de detrás de la pantalla? ¿Qué la llevó a ese extremo? ¿Es chico o chica? “Cuando me ven salir del servicio de hombres, los chicos me miran con curiosidad y compasión”, nos cuenta su voz en off, dejándonos sumidos en un mar de confusiones. Luego, nos habla de sus tatuajes, de su novia, de una maleta que ha traído, con la que Santi Senso reaparece en escena. El actor la abre, saca el desodorante, la ropa interior y exterior de la moza (y otros efectos personales), se desnuda por completo, y se los pone, iniciando así un ritual sanatorio jodorowskyano en el curso del cual él asume la personalidad de la chica-chico, absorbe lo que de energías suicidas pueda quedar en sus ropas y se inmola simbólicamente, en un video donde una joven (la actriz Matilde Juárez) cubre su cadáver con un lienzo, sobre el que extiende materiales orgánicos.
Fin de la filmación, sale Santi Senso desnudo con el sudario, que acentúa su imagen crística, y nos invita a escribir sobre él el nombre de algo propio que necesitemos limpiar, o matar. Y al cierre, sorpresa, sale también la ex suicida potencial, sonriente y feliz. Digo “sorpresa” porque la imagen grabada de Matilde Juárez induce a pensar que el episodio de la coprotagonista también está grabado, pero no.
Cómo cada día y en cada lugar cambia el invitado que da testimonio de sus intento o intentos de suicidio, y del porqué, distinto será el discurrir de este espectáculo (estrenado en el festival La Alternativa) de concepto impecable, pero cuya realización debe de ganar todavía quilates. Tiempo al tiempo.
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