El éxito del violinista orquesta
Andrew Bird, artista clave del nuevo 'folk' y virtuoso multiinstrumentista. Edita su séptimo disco, ‘Break it yourself’, convertido en atípico superventas
En el suelo de la habitación de hotel de Andrew Bird en Londres hay una funda abierta que contiene un violín. “Es el mío, el único que he tenido desde que cumplí 16”, cuenta el músico estadounidense, un castaño pajizo de 38 años, alto y tan delgado que parece que una ráfaga de viento podría partirle en dos. “Me lo hizo un artesano polaco en un taller en Chicago. Solo fabrica un puñado de ellos, así que tuve que demostrarle que lo merecía”, explica a regañadientes. Bird, uno de los más completos soldados de la armada del nuevo folk, carecía de formación de conservatorio, pero tenía un arma secreta; es todo un prodigio. “Comencé a tocar el violín con cuatro años. Desde el principio era capaz de reproducir cualquier cosa solo con escucharla: J. S. Bach, Mozart… A los 15 me cansé de copiar y empecé a interesarme por el folk y el jazz”.
No es un interlocutor fácil. Hay que arrancarle las palabras. Da la impresión de que le cuesta hablar. Será casualidad, pero es la segunda ocasión que este redactor le entrevista en persona y en ambas Bird adujo problemas físicos para justificar su parquedad. La primera, hace dos años, en Madrid, unas horas antes de su concierto, contaba que tenía lesionada una muñeca. Se había hecho daño dando un paseo en la bicicleta que siempre lleva consigo en el autobús de la gira (tiene miedo a volar e intenta evitar los aviones). Para soportar el dolor en aquel larguísimo tour por Europa, por la noche, después de cada concierto, (más de 100 minutos en los que, solo sobre el escenario, desplegaba su sorprendente capacidad de hombre orquesta), metía el brazo durante una hora en una cubitera llena de hielo para bajar la hinchazón.
Hoy es un dolor en la espalda y un catarro, resultado del vuelo que le ha traído de Estados Unidos, para la promoción del que será su séptimo disco en solitario, Break it yourself, que se edita el próximo martes. Así que se sienta erguido, con un grueso jersey y una larga bufanda de lana alrededor del cuello, carraspeando, como si las preguntas le hicieran empeorar.
Esa actitud ayuda a entender lo que lleva haciendo desde que empezó a grabar en solitario en 2003. Antes, su violín había sido parte de una multitudinaria banda de neoswing y blues bailable y liderado su propio grupo, Andrew Bird’s Bowl of Fire, ocupaciones que no le libraban de ganarse la vida como profesor de violín. Algo que odiaba: “Tienes en la cabeza cómo tiene que sonar cada melodía, pero es muy difícil transmitírselo a otro. Por eso tampoco me gusta ensayar”.
A partir de una noche en la que tuvo que tocar solo, obligado por la incomparecencia del resto de los músicos, es cuando empieza a desarrollar su estilo. Las canciones de Bird van de menos a más. Una línea de violín que graba en vivo, y la reproduce como un loop. Después otra, y otra, hasta crear una maraña sobre la que canta con su elegante voz mientras pulsa el violín con los dedos usando una técnica muy particular. Para terminar de sorprender ha hecho de silbar un arte.
Este nuevo álbum reúne y mejora todo su trabajo anterior. Preciosas canciones que además, por primera vez, tienen letras comprensibles y personales. Acaso por eso, ocasionalmente se permite arranques de orgullo. Por ejemplo hablando de cuánto han cambiado las cosas para él. Porque junto a Black Keys o M. Ward pertenece a ese grupo de artistas que, saliendo del underground, ha llegado a la liga comercial. Su anterior disco oficial, Noble beast, entró en 2009 en el número 12 de los discos más vendidos de Estados Unidos. En el recién anunciado cartel de la próxima edición de Coachella, el gran festival de pop estadounidense, su nombre aparece al mismo tamaño que el de Noel Gallagher. ¿Tiene la sensación de que todo esto no es lógico? Sonríe antes de contestar: “¿Sabes cuando te pasa algo que no esperas, pero piensas: ‘Me lo merezco’?, pues así me siento”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.