Repaso a la revolución de Lédebev
Vladimir Lébedev, patriarca de la ilustración infantil soviética, desembarca en Palma de Mallorca
Al artista vanguardista y creador de algunos de los símbolos estéticos de la época revolucionaria rusa, Vladimir Lébedev (1891-1967), el director de exposiciones de la Fundación Juan March, Manuel Fontán, lo ensalzó por ser un creador poliédrico con “un papel deslumbrante”. Fontán añadió también que este ilustrador para niños y sátiro de la burguesía fue “el patriarca de la literatura infantil rusa” y que “estaba comprometido en la educación política del ciudadano soviético en la utopía (…) en la cultura totalitaria”.
Uno de los alumnos de Lébedev, Valentín Kúrdov, recuerda que su maestro equiparaba "el trabajo del artista con el trabajo de un obrero desmitificando ese concepto de ‘sumo sacerdocio artístico”. En el Museu de Palma de la fundación March se ha inaugurado la primera exhibición monográfica que se celebra en España de la obra del dibujante, escenógrafo teatral, grafista y pintor. En 1933, durante la República española, las creaciones de Lébedev se vieron en Madrid en una exhibición de cartelería y fotografia soviética.
Las 114 piezas expuestas en Mallorca -dibujos, notas, viñetas, carteles y publicaciones- proceden a las colecciones de Merrill C. Berman, de Estados Unidos, y la Biblioteca de l'Heure Joyeuse de París. La exposición, obras de pequeño formato y sobre papel, ha sido dispuesta en tres ámbitos temáticos distintos, por factura y contenido. Se mantendrá abierta hasta el 26 de mayo, para mostrarse después en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, a partir del 15 de junio.
El primer Lébedev se situó en su época y circunstancia revolucionaria: “para comprender mi trabajo artístico, hay que saber y tener presente que soy un artista de los años 20”. La especialista rusa Masha Koval indica que aquel tiempo fue “el período más esplendoroso de la historia del arte soviético”, donde coinciden el auge de la revolución y la vanguardia. “Arte y política estaban en sintonía”, reseñó Manuel Fontán.
Masha Koval, que ha participado en la producción y el catálogo, reseña que en los años 20 se daban “unas condiciones desconocidas de pluralismo en la que convivían multitud de corrientes artísticas y se desarrollaba la búsqueda de un nuevo lenguaje figurativo”. Ciudadano de San Petersburgo-Petrogrado-Leningrado, Lébedev, tras la Revolución de Octubre de 1917 y el nacimiento del régimen soviético, con menos de treinta años, dibujó sus célebres carteles ‘ventanas ROSTA’ (agencia telegráfica soviética de Petrogrado). Las imágenes adaptaban xilografías tradicionales de tres siglos atrás (‘Lubki’) y en esos carteles Lébedev procesó los ecos que le llegaban del cubismo, el futurismo y la abstracción.
Está representado el denominado 'dibujo pictórico', la crítica social y dulces imágenes para la infancia. Las dibujos de pequeño formato en apariencia ingenua –gatitos, payasos, gimnastas- alternan con iconos de propaganda del Ejército Rojo o la “Revolución mundial”, alguno de los cuales quedó como el sello simbólico de la época histórica. Una bella serie de limpias tintas sobre el cuerpo femenino, desnudos de trazo ancho y único, mujeres en general que dan la espalda, rompe con el mensaje político y las narraciones literarias.
En un texto autobiográfico y crítico de 1935, Lébedev se expresó contra las ilustraciones “estéticas y formalistas, que tan perniciosas resultan para nuestro público más joven”. Para ello propuso “poner fin de manera total y definitiva a esos ‘experimentos’ que los ilustradores poseídos por la peligrosa enfermedad” del formalismo “perpetran en las mentes infantiles”.
Sin embargo, a partir de los años 40-50 estuvo incómodo ante los dictados de compromiso estético comunista totalitario y su arte se ensimismo. "Nunca le gustó su arte de los 40-50", asegura la especialista Masha Koval. El artista rechazó que los museos estatales le organizaran una gran antológica, que si se hizo en 1973 tras su muerte.
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