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MATASELLOS DESDE... COREA

Misterios literarios de una península

El escritor argentino Oliverio Coelho traza un panorama del mundo literario de Corea. Cineastas y escritores acercan al público internacional a un país dividido en dos mitades.

La moderna capital de Corea del Sur, Seúl
La moderna capital de Corea del Sur, Seúl

En una sociedad como la coreana, dinámica y a la vez amordazada por imperativos de eficacia, competitividad, hipertecnología y confucionismo, los artistas son testigos voraces. Así como Ozu y Kawabata matizaron un Japón que ya no existe, hoy los artistas coreanos documentan la marcha vertiginosa hacia un futuro que nadie tiene tiempo de descifrar. En pocas palabras: los cambios que el país experimentó en los últimos años están grabados en su cine y en su literatura. Nadie más tuvo tiempo o paciencia de registrarlos. El artista aquí tiene una capacidad de indagación sociológica tan aguda que el mundo no tardó en detectar un foco de originalidad en Corea. Pocas veces sucede que el cine o la literatura logre retratar sin anacronismos los procesos sociales de un país y que genere una estética nueva, nada complaciente con el asunto que se proponen abordar. El cine fue el mascarón de proa para la nueva ola coreana: Kim Ki-duk, Hong Sang-soo, Boon Joon-ho, Im Sang-soo y Lee Chang-dong. Un cine que además de poblar festivales, propuso un imaginario oriental distinto al que conocíamos a través de China y Japón.

Fotograma de la película de 1998 'Birdcage Inn', del director Kim Ki duk
Fotograma de la película de 1998 'Birdcage Inn', del director Kim Ki duk

Por esto mismo, cuando estuve en Corea por primera vez, experimenté un déjà vu. Aunque viajar a Seúl es viajar hacia el futuro, entendí que el desarrollo y la inevitable alienación habían sido cronometrados por la sensibilidad de los cineastas recién citados. Intuí que la literatura quizás hubiera ido más lejos todavía: en el tratamiento de los dramas colectivos del pasado, podía estar enterrada la clave para descifrar el país actual. Después de leer durante años cuanto libro coreano cayera en mis manos, hoy, por segunda vez en una residencia de escritores en Seúl, creo haber resuelto el enigma y puedo ofrecer un panorama para iniciados. Parte de mi residencia, de hecho, consiste en antologar y contextualizar a la nueva generación de escritores: Pyun Hye-young, Park Myng-gyu y Kim Young-ha, entre otros. Así como las obras de Hwang Sok-young, Kim Won-il y Choi In-hun ofrecieron un registro intelectual de la división de las dos Coreas y la pobreza de la posguerra, e Im Chul woo de la lucha por la democracia durante la última dictadura, esta nueva generación hoy improvisa una literatura mordaz, a veces paródica e híbrida, que le rehúye al realismo social de muchos de sus predecesores, pero en una línea asociable al cine de la nueva ola, enfoca problemáticas de la vida urbana con una urgencia apocalíptica, como si en la megapólis el hombre hubiera decretado su extinción.

Portada del libro 'Por favor, cuida de mamá', de la escritora Shin Kyung sook
Portada del libro 'Por favor, cuida de mamá', de la escritora Shin Kyung sook

Al igual que en toda literatura nacional, además de best sellers lúcidos del tipo Por favor, cuida de mamá de Shin Kyung-sook (Grijalbo), hay escritores que son la puerta de acceso a una cultura. Yi Mun-yol (1948) es uno de ellos. Creo que sin él no habría resuelto el enigma arriba mencionado. La prosa biográfica y confesional de su volumen El invierno de aquel año (Ediciones B) echa luz sobre la idiosincrasia local narrando las distintas etapas de la formación artística de un joven en medio de una crisis de valores y de una occidentalización creciente durante los años setenta. En sus obras más notables, el relato Una isla anónima (publicado recientemente por la revista New Yorker) y la nouvelle Nuestro frustrado héroe (Editorial Complutense), a través de historias ambientadas en escenarios minúsculos (un incestuoso pueblo de montaña y el aula corrompida de un colegio), refleja las trampas del nacionalismo y la endogamia, y los peligros de la sumisión política y ética. Estas historias minúsculas difícilmente envejecen; mientras existan lectores, la puesta en abismo de problemas universales en manos de un gran escritor nacional siempre iluminará las razones cíclicas de nuestro malestar.

* Oliverio Coelho (Buenos Aires, 1977) es el autor de Un hombre llamado lobo (Duomo).

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