'La guerra de las galaxias' se expande a una nueva dimensión
George Lucas lleva al 3D ‘La amenaza fantasma’: el negocio nunca para
Cuando parecía que el fenómeno La guerra de las galaxias no podía dar más de sí, su huella grabada a fuego desde 1977 cuando dio comienzo una saga que solo en cine ha generado 4.479 millones de dólares (3.375 millones de euros) con sus seis entregas en todo el mundo, George Lucas ha encontrado una nueva dimensión para su obra y se ha lanzado al hiperespacio de la mano del estereoscópico.
“¡Que el 3D te acompañe!”, rezan algunos de los titulares que acompañan a este reestreno mundial. Los críticos lo temen y los fans lo miran con el mismo recelo y devoción que uno guarda al gran amor de su vida, preocupados por una conversión estereoscópica que suena a sacacuartos. Sin embargo, los fans aún rumian en su interior la creencia de que Lucas, el padre de ILM y al frente de gran parte de las revoluciones tecnológicas cinematográficas de este siglo, “no lo haría si no lo viera bien”. Demasiada fe.
En medio de este ambiente llega La guerra de las galaxias. Episodio I. La amenaza fantasma en 3D, reestreno estereoscópico 13 años después de su estreno original. Un momento de abrir nuevas dimensiones en más de un sentido: además de su conversión al 3D el relanzamiento busca convertir a su causa a una nueva generación. Así lo demuestran los tráileres dirigidos a menores de 10 años vendiéndoles esta ópera espacial como un festival infantil.
Como reconoció Lucas en la presentación de la nueva versión, su trabajo quiso abrir las puertas del cine a todo el mundo, superando los tiempos “en que solo se hacían películas para pequeños grupos”. Y el Episodio I de esta saga es el mejor cebo, la más accesible para los más pequeños, que incluso se pueden identificar con el joven Anakin (Jake Lloyd). De ahí que el rancho Skywalker, la sede de operaciones de Lucas construida en 1987 en el Lucas Valley (pura coincidencia de nombres entre el valle y el realizador) abrió en su presentación a la prensa y a blogueros jóvenes y a cachorros de reporteros, más duchos en redes sociales. Ellos se alimentaron, como sus compañeros adultos, con yogurt Yoda o barritas de cereales Gunray (bautizados en honor a personajes de la película). También recibieron clases para manejar los sables de luz y competiciones de podracers en vídeojuego antes de disfrutar en el salón privado Akira Kurosawa, considerado incluso entre los profesionales de Hollywood una de las mejores salas de cine del mundo, de la proyección de la nueva versión.
Todo esto escoltados por stormtroopers de las tropas imperiales para darle seriedad al acto… o para mantener a los invitados en las zonas debidas, sin adentrarse en el lago Ewok o los viñedos Skywalker, parte de las 1.600 hectáreas de terreno en las que además de pastar las vacas está uno de los mayores y más versátiles centros de posproducción. Allí vivió Lucas durante años.
El realizador dejó a John Goodson, modelador y encargado del diseño los podracer, y a Matthew Wood, dedicado a los efectos sonoros, el honor de presentar esta nueva versión. Tal vez porque el propio Lucas nunca fue un enamorado del 3D. “Siempre lo vi como un truco. Pero cuando estaba volcado en llevar la revolución digital a las salas de cine Bob Zemeckis y Jim Cameron se me acercaron para convencerme de que la mejor forma de conseguir mi meta era llevar el 3D a los cines. Y eso me animó a hacer un test”, reconoció.
Una prueba que tuvo lugar acabado el tercer episodio de esta saga, en 2005. Una vez tomada la decisión seguirían, como comentaban con humor los expertos en el tema, dos años de trabajo “con un ejército de frikis”, un proceso que hizo posible una conversión que -como aseguraba John Knoll, de ILM- nace del material original de la película y proporciona una inmersión en la aventura. Según Lucas, la diferencia entre la versión estereoscópica y la normal es equiparable a la de ver una película en color o en blanco y negro. Es la misma historia aunque se ve mejor: “Se nota especialmente en los personajes digitales como Jar Jar Bins o Watto porque los hace más reales”.
Será un argumento más complejo de defender ante los aficionados que odian con tanta pasión a Jar Jar Bins como aman la saga. Sin embargo, a juzgar por un sondeo realizado en Internet sobre la posible audiencia del reestreno la batalla de Lucas está ganada: el 64% de los encuestados volverán a repetir su paso por taquilla. Si se confirman los porcentajes se acelerarán los planes de los estudios Fox para reestrenar en 3D los otros títulos de esta saga que en este momento está planeado salir a las pantallas anualmente.
A George Lucas solo le queda por convencer a Liam Neeson, uno de los protagonistas de La guerra de las galaxias Episodio I, que confesó a este periódico su disgusto con la conversión 3D: “Personalmente no soy muy amigo del estereoscópico”, asegura alguien que también ha rodado otros filmes en este formato. “Pero le echaré un vistazo”.
Babelia
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