El misterio de la eterna juventud
Tercer reporte de Carlos Zanón en la cita literaria barcelonesa. ¿Por qué esa obsesión por jubilar a los autores antes de tiempo? ¿Por qué las fotos de los autores en los libros son son las más recientes?
Esta tarde hemos tenido una charla bajo el título de ¿Y después de Camilleri qué? Al parecer los comisarios Ricciardi de Maurizio de Giovanni y el comisario Fusco de Marco Malvadi vienen a jubilar a Montalbano. Siempre he pensado cómo debe sentar en casa de, por ejemplo, Camilleri este tipo de debates. Aún no estás muerto y además eres siciliano. Deberían irse con cuidado especialmente con esto último. Hay una manía mediática sobre la novedad, la juventud perpetua que hace que se entierren vivos a escritores con obra aún por escribir. Como si los escritores fuéramos rubias de Hollywood. Por cierto, ojalá fuéramos rubias de Hollywood. Si algún día soy un escritor viejo y respetable y me salen con herederos y ¿y después qué? prometo ser poco elegante. Bate de béisbol, piernas rotas y peana de cemento. A este mundo solo he venido a recibir parabienes y creerme que seré eterno, feliz, gloriosamente amado y deseado.
La mesa está conducida por María Eugenia Ibáñez y Giménez-Bartlett. Suya es la frase de toda BCNegra. ¿Para qué sirve escribir? Pues para poder quedar a las seis de la tarde con dos italianos guapísimos. Maurizio y Marco son dos tipos simpaticotes que parecen que han hecho una travesura y aún no les han descubierto. Es posible que los verdaderos autores de sus novelas se hayan quedado en Italia y enviaran a BCNegra a su cuñado simpático. Trato de comprobarlo con sus fotos de solapa pero Oscar Wilde se refería a eso con Dorian Gray. En su ánimo de parecer jóvenes y guapos, los escritores acabaremos por colocar en la solapa nuestra ecografía fetal.
Después de dejar de fumar necesito otra meta: el inglés. Hoy nos han citado a siete prominentes escritores para una foto de grupo que saldrá en un suplemento cultural. Entre ellos Claudia Piñeiro, Maurizio de Giovanni, Jeffery Deaver, Jake Arnott, Jordi de Manuel… Mi inglés es más que malo, particular. Si puedo encadenar títulos de canciones de Beatles no hay problema. Puedo mantener una conversación enigmática y hasta exótica si pillo las de George. Una fotógrafa nos ha convocado en un precioso edificio modernista solo para colocarnos ante una puerta cutre e irnos pidiendo que nos fuéramos acercando. Todos los escritores hablaban en inglés. Yo también, claro. Tuve tres intervenciones clave. Come together para que se acercaran a la puerta. Dear Prudence para que Jake Arnott no se rompiera los piños contra el cristal, y ya para despedirme, un Hapiness is a warm gun que los ha dejado matados. Ésos no me olvidan jamás.
* Carlos Zanón. Autor de la novela ‘No llames a casa’ (RBA)
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