Rubén Ramos Balsa se tira de cabeza al 'Lago vertical'
El artista gallego presenta en Fúcares su último proyecto multidisciplinar, que se completa con las obras que la galería madrileña presentará en Arco
Quienes puedan pensar que el arte contemporáneo no tiene sustrato conceptual, es porque no conocen la obra de Rubén Ramos Balsa. Sus creaciones brotan de una tierra compuesta de teoría y trabajo de campo de la que es indisoluble, y florecen adoptando las más diversas formas: fotografía, performance, instalación… Desde el 28 de enero expone en la galería Fúcares de Madrid su proyecto El lago vertical, que investiga y se introduce en los conceptos de lo fluido y lo estructural. Las obras que pueden verse en Fúcares se complementan además con las que la galería presentará en la próxima edición de Arco (del 15 al 19 de febrero), con Ramos Balsa como su artista destacado.
“Con el título de El lago vertical quería expresar la idea de la posición imposible”, explica el artista al otro lado del hilo telefónico desde Santiago de Compostela. La muestra tiene como pieza principal una instalación formada por una serie de pupitres de los de la vieja escuela, todos ordenados en perfectas filas. Con la tapa abierta, el que se asoma puede ver en su interior la profundidad del mar. Literalmente. Unas pantallas incrustadas muestran y dejan oír el ruido de las olas chocando contra las rocas, o el simple movimiento del agua. “Los pupitres representan la idea de fragmentación, de división, que es algo muy posmoderno”. Al combinarlos con imágenes marinas, enfrenta lo fluido –relacionado con lo inabarcable, lo inconmensurable- y lo estático –aquello que se puede medir y controlar.
Pero como el mar, Ramos Balsa no se queda solo en la superficie, y las lecturas de sus trabajos se superponen para dar paso a nuevas reflexiones. “Los pupitres remiten al tema de la educación, y también evocan la idea de evasión, como cuando un niño en clase mira al infinito por la ventana”. El uso de la tecnología –en esta pieza los televisores con vistas al océano- tampoco es casual. “Considero que el arte siempre ha sido sensible a la tecnología de su época. Me interesa el soporte tecnológico como huella del momento concreto: los cambios técnicos me parecen elementos de reflexión en sí mismos”. En un bucle aparentemente interminable, y con verbo ágil y convencido, Ramos Balsa pasa a un nuevo vínculo: “La tecnología nos lleva a la relación enfrentada entre arte, como parte de las humanidades, y tecnología. En mi obra hay un diálogo interno entre arte y ciencia a través de la tecnología”.
La exposición se completa con imágenes fotográficas de marcas de vaso sobre la mesa u hojas de papel engurruñadas o que adoptan formas variadas. Aunque el papel es siempre el mismo, las formas que adopta son indefectiblemente diferentes. Lo mismo que los cercos que dibuja el agua derramada. “También hablo sobre el concepto de lo original, que tiene una relación profunda con los conceptos de copia y error. El error se descarta, pero yo lo reivindico como método de aprendizaje”.
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