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Marc Piñol: "Quiero que en mi funeral suene la despedida de Looney Tunes"

El barcelonés Marc Piñol, conocido como DJ de Mierda y lanzado últimamente a la producción, se somete al Audiomatón y desgrana una emocionante autobiografía musical

Daniel Verdú
Anne Sarah Hozé.

Periodista musical y dj desde 1997, Marc Piñol, conocido también como Dj de Mierda, y no porque sea malo en lo suyo, se somete esta semana al Audiomatón. El resultado es una lista de canciones emocionante y bastante biográficas (algunas suele llevarlas en la maleta las noches que pincha en su residencia de Nitsa) que recorre con elegancia distintos periodos de la electrónica (atención a los detalles acid y disco) y algún que otro pilar de la música moderna. Se nota la combinación de dj, periodista musical y dependiente de tienda de discos que ha ido configurando su vida laboral alrededor de la música. Se trata de un hombre capaz de vivir, en estos tiempos indignos, sin tarjeta de crédito y teléfono móvil y que propone aquí una lista ideal para para imprimir y pedírsela toda a Discogs. Aunque, claro, eso podría considerarse de muy mal gusto.

La canción / el disco que me descubrió el gusto por la música. Pet Sounds. Fui con la escuela de excursión a una feria del disco, tenía doce años por entonces. Era la época en que The Beach Boys estaban de moda y mis padres me habían dado algo de dinero, así que el acierto fue más por pura casualidad que otra cosa. Eso sí, qué acierto. Me cambió la vida.

El disco que más veces he llevado en la maleta a pinchar. Eisbär, de Grauzone. Hasta que un desaprensivo me lo robó hace unos años. Le deseo lo peor.

Una canción perfecta para no marcharse a casa cuando sale el sol. The Sun Can't Compare, de Larry Heard. Hipnótica, bonita, ácida y luminosa. Lo tiene todo para convencer al más reacio.

Nunca tiro de un tema infalible más de dos meses: ahora es FFWD, de Joakim y Bambounou

El tema que nunca falla para levantar la pista. Nunca suelo tirar de un tema infalible más de dos meses seguidos, por mucho que me guste; imagino que lo hago para no aburrirme. Ahora mismo es FFWD, de Joakim y Bambounou. Una joyita esquizo.

La canción más triste del mundo.Til I Die, de The Beach Boys. "Soy una roca en una avalancha, rodando por la ladera de una montaña" / ¿Cuán profundo es el valle? Me destroza el alma". Es tan perfecta que consigue que olvides lo deprimente que es.

La canción ideal para empezar una revolución. Verschwende Deine Jugend, de Deutsch Amerikanische Freundschaft. La EBM es muy de liarla parda.

El mejor disco de electrónica de todos los tiempos. La obra completa de Bernard Parmegiani. Se reeditó hace unos años y cuando la escuché me volví majareta. Línea dura, pero vale mucho la pena.

Un tema malísimo que me encanta es... Shave That Pussy, de Punk Anderson. O como hacer una canción de eurotrance con un vocoder y un reloj de cuco. Es incomprensible a la par que admirable.

El tema con el que terminé mi última sesión.Satori, de Etienne Jaumet. La pinché en París hace una semana. Jaumet es conocido por pertenecer a The Married Monk y rodearse de genios como Carl Craig, Ivan Smagghe o James Holden.

El último disco / canción que me ha encantado. Into Our Midst (Reprise), de Walls. Una de esas canciones que te hacen desear que llegue el verano para hincharte a piñas coladas. Mi verano ideal es más de Walls que de Georgie Dann, qué le vamos a hacer. Triste pero cierto.

El tema que me gustaría haber compuesto. Mind Intruder, de Lonette. Podría escucharla un millón de veces seguidas y me seguiría hipnotizando como el primer día.

Una canción que me gustaría no volver a escuchar nunca más. Summer Dress, de Red House Painters. Me recuerda el principio de una depresión que duró la friolera de diez años. Lagarto, lagarto.

La música que me gustaría que sonase en mi funeral. Toda y más. Pero antes de que cerraran el chiringuito tendría que sonar la canción de despedida de Looney Tunes. Los funerales tristes me dejan hecho puré.

Una canción perfecta para terminar con una relación. Love Hurts, de Gram Parsons y Emmylou Harris. Creo que es bastante insuperable.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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