El detective que huía de la llaneza
Casa de América celebra un homenaje al periodista y novelista argentino Tomás Eloy Martínez
La última manera en la que Tomás Eloy Martínez habría empezado este artículo es la siguiente: los periodistas argentinos Martín Caparrós y Rodrigo Fresán y el escritor chileno Carlos Franz homenajearon anoche, en una conferencia en la madrileña Casa de América, a uno de los maestros del periodismo argentino. "Informar con llaneza y alinear los hechos en un orden militar es para mí empobrecerlos y deslucirlos", solía decir Eloy Martínez. Fue uno de los legados que dejó un hombre que bailó toda la vida entre periodismo y literatura. Siempre lo hizo con paso hábil y acertado, tal vez porque para él en el fondo sonaba la misma música.
"El periodismo es, ante todo, un acto de servicio", afirmaba Eloy Martínez. Y al servicio de su memoria [el argentino falleció en febrero de 2010 con 75 años] se pusieron ayer los tres conferenciantes, dirigidos por el hijo de Tomás Eloy, Ezequiel Martínez. "La enseñanza principal que nos ha dejado mi padre es que el periodista no se dirige a sus colegas sino a los lectores. No hay porque dar por hecho que quien lee se lo sepa todo", recordaba Ezequiel el día antes del encuentro.
Al lector Tomás Eloy Martínez intentaba ofrecer su "poética de la sensibilidad", el aspecto que según Franz reunía las dos facetas de periodista y novelista del argentino. "Sabía penetrar en las personas, comprenderlas", aseguraba el escritor chileno. Y de esa inmersión entre la gente Eloy Martínez sacaba historias sorprendentes y sorprendentemente bien contadas. Con su pluma, el argentino pintaba adjetivos y metáforas allá donde hiciera falta. "En 1984 estaba editando una entrevista que le había hecho al dramaturgo Juan Carlos Gené, que acababa de volver del exilio, y ponía que hablaba lento. Él me lo tachó y lo sustituyó por: 'Las palabras se salen cansadas", resumía el concepto Ezequiel Martínez.
No todos sin embargo fueron fan de su lenguaje. El general argentino Antonio Domingo Bussi, fallecido el pasado jueves, llegó a denunciar al periodista. Fue la anécdota con la que Ezequiel Martínez abrió el debate: "En 1977 Bussi, que gobernaba la provincia de Tucumán, recibía la visita del dictador Videla. Para que todo luciera impecable mandó unos camiones a recoger a los mendigos que había y los dejó tirados en la provincia de al lado. Mi padre contó la historia y llamó a Bussi 'tiranuelo': el general se querelló contra él, denunciando algunas imperfecciones del artículo". El fallo del tribunal, además de premiar a Eloy Martínez, dio un espaldarazo al Nuevo Periodismo. "El articulo reflejaba que la expresión literaria, más que periodística pura, contiene componentes y licencias propias de tal modo de expresión", sostuvo la Corte. Aunque no fuera exactamente cierto, el relato del argentino reproducía lo que había ocurrido.
Pudo hacerlo, sobre todo, gracias a las largas y rigurosas investigaciones que precedían su trabajo. Para Eloy Martínez la literatura "o es desobediencia o no es". Pero al rebelde le tocaba ser detective. Antes de buscar el adjetivo perfecto, hacía falta el dato exacto. Eso sí, luego su imaginación también podía colarse en el relato. "Para millones de personas Evita le dijo realmente a Perón 'Coronel, gracias por existir' cuando se conocieron [como narra Eloy Martínez en la novela Santa Evita]. Eso es lo que importa, más allá de que no fuera cierto", explicaba Caparrós.
Fresán observó de cerca ese proceso creativo. Sentado al lado de Eloy Martínez le veía escribiendo y recuerda que sentía indignación. "Pensaba que se lo estaba inventando pero luego me daba cuenta de que simplemente describía una realidad que los personajes de esa historia no habían sabido ver", explicaba Fresán.
Para describirle a él se solía hablar del "maestro de periodismo" Eloy Martínez. Rara vez se le introducía como "novelista" pese a obras como La novela de Perón o Purgatorio. "Su trayectoria periodística fue tan fuerte que acabó tapando en parte sus novelas. De cierto modo él se preguntaba por qué", aseguraba Ezequiel Martínez. No sabemos cómo habría empezado este artículo el novelista Tomás Eloy Martínez, pero seguramente esa palabra al lado de su nombre le habría gustado.
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