El buen vino

Para saber dirigir cine hay que ver muchas películas y aprender de ellas. Es lo que opina David Cronenberg en el chat que ha mantenido con algunos lectores en este periódico. "Es increíble la cantidad de gente que quiere ser director y no ve películas", dice. Pero aún más: se necesita "una cultura profunda y no sólo de cine, sino en general".

Esto recuerda la anécdota que cuenta Jean Claude Carrière de cuando se encontró por vez primera con Luis Buñuel para escribir juntos el guión de Diario de una camarera, uno de los nueve en que colaborarían (aunque sólo se rodaran seis de ellos). Buñuel no le preguntó al principio sobre sus conocimientos del arte del guion sino simplemente si le gustaba beber vino. Para él era primordial saber si se encontraba ante un conocedor de la cultura mediterránea, un degustador, un hombre que disfrutaba de la vida, es decir, si podían entenderse. El resto se daba por supuesto o se iría viendo sobre la marcha.

Carrière ha recibido hace poco, merecidamente, la medalla de la orden de las Artes y las Letras de España. La semana próxima le será entregada en París al director griego Costa-Gavras, seguramente por su fértil vinculación con Jorge Semprún, que también la recibirá a título póstumo; escribieron juntos varias de las películas que mejor han reflejado algunas de los conflictos políticos destacados de la segunda mitad del siglo XX (Z, La confesión, Sección especial...).

Por otro lado, el negativo de Las dos memorias, única película dirigida por Semprún, se encuentra en mal estado, y Costa-Gavras, director también de la Cinemateca francesa, se ha empeñado en recuperarlo. Sólo por eso ya merecía la medalla. Pero además, que se estrene y se deje ver en España, donde fue prohibida por la censura en 1972. No sólo de medallas vive el cineasta sino, como bien dice Cronenberg, de ver películas. Y Semprún se queda cojo en la cultura española si no podemos conocer su obra completa. No bastan los reconocimientos oficiales.