Conciertos en el ordenador
La productora eMe lanza una serie de exhibiciones musicales gratuitas en directo para los usuarios de la Red
¿Que tienen en común los partidos de la Liga y la película El caballero oscuro, una de las muchas disponibles en Facebook, con el concierto acústico de anoche de El Pescao? La respuesta está en el sofá de su casa. Como en los dos primeros ejemplos, todo usuario pudo disfrutar en directo de la exhibición del exmiembro de El canto del loco David Otero desde cualquier ordenador de su hogar con una conexión decente a Internet. Es el enésimo paso adelante de la revolución del streaming -algo así como difusión de contenidos audio y vídeo en la Red-, esa palabra inglesa que para algunos es la fuente de todos los males (sobre todo si la difusión es gratuita y no autorizada, como en el caso de los partidos) y para Ramón Sastrón, fundador de eMe, neonata productora que organiza conciertos online, es una "experiencia distinta que acerca el contenido al usuario".
La pionera de este mundo fue la plataforma 365diasdefestivales, que organiza desde agosto de 2010 exhibiciones musicales breves vía webcam. EMe en cambio nació hace ocho meses, cuando Sastrón vio un concierto de Bon Jovi que fue retransmitido también por iPad. "Debería ser algo exclusivo para Internet", pensó. Entonces, aprovechó los contactos creados en siete años como responsable de marketing de la distribuidora Universal para organizar el primer concierto en streaming de su compañía: en noviembre de 2010 el grupo pop Maldita Nerea tocó durante más de una hora en directo gratuito solo para los usuarios de la Red. Cerca de 15.000 personas se conectaron a lo largo del concierto. Fue una especie de "test", según explicaba ayer durante los ensayos Sastrón, muy amigo de Jorge Ruiz, líder de Maldita Nerea. Ahora eMe tiene más de 30 conciertos cerrados para 2011- el primero fue el de anoche de Otero y su grupo- y hasta un festival de música con varias exhibiciones online a la vez para junio.
La formula es sencilla. Un artista toca en un estudio de grabación ante unas cámaras y un ordenador. Las primeras sirven para grabar el concierto y retransmitirlo por Internet, el segundo es para otra palabra mágica, que Sastrón repetía varias veces: "Interactividad". A lo largo del evento el músico habla por chat con los usuarios registrados, que van comentando la exhibición en las redes sociales y cuyos votos han decidido en los días previos la hora del concierto y la lista de canciones (aunque, al menos en este caso, tras una preselección del mismo Otero). Las de anoche fueron cinco y la exhibición duró unos 50 minutos. Entre una canción y otra las guitarras se paraban y Otero respondía en voz alta a algunas de las preguntas que le llegaban. "Qué aconsejarías a alguien que quisiera empezar en el mundo de la música?", "¿Cuál es la locura más grande que hayas hecho con tu primo?", fueron algunas de las curiosidades de los usuarios.
Unos 6.000 internautas asistieron al concierto, pero podrían haber sido más. Cuando, en medio de la exhibición, Otero dijo bromeando que quizás ya se había "cortado todo" y no había "nadie" que estuviera viéndolos tocar, no podía saber que al otro lado del estudio una chica de eMe se esmeraba en contestar a las quejas que llegaban a la página de Facebook de la productora. Decenas de usuarios se lamentaban de la imposibilidad de registrarse y de asistir al concierto. Algunos escribían que tras media hora de intentos habían tirado la toalla. Otros en cambio agradecían la iniciativa y mostraban todo su entusiasmo multiplicando las letras finales de sus comentarios.
"El artista se acerca a la gente. Y los espectadores a través de las redes sociales pueden ver qué canciones han votado sus amigos, a qué concierto se han apuntado, etc.", subrayaba Sastrón a propósito de las ventajas de esta fórmula. Interactividad, compartir experiencias, "llegar a toda la gente de ciudades en las que nunca hayas tocado", como subrayaba Otero. Son el vaso medio lleno de los conciertos en Internet. Hay algo que sin embargo se pierde. "No es exactamente live, en el sentido de que no hay gente que te mira y canta contigo", sostenía Otero. "Quizás se pierda el calor del público", terciaba Sastrón tras pensárselo un rato largo.
También desaparece, para la audiencia, esa suerte de rito colectivo que es acudir a una sala de cine, a un concierto o a un museo (Google Earth ofrece visitas digitales a 17 centros, entre ellos el Reina Sofia y el Thyssen) junto a otra gente. Otero y Sastrón coincidían en que una cosa no excluye ni sustituye a la otra, sino que son complementarias. "Si solo hiciera conciertos online, estaría de acuerdo, pero mientras sea uno de cada 40...", afirmaba El Pescao. En todo caso, entre las dos formas, aseguraba que sigue quedándose con "poder ver las caras de los espectadores". Y al salir tras terminar el concierto, se dejaba escapar que, aunque le había "gustado", había sido "mucho más frío". Tal vez echaba en falta el sonido de miles de aplausos.
¿Quién paga y quién gana?
Un concierto gratuito es algo que no se ven tan frecuentemente. Surge espontanea la duda sobre quién proporciona el dinero que lo hace posible. Cada exhibición organizada por eMe está financiada por una patrocinadora que se hace cargo de todos los gastos (contrato del artista incluido) a cambio de la publicidad que recibe. Así las cosas, los espectadores de anoche vieron constantemente en su pantalla el nombre de la marca de desodorantes Rexon. A lo largo del concierto se venden también online productos como camisetas y chanclas con la marca del artista. En ambos casos eMe se lleva un porcentaje.
Según Sastrón, es un sistema en el que todos (músico, eMe, patrocinadora) salen ganando. La profesora del Instituto de Empresa Marisa Méndez, también presente anoche y quien está estudiando este modelo de negocio, hacía hincapié en otro aspecto: "El uso de las redes sociales permite saber qué tipo de público participa". Méndez planteaba también un dilema: "No sé si solo funciona con un cierto tipo de artista". Se refería a músicos pop con un público de seguidores jóvenes, como El Pescao y como Angy y Nena Daconte, las próximas que subirán al escenario de la Red.
Babelia
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