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La irrepetible fuerza del arte de la Transición

'Libres para pintar' expone en la Fundación ICO 79 obras de 36 artistas

En la década de los 80, Esteban Vicente y José Guerrero colgaban su obra junto a los grandes nombres del expresionismo abstracto estadounidense. Pero en la España de la Transición, los jóvenes artistas se fijaban en ellos como un modelo a no imitar. No querían modelos ajenos ni tendencias extranjeras. Su vivencia de la libertad era tal que se atrevieron a inventar una forma radicalmente nueva de entender el arte. Los mitos clásicos, los sueños y la vida cotidiana fueron llevados al lienzo a todo color. Bajo el título de Libres para pintar, la sede madrileña de la Fundación ICO (Zorrilla, 13) expone 79 obras de 36 artistas que dan una clara idea de la riqueza creativa de una generación cuyos miembros, en gran parte, siguen en activo. En la muestra convive la llamativa versión pop que de Carmen Polo hicieron Costus con el delicado Adiós de Guillermo Pérez Villalta o el homenaje al kitsch de Patricia Gadea con The love is a coliflower.

En realidad, 1980 es un dato orientativo. Algunas obras están firmadas antes y otras muchas, después, pero simboliza un momento en que se creía que todo era posible y los artistas tenían en sus manos toda la fuerza necesaria para cambiar el mundo. Las pocas galerías de entonces veían superadas sus expectativas en cada inauguración y el incipiente coleccionismo que hoy existe en España, comenzó también a forjarse en aquellos años. La colección ICO está considerada la más completa en cuanto a artistas españoles de las últimas décadas del siglo XX.

La exposición arranca con un gran panel colocado junto a dos obras de gran formato de Guerrero y Vicente en el que se recuerda que estos artistas, en general, reaccionaron contra la abstracción y que optaron por enfrentarse con el lienzo en blanco y la mente abierta dispuestos a hablar de todos los temas posibles con la sola ayuda de una paleta rica en colores. El recorrido cronológico empieza con pinturas que podrían entenderse como precursoras, de artistas ya entonces consagrados (Antoni Tàpies, Navarro Baldeweg, Luis Gordillo, Eduardo Arroyo) junto a Carlos Franco, Carlos Alcolea, Manolo Quejido o Guillermo Pérez Villalta, del que se exhibe su sorprendente Autorretrato por la tarde (1974) en el que el artista se pinta a sí mismo coronado por una melena que parece llena de rastas.

Reinterpretación

La reinterpretación de las tendencias que arrasan fuera se empiezan a reconocer en una segunda parte del recorrido en la que las pesadillas nocturnas pobladas de seres extraños de Miguel Ángel Campano cuelgan junto a las composiciones demoníacas de Dis Berling o el baile de extrañas criaturas recortadas y pintadas por Andés Nagel. Con obras de José María Sicilia, Antón Lamazares, Jaume Plensa y Frederic Amat se cierra una exposición de artistas que en estos momentos siguen protagonizando el panorama artístico español.

Bajo el título de <i>Libres para pintar</i>, la sede madrileña de la Fundación ICO  (Zorrilla, 13) expone 79 obras de 36 artistas que dan una clara idea de la riqueza creativa de una generación cuyos miembros, en gran parte, siguen en activo.
Bajo el título de Libres para pintar, la sede madrileña de la Fundación ICO (Zorrilla, 13) expone 79 obras de 36 artistas que dan una clara idea de la riqueza creativa de una generación cuyos miembros, en gran parte, siguen en activo.Costus (Juan Carrero [1955-1989] y Enrique Naya [1953-1989]). Carmen Polo. Viuda de Franco, 1978. Acrílico sobre aglomerado. 124 x 124 cm.

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