'El arte de volar', crónica del choque de utopía y realidad en la España del siglo XX
El guionista Antonio Altarriba, coautor junto al dibujante Kim, cuenta cómo la vida de su padre inspiró la novela gráfica ganadora del Premio Nacional de Cómic 2010
La historia nació de una tragedia. En mayo de 2001, el padre de Antonio Altarriba, de 90 años, ingresado en una residencia para personas mayores de La Rioja y enfermo con depresión, subió al alféizar de una ventana de la cuarta planta y se arrojó al vacío, según recuerda con entereza el guionista y catedrático de literatura francesa a través del teléfono desde su despacho en la Universidad del País Vasco.
Acababa así una vida que le llevó a combatir en el bando republicano durante la Guerra Civil, a sobrevivir en la resistencia contra el fascismo en el sur de Francia durante los años cuarenta, y en el exilio interior bajo el yugo del franquismo a partir de los cincuenta y hasta la muerte del dictador. Esa vida que recorre casi por completo la historia del siglo XX de España es la que nutre la novela gráfica El arte de volar (Edicions de Ponent), escrita por Altarriba e ilustrada por el dibujante Kim, que ha sido distinguida con el Premio Nacional de Cómic, dotado con 20.000 euros.
"Gracias al cómic mi padre ha sido comprendido por más gente de la que nunca se hubiera imaginado", señala el guionista
La novela gráfica cuenta la historia de Antonio, anarquista ex combatiente de la Guerra Civil y de la Resistencia, que se suicidó a los 90 años en una residencia para personas mayores en 2001
La necesidad de comprender la decisión de su padre motivó a Altarriba (Zargoza, 1952) a echar la vista atrás. "Entendí que mi padre había llegado a la decisión de acabar con su vida tras un largo proceso de frustraciones y de desilusiones", rememora. Al duelo se añadió una disputa con la residencia, que reclamaba el pago de cuatro días, los que iban del 1 al 4 de mayo, fecha del suicidio. "Me resentí física y afectivamente". Cuatro años después comenzó la idea de volcar por escrito la experiencia de Antonio Altarriba padre. "Me lancé a la escritura del guión como un intento de contar su historia, tan relacionada con la de España", recuerda.
Fueron cinco años de escritura en un proceso de reconocimiento de la propia trayectoria familiar y la de todo el país durante el siglo pasado. "Supuso volver sobre la historia de la familia y ver hasta qué punto mi historia personal, lo que he vivido, ha sido debido a las decisiones que tomó mi padre", explica Altarriba, "igual que esta España es hija de aquel pasado". Partiendo de la dictadura de Primo de Rivera, y pasando por la Segunda República, la Guerra Civil, el franquismo y la transición, hasta el año 2001.
Desilusión individual y colectiva
El arte de volar arranca con la escena del suicidio y se remonta al pasado mediante flashbacks. Cuenta la historia de Antonio Altarriba, un hombre nacido en 1910 en un pequeño pueblo de Zaragoza que al estallar la Guerra Civil es llamado a integrar las filas franquistas pero tres días después huye al bando republicano. "Formó parte de la centuria anarquista Francia y al acabar la guerra tuvo que exiliarse en Francia, donde se unió a la Resistencia", recuerda su hijo. Allí, junto a grupos anarquistas y como tantos otros, combatió con la esperanza de que la victoria sobre el fascismo en Europa tras la victoria aliada llevaría también a la derrota de Franco.
La desilusión llegó al comprobar que Franco no era un objetivo prioritario de las fuerzas aliadas. "A principios de los años cincuenta, regresó a España, donde vivió el exilio interior. Tan duro o más que el exterior, ya que uno no podía expresar sus opiniones ni manifestarse en un régimen tan duro". Más tarde llegó el tardío fracaso afectivo con su mujer y la mala suerte en los negocios. "Así es difícil afrontar la vejez", confiesa el autor, "entiendo que su muerte es resultado de una vida como esta". Historia personal y colectiva coinciden en "la confrontación entre la utopía de hacer una realidad mejor y una realidad que se impone", resume. "Cuando lo releo todavía me perturba".
La capacidad metafórica del cómic
Para contar semejante experiencia, Altarriba, que además de guionista es novelista, consideró la idea de escribir un libro. El cómic, sin embargo, le ofrecía unos recursos únicos. "Tiene una capacidad de evocación histórica tremendamente fuerte, permite una reconstrucción viva e intensa de escenarios del pasado", subraya. Con el objetivo de conseguir una recreación fiel, Altarriba y Kim se documentaron en numerosos libros y fotografías de la época que conservan en sus familias ("su padre también sufrió la represión franquista") y en las bases de datos de Internet.
El libro, además, le planteaba la necesidad de contar la narración en tercera persona -según señala-, algo que quería evitar. "Una historia tan cercana no la podía abordar desde la tercera persona y escribir "él, Antonio" o "mi padre". En la novela gráfica Altarriba aplica "un proceso de transferencia". "En cierto modo, su sangre vive en mí y yo soy él, de manera que cuento la historia de mi padre en primera persona", indica el autor. "En la novela hay una especie de relación entre la voz personal de un monólogo interior, contado en unos cartuchos de texto, y las imágenes, que a ves son complementarios o contradictorios".
"Qué bien, por fin ya no veo nada"
El noveno arte permite, además, construir metáforas visuales que pueden reflejar estados anímicos de manera muy efectiva. Y pone un ejemplo. "Nunca entendí por qué mi padre decidió volver a España en los años cincuenta, ya que iba a suponer una amputación ideológica. Esa amputación se ilustra con una enorme águila franquista que sobrevuela y desciende de golpe sobre él y le arranca los ojos", describe Altarriba. "Entonces, con las cuencas vacías, se dirige al lector y dice: 'Qué bien por fin ya no veo nada'. Frase que creo que resume el desánimo de muchas personas bajo el franquismo que preferían no ver".
"Es una historia dura", admite Altarriba, "pero también he introducido dosis de amor y humor, no todo es tragedia o sufrimiento", precisa. Con todo, advierte que el propio título del álbum contiene una pequeña esperanza. "Mi padre intenta volar a lo largo de toda su existencia, pero sus alas son cortas o la resistencia de la realidad es insalvable", señala. "Pero en el momento en el que salta de la cuarta planta y emprende el vuelo, convertido en personaje de ficción y gracias al éxito del libro, llega a ser querido y comprendido por más gente de la que nunca se hubiera imaginado".
Reivindicación de las mujeres conservadoras
"Suelo decir que soy hijo de un anarquista y una monja", señala Altarriba, que tras dedicar 'El arte de volar' a su padre, piensa prepara otro guión dedicado a su madre, con la que no tuvo una relación tan cercana. "Ideológicamente yo estaba más cerca de mi padre y de ella me distancié", señala. "Creo que no se ha hecho justicia con esas mujeres de perfil conservador de los años 40, 50 y 60, que eran portadores de valores tradicionales en el seno de las familias". Considera que se habla mucho de la mujer liberada "pero ¿y todas esas mujeres anónimas que representaron una cierta postura ideológica? ¿Cómo vivieron y qué aportaron a la sociedad?". Ese será su nuevo proyecto tras una historia de cierto corte satírico sobre la libertad y el determinismo ideológico.
Los autores
Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) es guionista e investigador y se ha especializado en el estudio del cómic. Se licenció en Filología Francesa y es catedrático de Literatura francesa en la Universidad del País Vasco. Ha participado como narrador en varias antologías como Relatos de Zaragoza (1990), Narrativa corta en Euskadi (1992) y Los que más cuentan (1995). En 1996 ganó el Premio La Sonrisa Vertical de literatura erótica con la obra Los Cuerpos entretejidos, y en 2002 su novela La memoria de la nieve fue galardonada con el Premio Euskadi de Literatura.
Joaquim Aubert Puigarnau, Kim (Barcelona, 1941) estudió Bellas Artes y publicó sus primeros trabajos en la revista musical Vibraciones bajo la influencia del cómic underground de Estados Unidos. Ha colaborado con otras revistas, como Por Favor, Mata Ratos, Rambla, El Víbora y Makoki. En 1977 inició su colaboración con el semanario humorístico El Jueves, del que fue miembro fundador. Para esta revista creó su serie Martínez el Facha, que ha aparecido desde su primer número y durante más de 30 años. En 1995 fue galardonado con el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona, y en 2007 con el Premio Internacional de Humor Gat Perich.
El año pasado el premio fue para Felipe Hernández Cava (guión) y Bartolomé Seguí (ilustración) por su obra Las serpientes ciegas' (ediciones BDBanda) , una doble historia sobre ajustes de cuentas personales que transcurre a caballo entre la Guerra Civil española y el Nueva York de finales de los años 30.
El jurado
El jurado ha estado presidido por el director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, Rogelio Blanco, y conformado, entre otros, por los dos últimos ganadores del Premio Nacional de Cómic, Paco Roca (Arrugas), y Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí Nicolau (Las serpientes ciegas).
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