Un sueño con sabor a tango
El tenor José Manuel Zapata presenta en el Teatro Circo Price su disco 'Tango, mano a mano'
"Muchas gracias por hacerme cumplir mi sueño. Casi acababa el recital cuando José Manuel Zapata (Granada, 1973), tenor lírico metido anoche a cantor de tangos, saboreó la materialización de un deseo, su deseo. Fue la de ayer, en el Teatro Circo Price de Madrid, una noche llena de emociones, encima del escenario y entre el público, que llenaba el recinto y ovacionó varias veces a los músicos. Zapata presentaba un disco que poco tiene que ver con la ópera: Tango, mano a mano, trabajo que ha tardado dos años en ver la luz y en el que el tenor aparece rodeado de grandes voces, cada una en su estilo.
Fernando Egozcue (guitarra), Pablo Martín Caminero (contrabajo), Daniel Yacaré (piano), Tito Cartechini (bandoneón) y Thomas Potiron (violín) abrieron con un pasaje musical. En seguida se unió el tenor, que eligió Por una cabeza para despertar los primeros aplausos. Después vendrían otros muchos tangos, en los que alternó la actuación en solitario con el acompañamiento de sus seis invitados. Ángela Cervantes fue la primera. Le seguirían José Mercé, Marina Heredia, Rocío Márquez, Miguel Poveda y Pasión Vega, junto a la que hizo Cuesta abajo y Volver, ya en el bis.
La intensidad emocional en un concierto de tango era más que previsible. Pero ver a Zapata disfrutando al escuchar a sus invitados, esperar en un segundo plano moviendo el cuerpo y la cabeza como si las notas de sus compañeros le acariciaran, abandonar el micrófono para seguir cantando a viva voz, o mezclarse entre los músicos, en la parte de atrás del escenario, mientras cantaba, eso no estaba en el guión. Y ocurrió. Fue un espectáculo con ritmo, los tangos más cadenciosos se alternaron con los más pausados, todos arreglados para cada una de las voces que las interpretaban.
Así fue que uno de los momentos especialmente emotivos salió de la garganta de Rocío Márquez ("la conocí por una entrevista y salí corriendo a YouTube para escucharla"", dijo Zapata de ella en su presentación), una voz flamenca con eco viejo, que aquí puso sus melismas al servicio del tango que hizo suyo desde la primera nota. La perfecta armonía de las dos voces y el abrazo final en el que se fundieron los dos artistas provocaron una ovación sentida del público.
También ocurrió con Miguel Poveda, al que no pudo terminar de presentar cuando el público comenzó a aplaudir, antes de que él saliera a escena.
De un tenor podría, además, esperarse que hiciese alarde de su voz. No fue el caso. Zapata decía los tangos con una emoción, un dolor y una dedicación en las letras que hacía olvidar por segundos la carrera del tenor y, cuando más parecía que iba a romperse, sorprendía con un agudo cargado de intensidad. Pero además, anoche quedó claro que Zapata es un tipo simpático; lo demostró en sus intervenciones entre las canciones. Lo hizo tras cantar Tomo y olvido, con una letra fuerte del que quiso aclarar: "no, señora, no, yo no, esto sólo es un tango. También cuando desde el público le gritaron, mientras él estaba de espaldas: "¡Guapo!". Lentamente se volvió, miró con cara de sorpresa y respondió con una sonrisa: eso no era necesario.
Una versión, "un experimento sonoro, tal como él describió, de un Caminito con todos los artistas sobre el escenario fue un fin de fiesta de una noche llena de emociones puestas al servicio de un tenor que anoche cumplió su sueño de ser cantor de tangos.
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