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Arranca Donostia con sabor latino

Presentada en la sección oficial Chicogrande del mexicano Felipe Cazals sobre Pancho Villa y, en la sección Horizontes Latinos, la primera película como director del actor Diego Luna

Arranca la conferencia de prensa de Chicogrande, el filme con el que se inicia hoy la 58ª edición del Festival de San Sebastián y Felipe Cazals, veterano del cine mexicano, saca sus colmillos. Al viejo luchador de 73 años aún le mueve la pasión, la lucha social, y ha escogido un episodio de la vida de Pancho Villa, cuando herido se refugia en la sierra Chihuahua, mientras los estadounidenses le buscan infructuosamente, para hablar de esos personajes secundarios capitales en las biografías de los héroes. Chicogrande era un lugarteniente de Villa, un hombre que vivía por y para la Revolución, y que cruzó las líneas enemigas para encontrar un médico que salvara a su líder.

"Hoy en día se ha perdido cumplir la palabra. Sin embargo, Chicogrande creía en el honor, en la lealtad. Este filme es un western porque en este género la acción define al hombre; a Chicogrande la acción que le define es la lealtad", dice el director. Tanto líder escondido en las montañas y tanto estadounidense con las orejas gachas que no entiende por qué el pueblo no le quiere provoca un inmediato paralelismo con la actualidad. "Obivamente, así lo hicimos". Y entonces Cazals defiende la necesidad de mantener hoy en día los valores del villismo, la necesidad de enfrentarse a las desigualdades sociales, y lamenta cómo el cine mexicano ha triturado la Historia para hacer pastiches. "Fernando de Fuentes sí dirigió obras maestras como Compadre Mendoza (1933) o ¡Vámonos con Pancho Villa! (1935). Sin embargo son excepciones en nuestro cine, más dado a cosas horrorosas como La cucaracha, que me parece abominable. A Zapata el cine le ha respetado más". Cazals es un clásico, y la charla con él, un compendio de frases rotundas, llamadas al alzamiento y un recorrido por el mejor cine mexicano, como cuando se detiene en Emilio Fernández. "Respeto su figura, pero sobre todo me gustan esas obras que otros consideran menores".

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Con Chicogrande, el cine mexicano abría la sección Oficial, y con Abel, el cine mexicano abre Horizontes latinos. El actor Diego Luna (Y tu mamá también, Mi nombre es Harvey Milk), el compadre de Gael García Bernal, debuta como director con una pequeña película, una opera prima hecha con amor, que de la mano de un niño de 9 años con problemas mentales que vuelve a su casa tras una larga estancia en un centro de salud ahonda en la familia. "Dirigir es lo más emocionante que me ha pasado en la vida", asegura Luna, y eso que huye de la típica respuesta obvia ahora que ha sido padre. "Abel no es más que el amor de una madre por su hijo, y así he restañado heridas de mi pasado, porque yo perdí a mi madre con tres años. He fantaseado mucho tiempo en torno a la figura materna, y de ahí nace Abel". De ahí, y de tener a John Malkovich como productor, que no está nada mal.

Aunque la joya auténtica del día la aporta la sección preparada para ello, Zabaltegi Perlas, lo mejor de otros festivales, que se inicia con Poetry, un filme coreano, una maravilla que se llevó el premio al mejor guión en el pasado Cannes. Su protagonista, una mujer de 65 años, lucha a la vez con un inicio de Alzhéimer, con el nieto que vive con ella, culpable de una violación, y con sus pinitos en la poesía. La lucha social y el desarraigo, marcas de la primera jornada del Zinemaldia.

JESÚS URIARTE

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