El padrino del cine español
Richard Peña, recientemente condecorado con la Orden de las Artes y las Letras de España
Pedro Almodóvar es dios en el cine estadounidense. Los grandes actores le veneran, los directores le idolatran, y tiene un público que ansía ver sus películas. Por supuesto, la mayor parte de este éxito radica en su talento y en ese universo particular que plasma en el celuloide. Pero también ha habido gente que le ha apoyado en Nueva York y Los Ángeles, y uno de estos padrinos ha sido Richard Peña.
Peña es el hombre en la sombra, el mejor ejemplo de la importancia de un buen programador, de un olfateador de talentos, de un cazador de tesoros cinematográficos. Neoyorquino de 57 años, cuando era un crío, ya le apasionaba el cine de autor y sus abuelos le llevaban a ver películas en español -desciende de familias españolas y puertorriqueñas- en el teatro Elgin, en Chelsea. Supo convertir su cinefilia en una profesión, y tras licenciarse en Harvard y realizar un máster en cine en el MIT (no todo va a ser ciencia en el instituto tecnológico más famoso del mundo, el de Massachusetts), viajó por Suramérica, se empapó del celuloide de países como Brasil o Argentina. Dirigió la parte de cine de Instituto de Arte de Chicago, y en 1988 recaló en la neoyorquina Film Society del Lincoln Center, en una especie de vuelta a casa. También es responsable del festival de cine de Nueva York, una ventana abierta a cinematografías de todo el mundo, y de varias muestras, entre ellas Spanish Cinema Now!, centrada en el cine español, una rendija por la que llegan a la Gran Manzana las películas españolas.
La semana pasada, por tal currículo, Peña vino a España a ser condecorado con la Orden de las Artes y las Letras de España. "Es un honor, por lo que significa tamaña mención para un nieto de españoles, un hijo de inmigrantes", asegura. Peña es grande, voluminoso, se le atranca alguna palabra en su español más que fluido, y le encanta hablar de cine. Recostado en un sofá de la Academia del Cine español, recuerda que trabaja con cine de muchas nacionalidades: "Pero España es algo muy especial, y hay aún mucho cine español que divulgar, poco conocido fuera, décadas del siglo XX que no se han visto en EE UU. Y por supuesto, no puedo olvidar el que se hace ahora, que es muy universal". En Nueva York hay varios centros donde se proyectan películas españolas: "Es cierto, pero hay un detalle que me parece muy interesante. El cine español es la única cinematografía en castellano que congrega a todas las comunidades castellanoparlantes. Y eso es muy importante".
Richard Peña asegura que disfruta mucho de su trabajo, que es satisfactorio y a la vez una lucha constante. "Nunca habrá un momento en que digamos: 'Ah, hemos llegado'. Sé que cada año debo levantar el certamen y batallar con los medios, con los presupuestos...". ¿Por qué cine español? ¿Era el que le gustaba? "Cuando se abrió la sala del Lincoln Center, yo ya había contactado con gente aquí en España, y vimos las posibilidades. De ahí salieron ya el certamen actual y las retrospectivas de cineastas como Fernando Fernán-Gómez". Un inciso para abominar la ley de Emigración de Arizona, "como entenderás, estoy en completo desacuerdo, es una fantasía blanca para un control racista de la población", y para recordar a su familia. "Mi abuelo era de Burgos, y de puertas adentro solo nos dejaba hablar en español. Fuera de casa, como si lo hacíamos en chino. Mis abuelos salieron durante la Guerra Civil, y para nosotros España era algo fantástico y prohibido. Si había algún acto cultural en la ciudad, sospechaban de su función política". Peña empezó a venir a España, pero ni su madre ni sus abuelos volvieron. "Les quedó el regusto amargo".
En el cine español en Nueva York, por supuesto, no todo es de color rosa. Sí, el público estadounidense sabe quién es Almodóvar, y a muchos les suena Jaume Balagueró, pero aún quedan muchos más espectadores por conquistar y salas de cine a las que llegar. "Falta continuidad en el esfuerzo. Los cineastas franceses tienen mucho más éxito de taquilla que los españoles, y ni su cine es mejor, ni hay más gente que hable francés que es español. Ellos sí han sido constantes en sus esfuerzos. En Estados Unidos entre un 12 y un 15% de ciudadanos usan el español. Hay un gigante dormido que debemos despertar". Pero, ¿no es cierto que el público afroamericano apoya su cine, mientras que el latino lo desprecia un poco? "No creo que sea exactamente así. El afroamericano no se interesa en nada por el cine africano, sí por sus comedias hollywoodienses con Martin Lawrence. Sin embargo, en mis ciclos las salas se llenan con filmes españoles. Ojalá, y doy la idea gratis, alguien abra en Nueva York un cine que proyecte películas en castellano: pueden ser antiguas, contemporáneas, un thriller, una comedia... Creo que tendría su éxito". Esto es volver un poco a los cineclubs, alejándonos de la distribución por Internet. "No, cada cosa tiene su sitio. En EE UU, funciona muy bien el Video on demand" (video a la carta). Gomorra ganó en taquilla tres millones de dólares, y en VOD otros dos.
Esa podría ser una buena estrategia para el cine latino. Cuando en diciembre presentamos Spanish Cinema Now!, ¿por qué no ofrecer a la vez una selección de esos títulos en VOD para la gente que vive lejos o solo puede venir una noche?. ¿Existe un género en el que destaque el cine español? "Como pasa con otros países y otros artes, si hay un genio, en este caso Pedro Almodóvar, el resto de las obras se comparan con su trabajo. Son más cercanas a Pedro, son menos cercanas a Pedro. Pedro, aunque para mí es el mejor realizador europeo en activo, no es todo el cine español, y eso es injusto con los otros creadores".
¿Y el futuro? "Me interesa lo que hace mi ex alumno de la universidad de Columbia, Daniel Sánchez Arévalo, es muy talentoso". También apuesta por Icíar Bollaín, y cómo no, por [Rec] y [Rec 2]. "Llegan a gente joven, sorprenden a espectadores que no saben que en el cine europeo no todo son películas de auteur al uso, y que se rueda mucho género". Para ese futuro, un sueño: "Estoy intentado levantar una muestra sobre comedias españolas de los sesenta, que eran subversivas. No se han visto en EE UU, donde solo estrenó Carlos Saura". A por ello va ahora el padrino neoyorquino del cine español.
Babelia
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