Cartagena y Ventura, el triunfo del oficio
En la corrida que envió Fermín Bohórquez, entraron tres toros con más de 600 kilos: los impares. Uno en cada lote. Mucho volumen en los tres, 611, 624 y 620 kilos, respectivamente. De ellos, el tercero, primero de Leonardo Hernández, fue el que sacó más pies y planteó más batalla. Dura batalla. Tanto, que el joven rejoneador se salvó de dos percances serios de forma milagrosa. En el primer envite, el toro le comió terreno y lo estampó literalmente contra el burladero de capotes. El caballo fue el más damnificado del trance, que tuvo que ser retirado. El segundo susto, en el mismo platillo. Un golpe seco del toro, que volvió a sorprender, hizo descabalgar al jinete, que rodó por la arena. No fue el mismo toro tras esos dos momentos dramáticos. Se volvió reservón, esperó y acabó parado. Leonardo Hernández pagó caro haber castigado sólo con una farpa de salida al toro. Entre sustos y pasadas en falso, acabó la pesadilla.
Feria de Julio
Bohórquez / Cartagena, Ventura, Hernández
Toros de Fermín Bohórquez, despuntados reglamentariamente. Con presencia. De poca entrega en general.
Andy Cartagena: estocada (dos orejas); entera (dos orejas).
Diego Ventura: Entera (oreja); entera (dos orejas).
Leonardo Hernández: cuatro pinchazos y entera (silencio); entera muy trasera y dos descabellos (ovación),
Plaza de Valencia, 18 de julio. 1ª de Feria. Más de media.
Siete orejas se repartieron Andy Cartagena y Diego Ventura. Más triunfalismo que triunfo, aunque ambos hicieron un derroche de oficio y conocimiento de terrenos. Al toro que abrió la corrida, mansito de salida, lo enceló pronto Cartagena. Dos farpas a la grupa. Banderillas al violín. Alardes en la cara con rizos llamativos. Muy templado siempre el toro a la cola del caballo. Con el voluminoso toro medio apagado, llegaron más concesiones: tres cortas también al violín y adornos finales haciendo el teléfono. La estocada, de efectos fulminantes, desató la euforia en el tendido. Menos entregado de salida el cuarto, que también flojeó un pelo. El temple siempre por encima de todo. Dos farpas de entrada y ración de banderillas. Con el toro ya parado, Cartagena tuvo que poner lo de los dos. Hubo de llegarle mucho para clavar. Un par a dos manos, el único en toda la tarde, fue meritorio. Otra estocada dejó listo el toro. Más euforia. Más triunfalismo. Cartagena, al copo de orejas.
La primera farpa que recetó Diego Ventura dejó al segundo toro tocado para los restos. Rodó el de Bohórquez por el suelo, aunque se sobrepuso para aguantar la faena. Solo una farpa dejó la lidia en manos de banderillas, largas, medianas y cortas. Sacó para ello a Revuelo y Morante, dos caballos bien enseñados, sobre todo este último: un espectáculo. El temple lo mejor, pero clara tendencia a clavar al estribo. Con Califa, equino de seria valentía, cerró la lidia con tres cortas en noria, sin salir de la cara. Tampoco fue un dechado de entrega el quinto, otro de los toracos que saltaron. Provocó Ventura para que el de Bohórquez, con pocas ganas de pelea, llegara al caballo. El oficio de Ventura reinó. De costado se llevó al toro para clavar banderillas, esta vez a lomos de Ginés. Y tres rosas finales, en rizo continuo, fue colofón luminoso. Estocada. Dos orejas para el hispano-portugués.
La tarde la cerró otro de Bohórquez que poco a poco perdió fuelle. Algo nervioso de salida Hernández, todavía no liberado de los sustos de su toro anterior. Marró en el primer rejón, pero mejoró en banderillas. Dos al quiebro, logradas. Se asentó y las dos cortas al violín fueron celebradas. Pero no culminó a la hora de matar.
Babelia
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