"El reconocimiento todavía nos supone más tiempo y esfuerzo a los negros"
Entrevista a Sharon Jones, cantante de 'soul' que actúa esta noche en Madrid
La gran Amy Winehouse le debe parte de su éxito a los Dap-Kings, una banda de soul con sección rítmica y de metal en absoluta incandescencia, pero Sharon Lafaye Jones (Augusta, Georgia, 1956) había llegado antes. Esta mujer menuda, oronda y de carácter arrollador trabajó como funcionaria de prisiones, guardia de seguridad y empleada de Correos y Justicia antes de que en 1996 la descubriera el productor Gabriel Roth, que al poco fundó la discográfica Daptone Records en unas naves de Brooklyn. Tras algún tiempo de corista con el mítico cantante de funk Lee Fields, Sharon Jones ha grabado ya con nombre propio un total de cuatro discos en los que los acontecimientos se suceden como si viviéramos en los años 60 y hubiésemos colocado sobre el giradiscos alguna de las grandes producciones de los sellos Stax o Motown.
Jones ha ofrecido varios conciertos en La Boîte de Barcelona y hace un par de años fue una de las triunfadoras en el Womad de Las Palmas, pero la de esta noche (Joy Eslava, 21.15 horas, 23,20 euros) es su primera actuación en Madrid. Y una oportunidad estupenda para comprobar si el repertorio de I learned the hard way, su cuarto álbum, suena en directo aún más volcánico y añejo que en los estudios (analógicos, por supuesto) de la banda.
-Pregunta: ¿Por qué cree que el soul ha cuajado con tanto fervor en estos últimos años?
-Respuesta: Porque es muy buena música. Cuando hablamos de soul nos referimos a un sonido que sale del alma y llega al corazón de los demás. Qué demonios: a mí esa música de ahora que se elabora con programas informáticos me suena toda igual, qué quiere que le diga...
-P: ¿Le da envidia que artistas como Amy Winehouse hayan llegado más lejos que usted?
-R: Amy tiene una gran voz, pero nosotros llevamos más tiempo en la pomada. Lo que sucede es que los artistas blancos siempre lo han tenido más fácil. Recuerde que Elvis imitaba la forma de cantar de los negros, pero los artistas de color tenían prohibido aparecer en las portadas de los discos.
-P: ¿Usted también ha sufrido la discriminación en sus carnes?
-R: Yo nací y me crié en un lugar y una época de enorme tensión racial. Los negros no podíamos beber de las mismas fuentes ni usar los mismos lavabos que los blancos. ¿Usted se imagina lo que es eso? Comprenderá que odio cualquier tipo de discriminación.
-P: Pero a veces, todavía, el reconocimiento es más difícil...
-P: Sí, a los músicos negros todavía nos supone más esfuerzo y más tiempo. Volvemos a lo de antes. Yo no soy ninguna muñequita y, además, el color de mi piel es oscuro. Por eso no puedo pretender que una multinacional quiera fichar a una culona como yo. Ellos no buscan el talento, pero me da igual: yo ya tengo mi sitio y hago lo que me gusta.
-P: ¿Llegó a pensar en tirar la toalla?
-P: No, pero me desquiciaba el discurso: "Tienes una gran voz, pero eres bajita, demasiado gorda y demasiado negra. Nena, dedícate a otra cosa". Pasan los años y a todo lo anterior se le suma que vas teniendo demasiada edad, pero nunca desistí. Sabía que mi voz era un don que Dios me había dado.
-P: Usted se pasa todo el año con los músicos de The Dap-Kings. ¿Es dura la convivencia?
-R: Al contrario, llevo con estos chicos casi 15 años y somos como una gran familia. Mire, acabo de cumplir 54 y han pasado demasiados hombres por mi vida que me defraudaron. Ahora mismo me quedan mi música y los Dap-Kings.
-P: En Better things, la pieza más contagiosa de su último álbum, asegura: "Tengo cosas mejores que hacer que andar recordándote". ¿El desamor es una buena gasolina creativa?
-R: Seguro, aunque yo no escribo las canciones y esta habla de los problemas de los chicos de la banda y de la vida en general. Eso sí, me aprendí Better things nada más escucharla: es tan buena como las demás, pero no podía parar de canturrearla.
Babelia
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