Madrid, ¡Por todos los cielos!
PhotoEspaña organiza un safari con 36 fotógrafos por cinco azoteas emblemáticas de la capital
"Tengo un vértigo tan mortal que creo que voy a terminar vomitando". No todos los días se puede estar a casi 89,30 metros de altura sobre el asfalto de la Gran Vía de Madrid. Lo dice Ana, una de las 36 participantes en el safari fotográfico que a última hora de la tarde del jueves organizó PhotoEspaña para dar la oportunidad a aficionados y profesionales de tomar instantáneas desde cinco azoteas de la ciudad que normalmente no son accesibles al público en general.
El reloj de neones rojos por el que se guían una buena parte de los madrileños que viven en el centro de la ciudad, parece muchísimo más grande cuando se tiene a escasos cuatro metros de la cara y la vista de la ciudad invita al tópico: es cierto, uno se siente como un halcón. "Es muy curioso poder fotografiar desde aquí, este edificio lo hemos retratado miles de veces al pasear por la Gran Vía, pero nunca desde su azotea", asegura Margit Meier, una fotógrafa nacida en Estonia y que ha sido una de las agraciadas para participar en esta actividad.
Divididos en 3 grupos de 12 personas la cacería comenzó a las ocho de la tarde. La primera parada: la habitación 308 del hotel Gaudí en el número 9 de la Gran Vía. No pudo subirse a la azotea del inmueble al encontrarse en obras, pero el lienzo que conformaban los edificios de la acera de los pares sufrieron el fusilamiento de cámaras reflex, compactas, teleobjetivos... "Me da la impresión de que está todo el mundo muy serio, de que hay un poco de competitividad aquí", decía Margit ya en la puerta del hotel tras la primera parada. "Una de las cosas que quería también al participar en esta propuesta era conocer a otros fotógrafos, pensé que iba a ser todo más lúdico", se quejaba la rubia fotógrafa.
Pero aquello no había hecho más que empezar. En el último piso del edificio de Telefónica todo se relajó mucho más, unos comenzaron a tomarse fotos de otros, incluso a prestarse los trípodes, a copiarse tomas, a enseñarse imágenes de recuerdo. Y cada vez más sueltos: en la azotea del edificio Capitol, sí, ese del anuncio de Scheweppes de Callao; en la impresionante última planta del hotel Tryp Cibeles y finalmente en la accesible azotea del Círculo de Bellas Artes donde Minerva observaba impasible a toda esa panda de chiflados por la mejor imagen del cielo de Madrid.
Lo peor llegó más tarde. Lo peor y lo más democrático. Cada uno de los participantes tuvo que elegir tan solo 10 instantáneas de todas las fotos que había tomado y descargarlas en ordenadores de la organización. "Es muy difícil elegir así con esta rapidez", decía José María Cuéllar, otro de los participantes. "Y más todavía elegir dos de esas 10". Y es que durante el día de la fotografía, hoy viernes a las nueve de la noche, los participantes podrán ver proyectadas en el templo de Debod esos dos sueños que capturaron cuando pasearon por los cielos de Madrid.
Babelia
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