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Santuario de mansedumbre

El festejo transcurrió entre toros huyendo de los capotes y uno o varios toreros corriendo detrás de ellos. Y banderillas, muchas banderillas

Un año más, el hierro de Samuel Flores se ha consagrado como uno de los santuarios sobresalientes de la mansedumbre ganadera de este país. Bonitos de estampas los seis que salieron al ruedo, y bien armados, pero, con la excepción que confirma la regla, no será fácil encontrar ejemplares más mansos, más descastados, con menos clase y tan deslucidos como los que ayer se lidiaron en Las Ventas. No tenían mala condición, sino nula calidad. No atendían a los engaños, buscaban las tablas con desesperación, embestían -es un decir- con la cara por las nubes, distraídos y sosísimos.

Inválido y lisiado salió el primero, que provocó las protestas del respetable, pero no la decisión presidencial de devolverlo a los corrales; acobardado hasta pedir auxilio el segundo, que se escondió en las tablas de toriles; otro manso y sin fijeza el tercero; un toro para quitarle las moscas el quinto; y quedan el cuarto y el sexto. El cuarto fue el único que metió la cabeza en el peto del caballo, aunque lanzó una coz a Padilla cuando intentaba sacarlo, y se dolió en banderillas; pero es verdad que derrochó nobleza en la muleta y permitió el lucimiento del torero; y el sexto, de la misma condición que los anteriores, fue a más en el tercio final y llegó a embestir con cierta boyantía. Las excepciones reseñadas no evitan el fiasco ganadero, todo un dispendio de kilos de mansedumbre.

FLORES / PADILLA, ENCABO, GARCÍA

Toros de Samuel Flores: bien presentados, mansos de libro, sosos, deslucidos y sin clase; destacó el cuarto por su nobleza, y el quinto en el tramo final.

Juan José Padilla: casi entera baja (silencio); bajonazo (petición de oreja y gran ovación).

Luis Miguel Encabo: cuatro pinchazos (silencio); cuatro pinchazos, un descabello y el toro se echa (silencio).

Iván García: bajonazo (silencio); estocada (aviso) y un descabello (palmas).

Plaza de Las Ventas. 26 de mayo. Vigésimoprimera corrida de la feria de San Isidro. Lleno.

A pesar de lo reseñado, ese toro cuarto propició que Padilla trazara un par de tandas con la mano izquierda que tuvieron sabor. El torero dio la impresión de que no se arrebató con ese buen pitón del toro, pero ahí queda el reflejo de unos momentos de gloria entre tanto aburrimiento. La faena, no obstante, no fue de oreja, ni por su contenido, ni por su final, pues mató de un bajonazo. Y García, de nombre Iván, aprovechó de la mejor manera que pudo las nobles embestidas del sexto, y algunos naturales surgieron templados, pero, quizá, sin el enfado necesario. ¿Y el resto? Pues el resto del festejo transcurrió entre toros huyendo de los capotes y uno o varios toreros corriendo detrás de ellos. Y banderillas, muchas banderillas.

No se olvide que la terna estaba compuesta por tres diestros llamados banderilleros. Pero, después de lo visto, no es acertada tal denominación. Lo suyo fue, en verdad, un tormento que debieron evitar a toda costa. Ponen banderillas, sí, pero hacen la suerte como Dios les da a entender, con más flamenqueo que acierto, con mucha voluntad pero nula calidad. Incomprensible, por ejemplo, que en el fragor de la protesta por la invalidez del primero, Padilla invitara a sus compañeros a banderillear a su moribundo oponente. Y allá que se fueron los tres a componer una estampa más propia de un sainete que de una corrida de toros. Volvieron los tres a colocar garapullos en los dos toros siguientes, y Padilla puso los tres pares al cuarto. Qué quieren que les diga... Un horror. Para esa faena, mejor se queda uno en el burladero y deja a la cuadrilla hacer su trabajo. De hecho, así ocurrió en los dos últimos toros y el público lo agradeció sobremanera.

Encabo tuvo un lote para lidiarlo por la cara y acabar cuanto antes. Lo intentó sin muchos recursos, y pasó apuros y desapercibido. Sus compañeros hicieron lo que pudieron, que fue muy poco, en sus primeros toros. En suma, un fiasco ganadero, y unos toreros banderilleros que bien podrían hacer un replanteamiento de sus habilidades

Padilla coloca una banderilla al cuarto de la tarde.
Padilla coloca una banderilla al cuarto de la tarde.CLAUDIO ÁLVAREZ
J. J. Padilla, que la última vez que actuó en Las Ventas, hace cuatro años, se enfrentó a parte del público madrileño, ha estado a punto de cortar una oreja hoy tras torear al natural al cuarto toro de Samuel Flores. Con una corrida baja de raza, Iván Gª mostró disposición, mientras que Encabo apenas tuvo opciones. <a href=" http://www.elpais.com/toros/feria-de-san-isidro/"><b>Vídeos de la Feria de San Isidro</b></a>

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