Unai Elorriaga: "Quizá lo que quiera el lector que se para ante un libro sea todo lo contrario al estrés de Internet"
Respuesta del autor de 'Vredaman' a las preguntas de EL PAÍS
1. Para mí, que estudié la carrera y comencé a trabajar de profesor y traductor sin Internet ni correo electrónico, la llegada de ambas fueron como una bendición. Como escritor, es evidente, me aportan muchísimo. Internet me da la oportunidad de acceder a mucha información en muy poco tiempo. Seguramente esa información únicamente sirve para iniciar una investigación que después continúa en los libros, pero aporta datos inesperados que sería imposible hallar de otra forma. El correo electrónico (y todas sus variantes), por su parte, es indispensable, además de inmediato, para la comunicación a larga distancia. Yo tengo mi agente literario en Alemania, me comunico con mi editora estadounidense en un segundo y continuamente, me llegan correos de Argentina o Polonia comentándome mi obra, sé lo que piensan mis lectores alemanes o un profesor de la universidad de Boston.
2. Es evidente que detrás de todas estas nuevas tecnologías hay seres humanos, en la información que atraviesa Internet se habla sobre seres humanos y los que hablan a través del Messenger son seres humanos sobre problemas de seres humanos. Claro está que algunos seres humanos seguirán llamándose Pol Pot o Himler o Idi Amin y otros elegirán como nombre Nelson Mandela o José Arrizabalaga, un tío mío que estuvo en la guerra, primero de gudari y después de preso desactivando bombas y que cuando yo lo conocí no se enfadaba jamás.
3. Imagino que la gente maneja tanta información que los escritores no podemos seguir escribiendo como se escribía en el siglo XIX o en gran parte del XX. Es decir, probablemente el escritor del futuro escribirá como vuela por Internet, con rapidez, saltando de un tema a otro, no deteniéndose demasiado en detalles perezosos (me refiero a lectura de las obras no a la concepción). O no. Quizá lo que quiera el lector que se para ante un libro sea todo lo contrario al estrés de Internet. Imagino que, como siempre, se seguirán vías muy diferentes.
4. El futuro del libro lo imagino como el pasado y como el presente: en manos de una minoría. Los lectores siempre hemos sido minoría a pesar de que pretendamos lo contrario. En ocasiones minorías más grandes, en ocasiones prácticamente nulas, pero minorías siempre. Es probable, por otro lado, que poco a poco se imponga el libro electrónico cosa que me parecería mucho más justa en muchos aspectos. Otro cosa será cómo administrar ese paso del papel al libro electrónico. Dice mi mujer que se deberían dejar bajar los libros gratis y que una vez leídos sea el lector el que decida si pagar o no al autor y, lo que es más atractivo, cuánto pagar. Creo que el libro de papel se debería mantener, pero con tiradas mucho más limitadas y casi como artículo de coleccionista. Imagino que solamente deberíamos comprar aquellos libros que verdaderamente supongan algo muy importante para nosotros y que nuestra biblioteca fuese mucho más reducida.
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