Mucho más que 'letritas'
El cine se resiste a prescindir de los títulos de crédito ante el auge creativo de la televisión
En el cine, antes de que se enciendan las luces, antes de correr al baño, antes incluso de encender el móvil, todavía hay mucho que contar. O eso creen los creativos responsables de los títulos de crédito, coloquialmente conocidos como 'las letritas'. Una especialidad del diseño gráfico que en los últimos años disfruta de un resurgimiento, cortesía de la industria televisiva y del creciente respaldo de Hollywood. Dos apoyos que están haciendo de estos prólogos/epílogos mucho más que tipografías con las que se presenta o se despide el equipo de la película. Son los hijos digitales de la escuela que popularizó Saul Bass y que se reivindican como un género propio con mucho arte.
A mediados de marzo, el festival South by Southwest, referente mundial en todo lo que destile frescura, otorgó por primera vez en su historia un premio a la excelencia en diseño de titulación a Zombieland (2009). Para los que la hayan visto, lo mejor de la película. Y para los que no, una desternillante sucesión de reglas con las que hacer frente a un ataque de zombis. Ben Logan, su creador, tiró de cámara lenta y del tema For Whom the Bell Tolls de Metallica para transmitir tensión. ¿El propósito? Mejorar la historia. "No queríamos poner las letras sin más. Ruben Fleischer (el director) deseaba que los primeros minutos explicaran la locura de un mundo plagado de zombis y así lo hicimos. Los títulos son buenos cuando te meten en la película".
Los entendidos hablan de referentes como Kyle Cooper y su trabajo para 'Se7en' o de la herencia de Saul Bass
"No se puede vivir de esto en Europa porque no hay industria. Tienes suerte si llegas a cubrir gastos", dicen en el estudio Dvein
Los directores emplean los créditos para sorprender al inicio o dar soluciones narrativas a un final abierto
Para los expertos, lo mejor de ahora se hace en la televisión, como en 'Dexter' o 'Mad Men'
A pesar de llevar años en crisis, hace mucho que los títulos de crédito dejaron de ser simplemente prácticos, o tipo película de Woody Allen, para volverse artísticos, como demuestran las piezas para las producciones 12 Monos (1995), Casino Royale (2006) o Juno (2007). Los entendidos hablan de los títulos del gurú del diseño Kyle Cooper para Se7en (1995) como punto de inflexión de esta especialidad. Otros insisten en que todo lo que se hace no es más que una evolución del trabajo de Saul Bass, el diseñador gráfico que colaboró, entre otros, con Hitchcock haciendo de su trabajo el paradigma en el sector.
"Hollywood no se arriesga y repite una y otra vez lo que sabe que funciona. Vivimos un momento nuevo, pero el mercado no lo absorbe". Carlos Pardo y sus compañeros de Dvein entraron por la puerta grande en EE UU de la mano de Cooper cuando firmaron los créditos de Spiderman 3 (2007). "En Europa no se puede vivir sólo de esto porque no hay industria y tienes suerte si llegas a cubrir gastos. Y hacerte un hueco en EE UU es muy difícil" asegura desde su estudio de Barcelona.
Lo mejor, en televisión
Al igual que Physalia Studio u OnionLab (Yo soy la Juani), Dvein apuesta por la polivalencia para sobrevivir en un mundo hermético. "Trabajamos en festivales, conferencias y hemos hecho publicidad para marcas como Diesel, Nokia o National Geographic. Pero el sueño de todos es hacer títulos de películas", afirma Pardo.
Una vez superado el escollo del presupuesto, los directores emplean los créditos para sorprender al inicio o dar soluciones narrativas a un final abierto. Los títulos complementan la historia o conforman un relato en sí mismos. Para los expertos, lo mejor de ahora se hace en televisión. Joan Lau, directora artística de los indie-títulos de 500 días juntos, señala como uno de sus favoritos la pieza de apertura para la serie Mad Men con música del productor RJD2: "Cuanto más simple, mejor. Y en estos hay un lado icónico que te hace querer volverlo a ver una y otra vez".
Aunque también hay excepciones. "El logo de Perdidos es una chapuza, pero las presentaciones de A dos metros bajo tierra o Dexter son sencillamente excelentes. Las dos son de Digital Kitchen", explican en Dvein.
¿Tan importantes como la película?
En la gran pantalla hay títulos de crédito para todos los gustos; de estética cómic, como Lemony Snicket (2004) o 300 (2006); y coloristas, como los de Atrápame si puedes (2002). En la página especializada Art of the Title puede verse una selección de ellos.
"Ahora es muy común ver trabajos interesantes al comienzo o al final de la película. Muchos espectadores incluso se extrañan si no están". Todd Hemker, de Yellowshed, dirigió los títulos finales para Lluvia de albóndigas (2009). Habló con los realizadores Phil Lord y Christopher Miller y pactó con ellos un final en el que primara una "absurda nota de felicidad" vía Photoshop y After Effects. El resultado, inspirado por El submarino amarillo o los Monty Python, fue un collage de arcoiris y árboles con forma de piruleta.
Danny Yount, de Prologue, compagina cine y televisión. Dirigió los títulos finales del Sherlock Holmes (2009) de Guy Ritchie y supervisó la intro de la serie The Pacific (2010). Para él, que sigue sin entender por qué la titulación no se concibe como un arte, todo gran producto necesita una introducción. "En The Pacific me gustó mucho la idea del punto de vista del soldado entrando en combate. Lo que buscábamos era que el espectador sintiera cómo es ese momento. Recuerdo que alguien me comentó que era angustioso. Y me sentó como un halago. No puedo imaginar algo más horrible".
¿Se están convirtiendo en algo tan importante como el filme? Mark Medernach, responsable de la secuencia final de Madagascar 2 (2008), duda cuando se le pregunta. "Mejoran y complementan la experiencia. Los considero como la cubierta de un libro, que si es buena anima a la lectura". Conrad es más directo: "Si la película es terrible, no funcionan aunque sean buenísimos".
Para juzgarlo, la próxima vez que se enciendan las luces no encienda el teléfono. Quédese para disfrutarlos. La entrada sale por el mismo precio.
Babelia
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