El paso fugaz de Norman Foster por Oviedo
El arquitecto recogerá esta tarde el Premio Principe de Asturias de las Artes
Norman Foster llegó esta mañana en su jet privado, con su mujer, Elena Ochoa, y una exquisita ristra de camisas y corbatas en los límites entre la elegancia, la estridencia y el dandismo. Lo que no se trajo consigo fue tiempo de sobra. Después de la ceremonia de entrega de los premios Príncipes de Asturias (a las 18.30), donde recogerá su diploma en la categoría de las Artes, se irá de Oviedo por donde vino, rumbo a Pekín.
Con puntualidad de Manchester (allí nació en 1935) se presentó a su cita con las gaitas a las puertas del Hotel de La Reconquista, solemne punto de encuentro de las elites culturales y científicas del mundo en estos días. Acto seguido, con otro traje, atendió a la prensa. "Me gustaría que quedase claro que la arquitectura es un arte colaborativo y que este premio es también para la gente que trabaja conmigo, en ocasiones desde hace más de 35 años, en un estudio en el que se hablan 45 idiomas y que acoge el mejor talento joven del mundo".
Habló del pasado -por ejemplo, de la querencia que siente por su edificio del Reichstag en Berlín- pero, sobre todo, del futuro. "Ayer mismo estaba en Nueva York, pensando un edificio y nos dijimos que podíamos ahorrar entre un 60 y un 70% de la energía que se emplea en calentarlo en invierno y mantenerlo fresco en verano. La mayor parte del tiempo la temperatura natural es la adecuada. Y no solo es una cuestión de los edificios, también lo es de las infraestructuras, el pegamento que une a esas construcciones. Gran parte del impacto medioambiental se debe a los procesos humanos de ir de un sitio a otro".
En cuanto a sus proyectos, declinó hablar de la anunciada aventura de construir en la cercana Avilés, y explicó las vicisitudes que atraviesa el nuevo estadio del Camp Nou como en aquella canción de Frank Sinatra. "That's life", dijo. "La arquitectura es como la vida, pasa por diferentes procesos, por negociaciones, por altos y bajos..."
Foster y su esposa asistieron después, cuando el sol del mediodía se apoderó del cielo ovetense para ahuyentar los malos pronósticos meteorológicos, a la recepción con los Príncipes, junto al resto de los premiados, los patronos de la Fundación y los presidentes del jurado.
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