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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El teatro de ayer y de siempre

Nuria Espert dirige en el Liceo 'Turandot'

Turandot en el Liceo. La misma producción de Nuria Espert que inauguró en 1999 la reconstrucción, la misma que se puso en 2005 -con el mismo director musical, Giuliano Carella- sirve ahora para conmemorar la primera década del "Liceu de tots" (Liceo de todos), según placa de metacrilato que Josep Caminal colgó en el atrio. Bueno, para quien escribe, esta Turandot se relaciona más con el "Liceo de tota la vida" que con el "de tots", con el de las décadas previas al siniestro más que con el centro público de cultura en el que bien o mal se ha convertido durante estos años. Y no es que a uno le parezca mal cierto guiño a las melodías de ayer y de siempre para dejar contentos a los espectadores menos propensos a las turbulencias, precisamente porque ese carácter público debe aspirar a satisfacer todo tipo de demanda. Ahora bien, el "Liceu de tots" para mí no es éste, sino el de Il ballo in maschera de Calixto Bieito o el del Lohengrin de Peter Konwitschny. O también el de algunas sesiones golfas que se han celebrado en el foyer, suprimidas por restricciones presupuestarias.

TURANDOT

De Puccini. Intérpretes: Maria Guleghina, Marco Berti, Ainhoa Arteta, Stefano Palatchi, Gabriel Bermúdez, Eduardo Santamaría y Vicenç Esteve Madrid. Director musical: Giuliano Carella. Dirección escénica: Nuria Espert. Orquesta y Coro del Liceo. Teatro del Liceo. Barcelona, 21 de julio.

Esta Turandot no hace daño a nadie, muy al contrario. Mucho dragón, mucho abanico, mucho tabernáculo dorado, muchas túnicas, mucho tocado enjoyado. Ópera en cinemascope: Puccini fue el compositor que mejor comprendió el tránsito al nuevo medio y quién sabe qué hubiera podido hacer en ese terreno, de no haber muerto en 1924, justamente mientras componía Turandot. "In questo punto il maestro è morto" ["en este punto murió el maestro"], anunció grave, dos años más tarde, Arturo Toscanini en el estreno de la obra en La Scala de Milán, y abandonó el podio, pese a que ya disponía del final compuesto por Franco Alfano, discípulo de Puccini y recomendado para esta tarea por el propio director. Es el final que se escucha habitualmente, muy inferior al resto de la partitura. Un final por lo demás absurdo, donde se pasa sin solución de continuidad de la China fauvista y bárbara de los dos primeros actos al país del amor desbordado del tercero. Pretty woman lo cuadra mejor. Nuria Espert trató de remediar ese absurdo haciendo que la frígida Turandot se suicide, incapaz de soportar el calentón sentimental colectivo. Pero la cosa no mejora.

Voces grandes

Todo esto al "Liceo de tota la vida" se la trae al pairo y está en su derecho. A una Turandot se va para escuchar bellas melodías de ayer y de siempre en boca de gladiadores que lancen la red hasta el último piso y la recuperen cargada de aplausos, voces grandes y con aguante que no se arredren ante la densidad orquestal, sino que, muy al contrario, se crezcan con ella. Objetivo conseguido.

Maria Guleghina (Turandot) es todo fuerza y en algún momento hasta grito que descompone la línea, pero siempre coraje. Marco Berti (Calaf) es un tenor de oficio, acostumbrado a los grandes espacios como Verona, un tipo de confianza, aunque la voz no sea la mejor que uno haya oído. Cortó por lo sano el calderón (alargamiento de la nota) del final del Nessun dorma!, como si considerara que una vez servido el agudo el resto ya era relleno. Claro que enfrente se colocó un director sin duda también fiable, pero que maneja unos volúmenes excesivos para no perjudicar al canto.

La sorpresa de la noche fue Ainhoa Arteta (Liù) en su primer papel representado en el teatro de ópera de la que ahora es su ciudad de residencia. Empezó algo nerviosa, pero al final sacó un Tu che di gel sei cinta de espléndida factura. Bien el resto de reparto y coro.

El "Liceo de tota la vida" salió satisfecho.

La soprano María Guleghina y el tenor Marco Berti, durante el ensayo general de la obra.
La soprano María Guleghina y el tenor Marco Berti, durante el ensayo general de la obra.EFE

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