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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Baila o revienta

El grupo británico Arctic Monkeys arrasa en la sala Riviera de Madrid

Para algunos, la música del programa de spinning del gimnasio. Para otros, lo último en música de borrachera. Para casi todos, una de las grandes esperanzas de indie-rock mundial. Los británicos Arctic Monkeys actuaron la noche del viernes en la sala Riviera de Madrid con las entradas agotadas desde hace meses y con la confianza que da tener a más de dos mil fans entregados tema tras tema. Esto va de bailar y disfrutar al ritmo de himnos pop-rock. Ni más ni menos.

El concierto de hora y diez minutos empezó al ritmo de rarezas. Sandtrap, seguido de Circus, para lanzar Teddy picker, el primer trallazo de su segundo álbum Favourite worst nightmare. Para los conocedores, el quinteto de Sheffield va al grano. Ritmos pegadizos, estribillos anfetamínicos y crescendos imposibles para contentar juergas hasta altas horas de la madrugada. Para los iniciados, tenía que llegar el primer hit de la noche, el insolente I bet you look on the dance floor para comprobar de que iba el concierto. Pop-rock. A secas.

Daba igual que el sonido fuera mejorable. Que la puesta en escena recordase a la de un grupo de death-metal por su sobriedad. Que la mayoría del público corease los riffs de guitarra como si se tratase de un estribillo de Amaral. De lo que aquí se trataba era de dar saltos y de rendir homenaje a unos chicos de la Inglaterra profunda que se han convertido cortesía de Internet, y posteriormente reconvertido por la industria discográfica, en el último modelo de grupo con éxito: jóvenes, rápidos, instantáneos.

Y siguen los hits. Balaclava despierta los primeros pogos, When the sun goes down calienta el recinto, Flourescent adolescent levanta los primeros stage-divings y el delirio continua. Modernos con cardigans a la última pierden la raya del peinado entre la multitud mientras el nutrido grupo de ingleses, del mismo Sheffield, de Liverpool, de Manchester, corea a cerveza pelada los himnos de sus ídolos. Cuatro chicos, que ya van con guardaespaldas a las fiestas, que ya juegan en la primera división de lo más grandes del pop-rock.

Finalizan el concierto con un Brianstorm que pone patas arriba las palmeras del Riviera. Pero hay más. Llegan los bis y se desquitan con Nettles seguido de View from the afternoon y un If you were here dedicado a los muchos que se quedaron en la entrada trapicheando con la reventa entradas que llegaron a alcanzar los 100 euros.

El balance de la noche: sigue la fiesta. Los Arctic continúan tocando backstage, algunos bailan al ritmo de Mendetz DJs en la after-party y los fans se marchan a los bares con la sensación que si bien estos chavales no han inventado nada del otro mundo, todavía tienen mucho, muchísimo, que decirnos. En la pista de baile. Recuerda: baila o revienta.

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