Justice y Cornelius sorprenden en el 'Sónar de Noche' del viernes
Los Beastie Boys fueron para muchos irregulares
Pese a que sus nombres no figuraban tan grandes como los de otros en el cartel de este año, los franceses Justice y Cornelius escribieron anoche sus iniciales con letras de oro. Los Beastie Boys fueron para muchos irregulares, y las demás actuaciones del escenario principal de La Fira Gran Vía, el SonarClub, no colmaron las expectativas de muchos, por lo menos las de los más exigentes.
Muchas de las cabezas de cartel no arriesgaron en absoluto, como la esperada sesión de Richie Hawtin, que no se salió ni un milímetro de su guión habitual, repartiendo a diestro y siniestro su techno minimalista y seco. Modeselektor, el dúo alemán de moda, sí que consiguió "avanzar" en lo propuesto en las jornadas diurnas del Sónar, con remezclas sorprendentes de un elegante electro. Simian Mobile Disco también cumplió con lo previsto, cerrando un SonarClub que aprobó con un suficiente.
Los Beastie Boys son un caso aparte. Con más de veinte años de carrera a sus espaldas y multitud de éxitos y premios, un artista puede hacer lo que quiera. Y eso es lo que hicieron en la primera jornada. Pero en su segunda actuación en Barcelona, estaban obligados a darlo todo, a ofrecer al público su habitual show gamberro de punk y rap. Y eso es lo que hicieron. Vestidos como en sus últimos shows, como trajes grises, sombreros y gafas, el trío neoyorquino desgranó sobre el escenario algunos de sus más famosos hits, como Sabotaje o Intergalactic.
Pero el 'Sónar de Noche' no es sólo el escenario principal. Simultáneamente, en otras tres grandes pistas, se cocía lo verdaderamente llamativo y rompedor de la velada. Sin duda, hay tres nombres que no se pueden pasar por alto. El primero de ellos, Justice. El dúo francés ofreció a los presentes todo un collage electrónico en el que con extravagantes mixes sampleaba temas de pop, rock y dance. Una extraña mezcla, surrealista en ocasiones, pero efectista y contundente. De lo mejor de la noche.
El segundo, el del japonés Cornelius. Este si que figuraba en los carteles y en todas las apuestas. Y desde luego que no defraudó. Su pop psicodélico tiñó aún más de color los ya de por sí animados visuales que jugaban con sus acordes. Todo un espectáculo multimedia en el que el cantante manejaba a su antojo todo lo que sucedía en la sala.
El tercero de los triunfadores de la noche, el de los también japoneses Romantica, quienes salieron la pista del Sonar Park para representar el streaptease más teatralizado y moderno del momento. Su leit-motiv, por chocante que parezca, fueron las monjas. Ataviados de tocas religiosas se marcaron, bajo el reflejo de sus potentes visuales, un más llamativo que provocativo desnudo.
Otros nombres tampoco pasaron desapercibidos, como los del gran maestro Timo Maas, Nacho Marco, que cerró ya de día el escenario al aire libre o el de Skream, el niño prodigio de uno de los nuevos estilos que saltaron a la palestra durante la segunda jornada del Sónar 2007, el dubstep venido del Reino Unido.
Babelia
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