China inaugura una estatua ciclópea a orillas del río Amarillo para exaltar el nacionalismo
Con 103 metros es la segunda más alta del mundo y está dedicada a dos legendarios reyes, considerados los padres de la civilización china
China, amante de las obras públicas faraónicas con fines propagandísticos y nacionalistas, ha inagurado hoy con gran fanfarria una estatua ciclópea a orillas del Amarillo que se aleja de la simbología comunista y está dedicada a dos emperadores, todo un símbolo del giro de Pekín hacia sus viejas tradiciones. La estatua en honor a Huangdi y Yandi, héroes legendarios y supuestos fundadores de la civilización china, es además la segunda más alta del mundo con 103 metros. Ushiku Amida Buda (en Ushiku Arcadia, Japón) es considerada la estatua más alta del mundo con 120 metros.
Después de décadas erigiendo grandes estatuas de Mao Zedong -la última, el año en el Tíbet-, China ha decidido dedicar la mayor estatua del país a Huangdi -el Emperador Amarillo- y Yandi, dos reyes legendarios a los que los chinos consideran padres de su civilización. Una espectacular ceremonia a orillas del río Amarillo (también considerado cuna de la cultura china), que ha contado con dragones voladores manipulados por control remoto, ofrendas florales y fuegos artificiales, ha servido para recibir a la nueva estatua, con la que la cercana ciudad de Zhengzhou espera atraer el turismo.
Cubierta con niebla artificial
Miles de maestros de tai-chi y niños que estudian kung-fu junto al cercano templo de Shao Lin, así como batallones en perfecta formación de policías, soldados, enfermeras y líderes comunistas, han dado a la ceremonia el carácter masivo habitual en un superpoblado país como el chino. Los chinos, siempre dispuestos al más difícil todavía en este tipo de acontecimientos, han sorprendido con una original puesta en escena: la estatua y todos los alrededores estaban cubiertos con niebla artificial y llegado el momento, ésta se ha disuelto por arte de magia, presentando al mundo la gran obra.
Se trata de un doble busto de cemento reforzado, cubierto con sillares de piedra blanca, en el que sobresalen las caras angulosas y esquemáticas de los emperadores Yandi y Huangdi, en realidad caciques de tribus prehistóricas que fueron deificados por dinastías posteriores para insuflar orgullo nacional. Para ello, y para dotar a la figura imperial de un carácter casi mágico, a Yandi y a Huangdi se les atribuyeron inventos como la medicina y la música tradicionales, la brújula y el calendario lunar. Veinte años y 23 millones de dólares (17 millones de euros) ha costado la obra, que fue sufragada por gobiernos locales y provinciales de China así como donaciones de empresarios y personalidades chinas o de origen chino en EE UU, Canadá o Singapur.
Ocho metros más que la Estatua de la Libertad
La obra supera en ocho metros a la neoyorquina Estatua de la Libertad y en 18 a la Madre Rusia de Volgogrado, dos de las de mayor altura del mundo, aunque tanto la figura china como la neoyorquina disponen de un enorme pedestal, tan grande o más que la obra escultórica en sí. En lo más alto de esta clasificación permanecerá el Buda Amida Ushiku de Japón, que con 120 metros es la estatua más alta del planeta, aunque tanto China como la India preparan grandes estatuas de Buda que podrían superar los 150 metros en un futuro cercano.
La erección de nuevas estatuas en honor a emperadores o Budas en China, donde hace 30 años muchas de esas imágenes fueron destruidas durante la Revolución Cultural, muestra como el Gobierno comunista intenta salirse un poco de la simbología de la hoz y el martillo y adoptar en su beneficio símbolos que antes consideró "feudales". "Todas estas nuevas imágenes marcan el regreso de la cultura tradicional. Con ello además se quiere promover un desarrollo de la cultura, la sociedad y la economía locales", señala al respecto Xia Xueluan, sociólogo de la Universidad de Pekín.
"China está buscando sus raíces en el proceso hacia la modernización, y promover una recuperación de la nacionalidad china", destaca el experto. La nueva estatua, por otro lado, es fruto de una cierta competición de las provincias chinas por ver cuál de ellas es realmente la cuna de la cultura china y sus 5.000 años de historia. En esta lid combaten principalmente Henan, provincia en la que se encuentra la nueva estatua, y la vecina Shaanxi, también en el centro del país, donde se encuentra el famoso Mausoleo del Primer Emperador y su aún más célebre Ejército de Terracota de Xian.
Mientras Henan exalta la figura del Emperador Amarillo, que consideran nació en sus tierras, la vecina Shaanxi prefiere recordar a los turistas que el monarca que de verdad unificó los reinos de la región para crear el germen de la China actual fue Qin Shihuang, el Primer Emperador, originario de Xian, su capital provincial. La obra presentada hoy junto al Río Amarillo parece dar a los henaneses publicidad en esta particular batalla regional, aunque ya hay rumores de que Xian está proyectando gigantescas estatuas de Qin Shihuang o sus guerreros de terracota para "contraatacar".
Babelia
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