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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Teresa Wright, la actriz que no quiso ser estrella

Tras debutar en 'La loba', protagonizó 'El orgullo de los yanquis', 'La sombra de una duda' y 'Los mejores años de nuestra vida'

Teresa Wright, una de las grandes actrices de los años 40, falleció el pasado domingo a los 86 años de edad en Connecticut (Estados Unidos) de un ataque al corazón, aunque hasta la pasada noche su familia evitó anunciarlo. Protagonista de La sombra de una duda y El orgullo de los yanquis, Wright se negó a ser una estrella más del firmamento de Hollywood.

Nació en Nueva York en 1918, pero creció al otro lado del río, en la tranquila Nueva Jersey. Desde las mismas funciones escolares, Teresa Wright destilaba talento por lo que su familia accedió a que estudiara interpretación. Consiguió sus primeros papeles en las giras veraniegas de grandes compañías de teatro. En una de esas funciones el mítico productor Samuel Goldwyn se fijó en ella y le ofreció su gran oportunidad en el cine.

En Hollywood enlazó cinco grandes películas: debutó a las órdenes de William Wyler dándole la réplica a Bette Davis en La loba, y la volvió a llamar para La señor Miniver; Sam Wood contó con ella para protagonizar junto a Gary Cooper El orgullo de los yanquis; Alfred Hitchcock la puso a prueba en el angustioso papel de una jovencita que sospecha de su amado tío Joseph Cotten en La sombra de una duda; y de nuevo Wyler le pidió que formara parte de Los mejores años de nuestra vida, junto a Dana Andrews, Myrna Loy y Frederic March.

En esta época conoció a su primer marido, el guionista Niven Busch que, pensando en ella, escribió Duelo al sol. Pero el embarazo de su segundo hijo le impidió rodar la película y el papel recayó en Jennifer Jones. El matrimonio duró diez años y fue ella quien lo rompió: se negaba a quedarse en casa y cuidar de los niños como pretendía Busch.

Teresa Wright quería ser libre. Por eso provocó su despido en 1948 colmando la paciencia de Goldwyn: se negaba a hacer la promoción de las películas ("nos tratan como ganado", se quejaba) y a posar como un pastelito, en esas típicas fotografías en las que la estrella aparecía en bañador al borde de una piscina imposible ("mi único talento es para la interpretación", reclamaba).

Su caso fue poco entendido en Hollywood: "No doy el tipo de actriz con glamour", explicaba en una entrevista de aquella época. "Las chicas con glamour nacen, no se hacen. Y las auténticas pueden ser glamourosas aunque no lleven ropa maravillosa. Apuesto a que Lana Turner tiene glamour se ponga lo que se ponga".

Desde ese momento su trabajo se centró en pequeños papeles cinematográficos y obras de teatro. Así es como conoció al autor de Té y simpatía, Robert Anderson, con quien se casó en 1959. Hasta ahora se creía que el matrimonio aún duraba pero tras su muerte su hija ha revelado que estaban divorciados, aunque seguían siendo amigos.

Su último papel fue en la película de Francis Ford Coppola Legítima defensa y su despedida de los focos se produjo en la entrega de los Oscar de 2002, cuando la Academia celebraba sus 75 años. Ella no podía faltar en el homenaje a los premiados en ese tiempo: fue candidata a la mejor actriz de reparto por su debut en el cine (La loba) y al año siguiente se convirtió en una de las pocas actrices en competir por dos premios en la misma edición: como protagonista por El orgullo de los yanquis y como secundaria por La señora Miniver. Ganó por esta última.

Teresa Wright (izquierda), junto a Greer Garson, en una escena de <i>La señora Miniver.</i>
Teresa Wright (izquierda), junto a Greer Garson, en una escena de La señora Miniver.EFE
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