_
_
_
_
LUTO EN EL CINE ESPAÑOL

Los restos mortales de Rabal llegan esta tarde a España tras ser incinerados en Burdeos

La capilla ardiente será instalada en la Casa de la Cultura de Aguilas, la ciudad natal del actor

Según han confirmado fuentes familiares, las cenizas del actor fallecido ayer de un enfisema pulmonal mientras sobrevolaba la ciudad francesa de Burdeos, saldrán en las próximas horas en un vuelo de la compañía Air France y llegarán al aeropuerto de Madrid-Barajas sobre las 18.00.

Los hijos del actor han conseguido agilizar los trámites (ya que la legislación francesa obliga a que la cremación se produzca 24 horas después de la certificación de un fallecimiento, que en el caso de Rabal se produjo a las 15.16 de ayer) y se ha podido efectuar esta mañana la incineración del cuerpo del actor, tal y como era su deseo.

Tal y como tenía previsto la familia, la esposa y los hijos de Francisco Rabal llevarán la urna con las cenizas de Francisco Rabal a Madrid esta misma tarde.

Más información
Galería fotográfica:: Adiós a un actor legendario
Foro:: Rabal

En el aeropuerto están dispuestos los vehículos que trasladarán a la familia a Aguilas (Murcia) donde nació el genial actor.

La capilla ardiente quedará instalada en la Casa de Cultura Francisco Rabal.

Durante toda la noche podrá ser visitada por familiares y amigos.

Por la mañana, la familia trasladará sus cenizas para ser enterradas, por deseo expreso del actor, debajo de un almendro a escasos metros de la ermita de la aldea de Cuesta de Gos, donde nació hace 75 años.

Francisco Rabal, cuando recibió el Goya al mejor actor en 1999
Francisco Rabal, cuando recibió el Goya al mejor actor en 1999CARLES RIBAS
El actor, en una fotografía  tomada en 1996.
El actor, en una fotografía tomada en 1996.BERNARDO PÉREZ

La vida de un artista rebelde

Francisco Rabal Valera nació en 1926 en un coto minero de Aguilas (Murcia). Hijo de minero, cuando tenía seis años su padre emigró a Madrid, y, cuando la Guerra Civil terminó, ayudó a su padre y hermano vendiendo mercancías infantiles por las calles: pipas, caramelos, etc. Más tarde, trabajó en una fábrica y asistió a las clases nocturnas de los Padres Jesuitas de Chamartín de la Rosa, donde montaba cuadros teatrales, haciendo de actor y director con obras de la Galería Salesiana o alguna escrita por él mismo.

Por aquella época se inauguraron los Estudios Cinematográficos Chamartín donde fue admitido como aprendiz de electricista. Allí también encontró sus primeras oportunidades como figurante y luego como actor de reparto en dos películas de Rafael Gil: La pródiga y Reina Santa (1946), y en otras tantas de José López Rubio, El crimen de Pepe Conde (1946) y Alhucemas (1947), a las que seguiría ya un papel principal en María Antonia la Caramba (1950), de Arturo Ruiz-Castillo.

Después de varios papeles pequeños logró entrar como meritorio en los Teatros Infanta Isabel y María Guerrero, donde conoció a José Tamayo, quien le contrató como actor profesional de la Compañía Lope de Vega, con la que debuta en 1947. En la compañía estaban Carlos Lemos, Alfonso Muñoz, Maruchi Fresno y María Asunción Balaguer, con la que contrajo matrimonio tres años más tarde, en 1951.

Más tarde Luis Escobar, director del María Guerrero, le contrató como protagonista de La Honradez de la Cerradura. Interpretó también Luna de Sangre, de Rovira Beleta, y regresó a la compañía Lope de Vega para estrenar en Madrid La Muerte de un Viajante, de Arthur Miller.

Alterna a partir de entonces los trabajos cinematográficos con su presencia en los escenarios hasta que, en 1953, fue contratado en exclusiva por Vicente Escrivá para interpretar algunas de las películas de corte religioso o político que producía Aspa Films, como La guerra de Dios (1953), El beso de Judas (1954) o Murió hace quince años (1954), dirigidas todas por Rafael Gil.

De ahí en adelante, amplió su sus registros interpretativos con trabajos a las órdenes de José Luis Sáenz de Heredia (Historias de la radio, 1955) o José María Forqué (Amanecer en Puerta Oscura, 1957), a la vez que dio sus primeros pasos en el cine extranjero a través de varias coproducciones como Marisa la civetta (1957), de M. Bolognini, o Prisioneros del mar (1957), de G. Pontecorvo.

Rabal y Buñuel

A finales de esta década tuvo lugar uno de los momentos decisivos de su dilatada carrera: el encuentro con Luis Buñuel en Nazarín (1958). Su interpretación intensa y sincera del sacerdote protagonista se convirtió en la puerta que abrió su colaboración con el maestro aragonés, prolongada luego en Viridiana (1961) y en Belle de Jour (1966).

Su proyección internacional alcanzó en estos años la etapa más interesante gracias al trabajo con creadores como Michelangelo Antonioni en El eclipse (1961), Leopoldo Torre-Nilsson en La mano en la trampa (1961), Jacques Rivette en La religiosa (1966) o Luchino Visconti, con el que trabajo en el episodio La strega bruciata viva (1966).

La siguiente década la inició con las obras polémicas y desiguales de Glauber Rocha (Cabezas cortadas, 1970) o Silvano Agosti (N. P. il segreto, 1972). Esta etapa estuvo dominada por trabajos alimenticios, fundamentalmente en el cine italiano, por su dedicación a la realización de documentales sobre Machado, Alberti y Dámaso Alonso; así como por un cierto alejamiento del cine nacional a pesar de sus notables interpretaciones en películas como Goya, historia de una soledad (1970), de Nino Quevedo, o Tormento (1974), de Pedro Olea.

Pasada esta etapa, la madurez artística y personal de Rabal coincide con el periodo más fecundo y creativo de su extensa carrera.

De esta época es La Colmena (1982) y, sobre todo, Los santos inocentes (1984), ambas de Mario Camus, y por la segunda de las cuales obtuvo (conjuntamente con Alfredo Landa) el Premio a la Mejor Interpretación Masculina en el Festival de Cannes.

Un amplio registro

A partir de entonces, Rabal desarrolló en el cine español toda una gama de personajes de amplio registro interpretativo que generaron capacidad de identificación, desgarro y vitalismo, y a los que su rostro cuarteado y su personalísima voz no fueron ajenos.

Así, dio vida al intelectual Rocabruno de Epílogo (1983), de Gonzalo Suárez, y al pícaro Ginés de Truhanes (1983), de Miguel Hermoso. De esta época son también sus excelentes trabajos en Padre nuestro (1985), de Francisco Regueiro; Tiempos de silencio (1986), de Vicente Aranda; El disputado voto del señor Cayo (1986), de Antonio Giménez-Rico; ¡Atame! (1989), de Pedro Almodóvar; o El hombre que perdió su sombra (1991), de Alain Tanner.

A raíz de sus creaciones en diversas series de televisión, en especial Juncal (1988) y Una gloria nacional (1992), escritas y dirigidas por Jaime de Armiñán para Televisión Española, acrecentó todavía más su popularidad.

En los últimos años, y a pesar de su avanzada edad, Rabal siguió trabajando en el cine el filmes como Así en el cielo como en la tierra (1995), de José Luis Cuerda; El palomo cojo (1995), de Jaime de Armiñán; Air-bag (1997), de Juanma Bajo Ulloa; Pajarico (1997), de Carlos Saura; Pequeños milagros (1997), de Eliseo Subiela; El evangelio de las maravillas (1998), de Arturo Ripstein; Goya en Burdeos (1999), de Carlos Saura, por la que consiguió el Goya a la Mejor Interpretación Masculina; Lázaro de Tormes (2000), de José Luis García Sánchez; o Divertimento (2000), de José García Hernández.

Un hombre de convicciones

Además de demostrar su profesionalidad a lo largo de su carrera, Rabal se caracterizó por su talante solidario y de izquierdas, fiel a sus fuertes convicciones políticas y sociales.

Entre la larga serie de premio recibidos, figura el Premio Nacional de Cinematografía (1984). En 1992 se le otorga la Medalla de Oro de Bellas Artes y, al año siguiente, la Medalla de Oro de la Academia de Cine, y en 2000 le concedieron la Medalla de Oro al Mérito del Trabajo. En 1995 la Universidad de Murcia le hizo Doctor Honoris Causa, siendo el primer reconocimiento de tal clase que recibía un actor cinematográfico en nuestro país.

Rabal, que según sus propias palabras llevaba 55 años escribiendo "sus cosillas", publicó en 1994 el libro Mis versos y mi copla y más tarde, con la colaboración del escritor Agustín Cerezales, su biografía Si yo te contara.

En los últimos tiempos, este gran actor, padre de la cantante Teresa Rabal y del director Benito Rabal, y abuelo del también actor Liberto Rabal, ofreció en varias ciudades españolas, junto a su mujer Asunción Balaguer, el recital poético Queridos poetas..., en el que recordó a muchos de los grandes escritores en español y en catalán del siglo pasado para recaudar fondos para la Casa del Actor.

Francisco Rabal ha muerto cuando venía de recibir un homenaje en la XXV edición del Festival de Films du Monde de Montreal. Para septiembre estaba previsto que el Festival de Cine Internacional de San Sebastián le entregara el Premio Donostia en reconocimiento a toda su carrera.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_