El récord de calor del mar Mediterráneo azuza la intensidad de los temporales
Expertos coinciden en que la temperatura cada vez más elevada, que volvió a romper los registros el pasado 15 de agosto, dispara la fuerza de los fenómenos atmosféricos
Que el mar Mediterráneo parece un caldo es una frase que se escucha repetidamente de nuevo este verano en cualquiera de las playas repartidas por el litoral. Basta con quedarse quieto con el agua a los pies y prestar atención a la conversación de los bañistas. Una sensación que se confirma con los datos. El pasado 15 de agosto se batió el récord de temperatura media de la superficie del mar Mediterráneo, que alcanzó los 28,47 grados, según informó este jueves el servicio Copernicus, el Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea, que también advirtió que desde el 6 de este mes se estaba registrando el periodo más prolongado de la temperatura media del mar por encima de 28 grados. Si el año pasado ya fue extremo, la tendencia este verano ha ido todavía a peor.
Igual que ocurre en tierra, el mar también se ve afectado por olas de calor marinas, que el calentamiento del planeta está volviendo más recurrentes e intensas. Pero la tendencia es realmente preocupante. Si bien el aumento de la temperatura de la superficie del agua llama especialmente la atención estos días en el Mediterráneo, durante buena parte de este 2024 las mediciones medias para el conjunto de los océanos han estado desbocadas, disparando la alarma de los científicos. Hasta junio, la temperatura media de la superficie del océano estuvo marcando récords diarios, con registros inauditos.
Los científicos consideran que esto es preocupante por diversos motivos, entre ellos, porque este calor en la superficie del mar es “combustible” para fenómenos meteorológicos extremos. Temporales o DANA —depresión aislada en niveles altos, un embolsamiento de aire en capas altas de la atmósfera— como los que se han producido de forma reciente en el Mediterráneo.
Para explicarlo, el físico experto en cambios atmosféricos y profesor del BC3 Basque Centre for Climate Change, Sérgio Henrique Faria, en sus clases pone como analogía una olla hirviendo. “Cuando la pones a calentar, el agua está parada y tranquila, pero, a medida que pasa el tiempo, se empieza a agitar y se ve más movimiento”, expone. El aumento de la temperatura del mar funciona como un potenciador de fenómenos atmosféricos que los vuelve más dañinos. Los ceba de energía. Según incide el profesor, el proceso es el siguiente: el agua caliente se evapora más fácilmente y el aire se torna más húmedo y cálido. Así, cuando choca con capas más frías de la atmósfera, se crean las condiciones propicias para la formación de tormentas más súbitas e intensas como la DANA y los temporales.
A mayor calentamiento del mar, pues, mayor energía concentrada y mayor fuerza de los fenómenos atmosféricos. “Es un acelerador importante”, concreta el portavoz de la Agencia Española de Meteorología (Aemet), José Luis Camacho. Hay que tener en cuenta, añade Camacho, la capacidad del mar para retener el calor absorbido. “Mientras que la Tierra muestra una mayor oscilación, ya que se calienta más durante el día y luego baja durante la noche, el mar va acumulando y se convierte en una especie de reservorio de calor”, explica.
No es una novedad que haya temporales en el Mediterráneo. Lo que sí que se ha alterado es la intensidad con la que emergen, según corroboran tanto Camacho como Faria. “Es una zona en la que siempre ha habido fenómenos intensos, pero el incremento de la temperatura provoca que estos tengan más energía disponible”, comenta Camacho.
En los últimos días, varios temporales han sacudido la costa. Primero en Baleares, con imágenes de barcos zarandeados por las olas y de mástiles rozando el agua por la inclinación. Luego en Cataluña y en la Comunidad Valenciana, donde la dana provocó multitud de daños en cultivos por la combinación de fuertes rachas de viento y granizo. Y también en Sicilia en Italia, donde el velero de lujo en el que se encontraba el multimillonario inglés Myke Lynch se hundió. Aunque no hay estudios que validen que el aumento de la temperatura del mar fue la causa de estos sucesos en concreto, los expertos advierten de que puede ser un factor potenciador de los temporales.
El portavoz de la Aemet señala un problema añadido a los ya habituales temporales en la zona: el exceso de embarcaciones que se lanzan al mar sin tener en cuenta las advertencias de la agencia. “En el caso de Baleares, los amarraderos están llenos y hay un montón de yates situados en una zona expuesta. Habíamos puesto la alerta naranja una hora antes y previamente estaba la amarilla, pero hay tantas personas que termina pillando a alguien”, lamenta. Situación similar a la que ocurrió en Sicilia con el hundimiento del velero de lujo, que ha provocado la muerte de siete personas.
Impacto en la biodiversidad
Más allá del impacto externo que supone el aumento de la temperatura del mar, los expertos advierten del riesgo que implica para la biodiversidad marina. Un peligro es la acidificación, proceso por el cual el agua del mar se vuelve más ácida debido al exceso de dióxido de carbono que absorbe de la atmósfera. “El Mediterráneo lo capta con mayor facilidad, por eso la tasa es más alta que la media global”, explica Faria, lo que produce que se encuentre en situación de “estrés”, según lo califica Camacho.
La tendencia actual no invita al optimismo. Camacho arguye que, aunque “de pronto dejáramos de emitir gases de efecto invernadero, la temperatura del mar seguiría creciendo, porque la Tierra tiene una inercia y el excedente de gases de efecto invernadero se reduciría paulatinamente”. Así que la palabra que mejor encaja es la de ralentizar. “Cada medio grado que conseguimos frenar reduce muchísimo el impacto de los fenómenos extremos”, complementa Faria. “Revertir no se puede, pero nunca es tarde para minimizar”.
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