El planeta acumula ya 12 meses seguidos de temperaturas oceánicas completamente desbocadas
“No solo se baten récords, sino que se registran magnitudes inauditas”, advierte la ONU sobre los efectos del cambio climático en el mundo
El 31 de marzo de 2023, la temperatura media de la superficie del océano se disparó hasta marcar el máximo registrado hasta ese momento para ese mismo día del año. Y así ha continuado desde entonces, en niveles récord diarios. Son casi 12 meses de temperaturas marinas desbocadas que tienen a los científicos preocupados y buscando explicaciones que incluyen muchas variables, aunque todas las teorías parten de un denominador común: el calentamiento global que padece el planeta debido a la acción del ser humano y a los gases que expulsan, fundamentalmente, los combustibles fósiles.
“Da respeto”, admite Carlo Buontempo, director del Servicio de Cambio Climático de Copernicus, de la UE. Se refiere a las temperaturas que se están observando en las zonas del Atlántico donde se forman los ciclones y a la próxima temporada de huracanes, que comienza al final de la primavera. Porque las aguas cálidas suponen combustible para este tipo de tormentas. El calor que acumula el mar también daña los “ecosistemas y sistemas de alimentación vitales” para el ser humano, ha advertido además la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que este martes ha presentado su informe sobre el estado del clima de 2023. Como ya se conocía, el pasado año fue el más cálido registrado en el conjunto de la Tierra desde que arrancaron los registros en el siglo XIX (aunque muchos científicos paleoclimáticos sostienen que hay que retroceder varios milenios para encontrar un planeta tan cálido).
Pero ese gran titular —2023, el año más caluroso jamás registrado— a veces eclipsa otros preocupantes datos. “Los valores observados para el conjunto de los indicadores principales han hecho saltar todas las alarmas. Algunos de ellos no solo baten récords, sino que registran magnitudes inauditas. Y los cambios no dejan de acelerarse”, ha afirmado este martes el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres. “El cambio climático va mucho más allá de las temperaturas. Lo que presenciamos en 2023, sobre todo en relación con el calentamiento de los océanos, el retroceso de los glaciares y la pérdida de hielo marino antártico sin precedentes, es motivo de especial preocupación”, ha añadido la secretaria general de la OMM, Celeste Saulo.
La OMM explica en su informe que “el contenido de calor de los océanos en 2023 fue el más alto registrado, superando el valor de 2022″. Destaca que no se trata de un hecho aislado, sino que “todos los conjuntos de datos coinciden en que las tasas de calentamiento de los océanos muestran un aumento particularmente fuerte en las últimas dos décadas”. Pero 2023 —y lo que se lleva de 2024— muestra una especial anomalía.
La temperatura media del océano está ahora medio grado por encima de lo normal, tomando como punto de referencia la media del periodo 1991-2020. A principios de marzo, cuando se batió la marca absoluta de temperatura media diaria y se llegó a los 21,09 grados, la anomalía era de casi un grado, según muestran los datos del servicio Climate Purse de Copernicus, que se centra en el análisis de la temperatura de la superficie marina para las coordenadas 60°S-60°N, es decir, excluyendo las áreas polares.
¿A qué se deben estos 12 meses de récord consecutivo? La OMM señala que “en la literatura se analizan diferentes factores que impulsan este cambio, incluido un cambio en el forzamiento climático antropogénico y la variabilidad natural”. Buontempo sostiene que posiblemente se trate de una combinación de ambos factores. “Algunos estudios apuntan a una aceleración del desequilibrio entre la energía que llega al planeta y la que se expulsa”, señala este experto. Es decir, una aceleración del calentamiento global. “Los mares más calientes podrían ser una señal de esa aceleración”, añade. “Otras hipótesis sostienen que sobre un calentamiento global cierto, estos extremos se deben a las fluctuaciones normales, como El Niño o la radiación solar. Y a lo mejor puede ser una combinación de ambas, pero, claramente, no es una buena noticia”.
La parte positiva es que El Niño, un patrón natural que hace que las temperaturas de la superficie del agua en las áreas tropicales del Pacífico aumenten y que tiene afecciones en muchas partes del globo, se está debilitando. “A finales del verano podría instaurarse La Niña”, el fenómeno opuesto, indica Buontempo. Pero, en realidad, las temperaturas récord oceánicas se están dando en casi todas las latitudes y no solo en el Pacífico. “Cuesta encontrar un lugar del planeta en los que no haya anomalías”, reconoce el director Servicio de Cambio Climático de Copernicus.
No solo se trata de un problema de temperaturas medias altas, sino de eventos extremos, como las olas de calor marinas. La OMM explica que este tipo de eventos “se han vuelto más frecuentes, intensos y duraderos desde finales del siglo XX”, mientras que las olas de frío marinas “han ido disminuyendo”. “En 2023, cabe destacar la persistencia y la difusión generalizada de las olas de calor marinas en el Atlántico Norte, que comenzaron en la primavera del hemisferio norte, alcanzaron su punto máximo en septiembre y persistieron hasta finales de año”, se apunta en el informe presentado este martes. Esos fenómenos alcanzaron anomalías de más de tres grados en esta zona del Atlántico. Pero la situación ha sido generalizada: “más del 90% del océano había experimentado olas de calor en algún momento” de 2023.
Pérdida de hielo y glaciares
Otro de los indicadores de la crisis climática es la reducción y pérdida de glaciares, asociada al incremento de las temperaturas. Según la OMM, “el conjunto mundial de glaciares de referencia sufrió la mayor pérdida de hielo jamás registrada (desde 1950), como consecuencia del deshielo extremo tanto en el oeste de América del Norte como en Europa”. Además, “la extensión del hielo marino antártico fue, con creces, la más baja de la que se tiene constancia”. Este es otro de los indicadores de un cambio climático que deja ya un rastro que perdurará durante cientos y miles de años, como es el caso de la pérdida del hielo.
“La crisis climática es el desafío esencial al que se enfrenta la humanidad y está estrechamente interrelacionada con la crisis de desigualdad, como atestiguan el aumento de la inseguridad alimentaria y los desplazamientos de población, y la pérdida de biodiversidad”, ha destacado a través de un comunicado Saulo. El informe de su organización señala que “el número de personas que padecen inseguridad alimentaria aguda en todo el mundo se ha más que duplicado, pasando de 149 millones de personas antes de la pandemia de covid-19 a 333 millones de personas en 2023″. “Los extremos meteorológicos y climáticos tal vez no sean la causa subyacente, pero son factores agravantes”, ha explicado la OMM. Además, “los peligros meteorológicos siguieron provocando desplazamientos en 2023″.
Pero este organismo vinculado a la ONU, también ha querido hablar de “un rayo de esperanza”, al referirse a la “generación de energía renovable”. “En 2023, las incorporaciones de capacidad renovable aumentaron casi un 50% respecto a 2022, ascendiendo a un total de 510 gigavatios (GW), lo que representa el mayor ritmo observado en las dos últimas décadas”. Este tipo de tecnologías, como la solar y la eólica, no emiten gases de efecto invernadero a la hora de generar energía, al contrario que los combustibles fósiles.
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