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Rumania da vía libre a la caza de 426 osos tras el ataque a una senderista

La Cámara de Diputados endureció este lunes la legislación contra esta especie, al considerar que su población en el país, estimada en unos 8.000 ejemplares, está fuera de control

Dos osos pardos en los Cárpatos de Rumania, en una imagen de archivo.
Dos osos pardos en los Cárpatos de Rumania, en una imagen de archivo.Roland Brack (Alamy Stock Photo)

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La muerte de una excursionista atacada por un oso pardo en Rumania, la semana pasada, ha dado alas a los legisladores de este país para tomar medidas contra esta emblemática especie. Aunque esta nueva legislación más dura con los osos ya había sido adoptada por el Senado en noviembre, ha sido la trágica muerte de esta senderista de 19 años en el sendero turístico Jepii Mici, situado en las montañas de Bucegi, cerca de la ciudad de Brasov, lo que ha provocado la convocatoria extraordinaria de la Cámara de Diputados para aprobar este lunes una ley que permite la caza de 426 ejemplares entre 2024 y 2025, con el propósito de evitar que sigan aumentando los ataques a personas de los plantígrados.

La joven excursionista caminaba acompañada por su novio cuando fue atacada por el oso. El animal le provocó distintas heridas y luego la arrastró hacia una zona boscosa donde terminó empujándola por un precipicio de 200 metros, ante la mirada de su pareja que solo pudo avisar al 112 de lo que estaba sucediendo. La caída por el barranco fue lo que causó su muerte, aseguró el médico forense. Los servicios de rescate mataron al oso, tras sufrir también varias embestidas contra ellos. Tras la autopsia, los veterinarios expresaron su asombro por la violencia manifestada al comprobar que no estaba gestando, ni se encontraba en el periodo de lactancia, ni tenía rabia.

El fatídico incidente desató numerosas reacciones. Entre las más contundentes figura la del primer ministro, Marcel Ciolacu, quien defendió que “hay hacinamiento en ciertas zonas” y que están bajando por falta de comida. También anunció el endurecimiento de la legislación, aunque insistió en que se protegerá a los osos. ”Es evidente que la vida humana es lo primero, pero no daremos vía libre para cazar en Rumania; se abordarán zonas de muy alto riesgo”, precisó. Según datos del Ministerio de Medio Ambiente, 14 personas murieron y otras 158 resultaron heridas en el último lustro en Rumania, que alberga la mayor población de osos pardos de Europa, con 8.000 ejemplares.

La nueva normativa, que ha salido adelante este lunes gracias a los 214 votos a favor, 7 en contra y 23 abstenciones, establece medidas de intervención cuando los animales muestren signos de agresividad o se encuentren en zonas de peligro, donde hay una alta concentración de actividad humana. En concreto, la cuota de prevención —que se podrá matar— pasa de los 140 a 426 osos pardo entre 2024 y 2025, mientras que la de intervención se rebaja de 80 a 55 ejemplares. El promotor de la ley, Tanczos Barna —exministro de Medio Ambiente y senador de la minoría húngara—, afirmó este lunes que la población de osos pardo en Rumania no está en peligro e hizo énfasis en que los estudios muestran un aumento constante del número de ejemplares.

La nueva norma ha sido recibida con los brazos abiertos por parte de los cazadores, que vienen reclamando este aumento de capturas desde hace tiempo, pero los defensores de la fauna salvaje y activistas ambientales la han criticado duramente. Reprochan que la norma legislativa se basa en un estudio elaborado por el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Forestal Marin Drăcea (INCDS) del Ministerio de Medio Ambiente, que estableció que en Rumania viven entre 7.000 y 8.000 osos, y acusan a los políticos de que las cuotas de prevención tan altas como las adoptadas supondrá matar a osos que no están causando problemas. “Estos estudios son solo una tapadera para permitir matarlos”, explica Mihai Pop, representante de la Asociación para la Conservación de la Diversidad Biológica.

El activista esgrime que los datos han sido recopilados mediante el método de conteo, a partir de informes de asociaciones de cazadores y de zonas forestales, que cuentan a ojo, así como el número de exenciones otorgadas a lo largo del tiempo. “Se trata de un método sin rigor estadístico, que también supone que las huellas encontradas en días diferentes provienen de osos diferentes”, asevera, lo que significa que alguno de estos animales podría estar contándose varias veces. Pop entiende que la caza puede ser un buen instrumento para gestionar el número de ejemplares de esta especie, pero con mesura.

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“La caza es una medida de conservación a largo plazo”, afirma Mihai Grigoraș, cazador y empresario que se dedica a la agricultura ecológica. En su opinión, sí hay un problema con las nuevas cuotas. “No tenemos otra opción que cazarlos”, apunta. “Sin embargo, si tienes una cuota de tres osos y los eliminas, mientras tienes uno que baja a zonas pobladas y no lo exterminas, entonces no se ha resuelto la cuestión social, solo ha servido para obtener un beneficio económico”, zanja Pop.

Para WWF, hay otro problema. “Hay algunos aspectos sin los cuales, por muchas leyes que aprobemos, por muchos ejemplares que matemos, no acabaremos resolviendo el problema de los conflictos entre humanos y osos a largo plazo; y aquí hablamos principalmente de la gestión de atrayentes, como el de los residuos, el de la comida complementaria ofrecida en los aledaños de las localidades en los puntos de alimentación o de observación o, irresponsablemente, por los turistas”, remarca Cristian-Remus Papp, coordinador del Departamento de Especies Salvajes de la organización conservacionista, al tiempo que persiste en denunciar que existe una práctica de dar de comer a los osos, un gesto extremadamente peligroso porque cambia sus hábitos. “Los propietarios de pensiones y hoteles en las zonas turísticas alimentan intencionadamente a los osos para que los turistas puedan fotografiarlos”.

El ecologista destaca otro aspecto muy debatido: la entrada de los humanos en su hábitat, ya sea a través del senderismo, recogiendo bayas y setas o practicando deportes fuera de ruta. “Esta perturbación constante en toda el área de extensión de la especie, combinada con la gran disponibilidad de los turistas, hace que el oso expanda su territorio y aparezca en zonas donde hasta ahora no estaba presente”, recalca Papp.

El jefe de salvamento en zonas montañosas, Mircea Lera, ya ha advertido de que las rutas turísticas en estos momentos ya no son seguras debido a la actividad de los osos, tal como demuestran las decenas de intervenciones de la policía para alejarlos cada día de zonas habitadas. También hay otra cuestión. En lo que se lleva de año, 14 ejemplares han muerto tras ser atropellados solo en la provincia de Covasna, en el corazón de Transilvania. “Solo es cuestión de tiempo enfrentarnos a otra tragedia, ya que se nos ha escapado de control esta especie”, defiende.

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