La UE da otro paso para reducir los embalajes y acabar con envases individuales de salsas o champús
El acuerdo, que aún debe ser ratificado por la Eurocámara y el Consejo, prevé la prohibición de los PFAS en envoltorios de alimentos o recoger por separado los envases de metal o plástico para bebidas
La Eurocámara y el Consejo (los Estados miembros) han logrado un acuerdo provisional sobre la propuesta de ley europea que busca hacer más sostenibles los envases y embalajes y reducir sus desechos, por lo que, además de incentivar el reciclaje y la reutilización de envases, implicará la prohibición de algunos productos plásticos, como los botes en miniatura de champú de los hoteles. Unas medidas que son, según la Comisión Europea, más que urgentes: cada ciudadano europeo generó en 2021 casi 190 kilos de desechos de embalajes y envoltorios, más de 80 millones de toneladas entre todos, que podría aumentar a 209 kilos en 2030 si no se le pone freno a este tipo de productos.
La propuesta considera el “ciclo de vida completo” del embalaje y busca garantizar que los envases utilizados en la UE sean más seguros y sostenibles, ha destacado el Consejo tras conocerse, en la noche del lunes, el acuerdo, que todavía deberá ser ratificado por las dos partes antes de que pueda entrar en vigor. El texto negociado junto con el Parlamento Europeo a partir de la propuesta que hizo la Comisión a finales de 2022 exigirá que todos los envases sean reciclables para 2030, minimizará la presencia de sustancias nocivas y reducirá los envases “innecesarios”. Para ello, obligará por ejemplo a que los establecimientos de comida rápida permitan traer el contenedor propio para los alimentos o bebidas a llevar a casa sin coste adicional y, a partir de 2030, deberán ofrecer el 10% de sus productos en formatos de empaquetado reutilizables. Por su parte, productores e importadores deberán reducir al mínimo los paquetes, en los que el espacio vacío máximo en estos será del 50%, con la idea de evitar que pedidos como los realizados por plataformas digitales lleguen en grandes envoltorios en los que sobra la mitad del espacio. Con la nueva normativa, también se impulsará la mejora de la recogida y el reciclaje: por ejemplo, el 90% de los envases de hasta 3 litros de bebidas de plástico y metal de un solo uso deberán ser recogidos por separado a partir de 2029.
La propuesta negociada mantiene los objetivos globales de reducción de envases propuestos en el reglamento (5% para 2030, 10% para 2035 y 15% para 2040) y llama a los países a reducir también los desechos de embalaje. De ser finalmente adoptado, el “reglamento sobre los envases y residuos de envases” llevará a la prohibición, a partir del 1 de enero de 2030, de ciertos envoltorios plásticos de un solo uso para fruta y vegetales frescos, o los de alimentos y bebidas que se consumen en cafés o restaurantes. Tampoco se podrán ofrecer a partir de esa fecha porciones individuales de condimentos, salsas o edulcorantes, ni los botes miniatura de champú o crema presentes en muchos hoteles. Quien quiera que su maleta llegue entera a su destino final también deberá buscar alternativas a partir de 2030, cuando quedará prohibido envolver en celofán el equipaje en los aeropuertos.
En la prohibición también se incluyen las bolsas de plástico muy ligeras (menos de 15 micras), salvo por motivos “higiénicos” o que constituyan el “embalaje primario” para alimentos a granel en comercios, como una forma de evitar el desperdicio alimentario, explica la Eurocámara.
Tras una última reunión maratoniana de ocho horas entre representantes de la Eurocámara y del Consejo de la UE, los negociadores también han acordado la prohibición, hasta 2026, del uso de los compuestos químicos llamados perfluoroalquilos y polifluoroalquilos (PFAS), los popularmente conocidos como “contaminantes eternos”, en los envoltorios y embalajes que estén en contacto con los alimentos, como las cajas de pizza o de nuggets.
En líneas generales, acuerdo busca que la UE pueda llegar a cumplir el objetivo fijado de reducir un 15% los desechos de embalajes y envoltorios para 2040, a la par que se recortan también la contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero. Toda la negociación ha estado acompañada de una fuerte polémica debido al intenso lobby que han ejercido muchos grupos de interés en nombre de la industria del embalaje y de la comida rápida. Una presión que que llevó ya a que el Parlamento Europeo aprobara el pasado noviembre una posición negociadora menos ambiciosa de la inicialmente prevista y a que la norma final contenga varias excepciones y derogaciones, pese a lo cual, los negociadores parlamentarios se han felicitado por el acuerdo ahora logrado.
“Por primera vez en una ley medioambiental, la UE pone objetivos para reducir el consumo de embalaje, independientemente del material usado”, ha celebrado la ponente de la Eurocámara, la eurodiputada belga Frédérique Ries (Renew). Según ha subrayado en un comunicado, el acuerdo provisional constituye además un equilibrio con las demandas de la industria. “Era esencial que las ambiciones medioambientales afrontaran la realidad industrial”, ha señalado al respecto.
De hecho, la normativa contiene diversas excepciones, como para envases alimentarios de madera, porcelana o cera. “Les aseguro a los amateurs del camembert, del mont d’or o del gorgonzola que el texto adoptado no pone en peligro los envoltorios de madera. Podemos dejar atrás esta polémica”, ironizó el presidente de la Comisión de Medio Ambiente, el eurodiputado Pascal Canfin, en referencia a las protestas en países como el suyo, Francia, donde se llegó a afirmar que la normativa iba a acabar con iconos nacionales como la tradicional barqueta de madera en que viene envuelto el famoso queso camembert.
El acuerdo introduce además una derogación general de cinco años renovable del logro de los objetivos de reutilización bajo “condiciones específicas”, siempre y cuando los Estados superen algunos objetivos en materia de reciclaje o de prevención de desechos. Las microempresas también quedarán exentas de las nuevas normas, que también prevén la posibilidad de que los operadores formen grupos de hasta cinco distribuidores finales para cumplir los objetivos de reutilización en el sector de las bebidas.
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