El proyecto de una mina de litio amenaza el único lugar declarado Patrimonio Mundial Agrario en Portugal
La población y el relator de la ONU que visitó la zona rechazan la gran explotación a cielo abierto, que ha recibido un dictamen favorable de la Agencia de Medio Ambiente
Cuando Nélson Gomes sale a la puerta de su casa en Covas do Barroso ve el paisaje que sus padres, abuelos y bisabuelos vieron antes que él. Campos de maíz, patatas y hortalizas, colmenas, prados, rebaños, alcornoques, robles, castaños y pinos. Tanto el modo de vida como el entorno, que perduran desde hace generaciones, llevaron a la FAO a declararlo como Sistema Importante del Patrimonio Agrario Mundial en 2018. El único lugar de Portugal y uno de los siete de Europa que ha sido distinguido por sumar a “paisajes naturales impresionantes” unas prácticas agrícolas que “combinan biodiversidad, ecosistemas resilientes y tradición e innovación de manera única”.
Puede que Nélson Gomes deje de verlo si prospera el proyecto de la empresa británica Savannah Lithium para abrir una mina de litio no demasiado lejos de su casa. El plan de la compañía recibió en mayo el dictamen favorable de la Agencia Portuguesa de Medio Ambiente, que lo otorgó pese a reconocer que pondrá en peligro la declaración del organismo de Naciones Unidas. “Las afectaciones directas o indirectas, incluyendo los impactos residuales, impuestos por la elevada presión de proyectos sobre el área puede comprometer la clasificación de Patrimonio Agrícola Mundial. Se considera además que no existe compatibilidad y posibilidad relevante de integración paisajística del proyecto en el territorio”, observa la agencia portuguesa.
El litio es la fiebre del oro del siglo XXI. El oro blanco, el nuevo petróleo. Los gobiernos lo consideran estratégico para producir baterías para móviles, ordenadores y coches. Pasó de ser conocido como un regulador del estado de ánimo recetado por la psiquiatría en la segunda mitad del siglo XX al mineral que ayudará a vivir en un mundo descarbonizado.
En Covas do Barroso no lo ven así. En estas tierras, ubicadas a 50 kilómetros de la frontera con Galicia, los vecinos creen que si prospera la mina de litio a cielo abierto será el fin de una cultura y un modo de vida que han mantenido durante siglos. “Es un proyecto contra todo y contra todos. ¿Cómo se puede descarbonizar contaminando?”, plantea Nélson Gomes, que gestiona una explotación ganadera con 25 vacas y que preside la Asociación Unidos en Defensa de Covas do Barroso.
También David R. Boyd, relator de derechos humanos y medio ambiente de la ONU, censuró el proyecto después de visitar la zona a finales de 2022. Además de recordar que las minas a cielo abierto son ilegales en algunos países, Boyd señalaba lo siguiente en el informe que presentó ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU: “Los promotores trataron de justificar el proyecto argumentando que el litio europeo es necesario para la transición energética verde en Europa. Aunque pueda ser el caso, los grandes proyectos de extracción de recursos susceptibles de violar los derechos humanos en nombre de la transición verde son contrarios al desarrollo sostenible, como varios tribunales han concluido”. “Las comunidades locales soportarían un peso desproporcionado de impactos ambientales, alimentarios y sociales adversos”, añadía.
“Las comunidades locales soportarían un peso desproporcionado de impactos ambientales, alimentarios y sociales”David R. Boyd, relator de la ONU
Tras el dictamen favorable de la Agencia Portuguesa de Medio Ambiente, el proyecto ha dado un paso estratégico hacia la apertura. Savannah, que ahora deberá presentar el estudio de impacto ambiental, calcula que tardará entre nueve y 12 meses en culminar el resto del proceso. David Ferguson, CEO de la empresa, admite las “preocupaciones” de la población. “Conocemos y respetamos todos los puntos de vista y entendemos que representa cambios para la zona. Con la aprobación del dictamen, el Gobierno portugués ha concluido, después de considerar todos los intereses y factores relevantes, que el desarrollo del proyecto es de interés para Portugal”, sostiene Ferguson por correo electrónico.
Mientras conduce hacia el Valle Cabrón, que alojaría la mayor corta de la mina, Nélson Gomes afirma con convicción que la decisión del Gobierno “no cambia nada. Estamos seguros de que lo vamos a parar. Lo que está en cuestión no es el dinero sino nuestro medio de vida”. Lo que ahora son plantaciones ordenadas de pinos se convertirá en una cavidad de más de 500 metros de diámetro, que obligará a desviar el curso de dos riachuelos y borrar del mapa una cascada y bosque autóctono. Aquí está prevista la principal corta, pero habrá otras tres en las 591 hectáreas de la explotación.
La empresa proyecta extraer 17 millones de toneladas de minerales durante los 12 años de actividad y generar 83 millones de toneladas de residuos. El litio se presenta como el futuro, pero su método de extracción sigue en el pasado. Savannah descartó elaborar un proyecto subterráneo que rebajaría los impactos y aumentaría los costes. Los pájaros y el agua que ahora se escuchan serán sustituidos por detonaciones para romper el granito y ruidos de maquinaria. La Agencia de Medio Ambiente también observa graves trastornos sobre las aguas y las poblaciones de lobo ibérico, fragmentadas por la mina “contribuyendo al aislamiento reproductor de los grupos, a la consiguiente pérdida de variabilidad genética y al incremento de la probabilidad de extinción”.
Si sale adelante, la mina también devorará la inversión de 1,7 millones de euros en ordenamiento forestal en los montes comunales. “Hemos hecho una gran inversión para que el valor forestal quede en la comunidad. En cinco años han trabajado cien personas. Desde que la empresa presentó el proyecto para alquilarnos los terrenos, siempre lo hemos rechazado y no creo que eso vaya a cambiar ahora. Las personas tienen conocimiento de lo que van a perder, no hay dinero que pague lo que pierden”, plantea Aida Fernandes, presidenta del consejo directivo del Baldío de Covas, que gestiona las tierras vecinales.
El 60% de los terrenos de la explotación de litio, que ocuparía 591 hectáreas, son baldíos (áreas comunitarias). Si se mantiene la oposición vecinal contra Savannah, el Gobierno portugués tendrá que abrir la vía de la expropiación para que la mina prospere. “Hay conversaciones en curso con la comunidad sobre este tema y, por supuesto, seguiremos las leyes portuguesas en la materia”, indica David Ferguson.
El primer ministro, el socialista António Costa, ha dejado claro que una de sus grandes apuestas es el desarrollo de una industria del litio aprovechando las reservas naturales del país aunque siempre omite la conflictividad social que genera. “Se quiere convertir Covas do Barroso en un área de sacrificio en nombre de la transición energética”, alerta Mariana Riquito, que hace unos meses se mudó a la zona mientras realiza una tesis sobre ciencias sociales para la Universidad de Ámsterdam que incorpora la lucha contra la mina. Le parece paradójico que para descarbonizar los coches, se contamine una zona que lleva siglos trabajando en armonía con la naturaleza.
Covas do Barroso pertenece al ayuntamiento de Boticas, que atrae un turismo de naturaleza desde que recibió la declaración de Patrimonio Agrario Mundial. “La mina es un proyecto muy perjudicial, que traerá contaminación y obligará a los vecinos de la zona a irse”, critica el alcalde Fernando Queiroga, que ha combatido el proyecto desde que llegó a la institución en 2013. La Cámara Municipal de Boticas está dispuesta a ir a tribunales portugueses y europeos para trabar las decisiones favorables a la explotación minera. Queiroga anuncia que no otorgará licencias municipales para la industria y que prohibirá la circulación de sus camiones por la localidad. Savannah proyecta una carretera alternativa para facilitar el tráfico del litio, destinado a la exportación a través de los puertos de Aveiro, Oporto o Leixões.
El alcalde destaca la opacidad que ha rodeado la tramitación del proyecto y, sobre todo, el desprecio del parecer popular, como demuestran la mayoría del millar de alegaciones presentadas ante la Agencia de Medio Ambiente. “Si la población está en contra y las entidades están en contra, ¿por qué se da este parecer favorable?”, cuestiona Queiroga.
Puedes seguir a CLIMA Y MEDIO AMBIENTE en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.