Furgonetas compartidas, coches eléctricos para turistas y fin del diésel en 2025: las islas adelantan la movilidad del futuro
Una pequeña ínsula griega prueba la electrificación total, mientras Baleares y Canarias aprovechan su tamaño para ir más allá de la normativa nacional en transporte
Una furgoneta eléctrica serpentea por una sinuosa carretera con la misma calma con la que el sol empieza a reflejarse en el mar. El conductor para y saluda a un joven, que sube y se sienta en los asientos posteriores. Cuatro minutos después, se monta una chica. El recorrido, de apenas 15 minutos, se adapta a las peticiones de los tres pasajeros, que previamente han reservado su ruta con una aplicación móvil. Este novedoso transporte público eléctrico y bajo demanda no funciona en una gran capital ni en un moderno polígono industrial, sino en Astipalea, una recoleta isla griega de apenas 1.400 habitantes y con forma de mariposa. Los territorios insulares —en España, Baleares y Canarias—, más vulnerables ante el cambio climático, aprovechan su territorio reducido para impulsar cambios más rápidos que adelantan cómo será la movilidad del futuro.
“Las islas tienen una superficie limitada, y eso les permite llevar a cabo antes la transición hacia una movilidad más sostenible”, apunta May López, portavoz de Empresas por la Movilidad Sostenible. “Por una parte, tienen muchas flotas de coches de alquiler que se renuevan a menudo, y a esas empresas se les puede poner objetivos más ambiciosos que a los particulares; por otra, están haciendo también proyectos para impulsar el gas GNL y el hidrógeno en el transporte marítimo”, continúa.
En Astipalea, que empieza a conocerse como “la isla eléctrica”, están inmersos en un potente proyecto de electrificación —impulsado por el Gobierno griego y Grupo Volkswagen— para sustituir todos sus vehículos de combustión por otros de cero emisiones. Por un lado, han lanzado Astybus, un servicio a demanda prestado por cinco furgonetas eléctricas que recogen y llevan a los viajeros a los puntos seleccionados previamente en una aplicación en el móvil. “Un taxi me hubiera costado 10 euros, este me cuesta cinco, el problema es que a las 20.00 se acaba el servicio”, explica uno de los usuarios. Además, la ambulancia que cubre los tres pueblos de la isla también está electrificada, igual que los coches de policía o la motocicleta made in Spain que pilota su alcalde, Nikolaos Komineas.
De momento, en la isla hay 84 vehículos eléctricos (casi todos de Volkswagen), que todavía son minoría respecto al total de los que circulan por la isla. El Estado ofrece a los potenciales compradores la mayor ayuda pública de todo el país para la adquisición de un coche cero emisiones, de hasta 12.000 euros, para sacar adelante un ambicioso proyecto al que, además de la sustitución de los viejos coches, acompaña en verano el primer sistema de vehículos compartidos de Grecia: coches, motocicletas y bicicletas (todos eléctricos) se pueden reservar a través de una aplicación diseñada por Code, una filial de Seat.
Astipalea se ha convertido en un laboratorio para conocer hasta qué punto una movilidad neutra en huella de carbono es posible. Situada a una hora en vuelo desde Atenas, esta ínsula de clásicas edificaciones blancas con sus iglesias coronadas en añil parece tener las medidas perfectas para hacer las pruebas: 97 kilómetros cuadrados (la mitad que Ciudad Real), 1.330 habitantes (aunque recibe 36.000 turistas en los meses de verano) y 1.500 vehículos. Maik Stephan, jefe de Desarrollo de Negocio de Grupo Volkswagen, evita poner fechas para lograr el objetivo de la movilidad eléctrica total, pero considera que dentro de sus planes la flota total de vehículos que acabará teniendo la isla se reducirá en una tercera parte gracias a la movilidad compartida. “Es una transición que va para tiempo, pero que ya está dejando resultados. No es solo teoría”, defiende el alcalde Komineas.
Baleares y Canarias
En España, los territorios insulares también están poniendo en marcha medidas interesantes en cuanto a movilidad. Islas Baleares, por ejemplo, aprobó su Ley de Cambio Climático en 2019 —dos años antes que la normativa nacional— e incluye objetivos ambiciosos, el más destacable de los cuales es la prohibición de que entren nuevos vehículos diésel en la comunidad a partir de 2025 (lo que adelanta una década el veto de la Unión Europea a los motores de combustión). La norma incluye la obligación de instalar puntos de recarga en aparcamientos y cubrirlos con placas solares, así como la creación de planes de movilidad sostenible en los grandes centros de trabajo. Esta última medida no está aún vigente en el resto del territorio, al haberse quedado sin aprobar la Ley de Movilidad Sostenible estatal.
Más interesante es la electrificación de las flotas de alquiler de vehículos vacacionales. A nivel nacional sigue siendo ínfima: en los cuatro primeros meses del año, las compañías de alquiler matricularon 60.000 nuevos coches, de los cuales solo 1.200 eran eléctricos (un 0,18% del total de los alrededor de 650.000 vehículos en alquiler). Baleares impone ya que el 2% de ellos sean cero emisiones (un 5% en 2025, y un 15% en 2030). El sector cree que es demasiado pronto: “El cliente apenas demanda vehículos eléctricos, pues hay un claro problema en España de falta de infraestructura de recarga. Imponer este tipo de cuotas supone que muchos eléctricos se queden sin alquiler, incluso en temporada de alta demanda”, explica una portavoz de Feneval, que aglutina a la mayoría de empresas rent a car que operan en España.
Arturo Pérez de Lucia, director de la Asociación Empresarial para la Movilidad Eléctrica (Aedive), responde: “Cada vez más turistas buscan soluciones sostenibles en sus vacaciones. El vehículo eléctrico supone todavía un reto por dos motivos. Uno es el económico, puesto que los precios de alquiler son más caros que los de combustión, y otro es el temor a la experiencia de recarga, pero hay que recordar que ya existen modelos 100% eléctricos cuyas autonomías son más que suficientes como para recorrer durante varios días cada una de las islas de punta a punta sin necesidad de recargar”. May López añade: “Los turistas se alojan en hoteles que tienen que tener puntos de recarga, usan parkings donde también se debe poder recargar, y sus distancias de desplazamiento suelen ser menores; es un sector ideal para avanzar en electrificación”.
Mientras, Canarias aprobó su ley homóloga en 2022, que contempla que las empresas elaboren planes de movilidad sostenible, aparcamiento gratis en la calle para coches eléctricos, que las administraciones fomenten la bicicleta y construyan carriles bici protegidos, y que el sector público sustituya todos sus vehículos por otros cero emisiones en 2032; a las empresas de alquiler de vehículos les alarga este plazo hasta 2037 —por ahora su compra tiene exento el IGIC, el IVA canario—. Sin embargo, ya hay marcas de rent a car que se están adelantando, como Cicar, que cuenta con unos 15.000 vehículos distribuidos por todas las islas, un 15% de los cuales son ya eléctricos, híbridos y GNL. Según Javier Martín, portavoz de la empresa, “los puntos de recarga todavía no son suficientes para dar cobertura a todos los vehículos. Sin embargo, el cliente que viaja por negocios un día a una isla sí suele solicitar este tipo de coches, ya que la autonomía es suficiente para una jornada”.
Según datos de Aedive de finales de 2022, en Canarias hay matriculados unos 10.000 turismos eléctricos (tanto puros como híbridos enchufables), el doble que en Baleares (unos 5.000). Según datos de Ganvam, la patronal de los concesionarios, la comunidad canaria lleva desde 2020 siendo la tercera de España que más eléctricos puros matricula, mientras la balear era la octava en 2020 y ahora es la sexta. En cuanto a infraestructuras, Aedive tiene contabilizados 625 puntos de recarga públicos en Canarias y 888 en Baleares (esta última con una de las mejores medias de España); el Ejecutivo balear aumenta esta cifra hasta los 1.000 puntos, mientras que el canario la lleva a 1.260 (algunos han podido instalarse este año y otros no estar activos todavía).
“Los archipiélagos somos uno de los territorios más vulnerables frente a los efectos del cambio climático si no tomamos medidas valientes frente a este fenómeno”, señala José Antonio Valbuena, consejero de Transición Ecológica canario en funciones. “Por eso fijamos la descarbonización plena para 2040, 10 años antes que Europa y España”, prosigue.
Zonas de bajas emisiones
De forma similar opina Juan Pedro Yllanes, su homólogo balear, también en funciones: “La escala territorial de las islas posibilita la expansión de la movilidad eléctrica debido al tamaño del territorio. De hecho, las islas enteras pueden declararse Zonas de Bajas Emisiones gracias a la ley estatal de cambio climático, forman parte del programa Clean Energy for EU Islands [Energía limpia para islas europeas] para avanzar los objetivos de descarbonización respecto al continente y se plantea adelantar el calendario de descarbonización estableciendo 2040 como una posible fecha”.
López pone un pero: “Las islas están avanzando en descarbonización de vehículos de flotas más que el resto de España, pero todavía van rezagadas en cuanto a electrificación del transporte público, y deberían apostar más por ello”. Según un reciente recuento de EL PAÍS, Palma de Mallorca tiene tan solo 11 autobuses eléctricos de 178, y Las Palmas de Gran Canaria, uno de 250. En cualquier caso, ambas urbes han encargado más vehículos de este tipo para los próximos meses.
Otra cuestión que atañe a las islas es su capacidad de proveerse de energía limpia en un ejercicio de coherencia: aunque un vehículo sea eléctrico, es clave cómo se genera esa electricidad, bien con fuentes renovables, bien a partir de combustibles fósiles. Astipalea es un ejemplo: su generación eléctrica depende de una planta que quema 1.800 millones de litros de diésel al año. Dentro de su ambicioso programa consta la construcción de una planta alimentada con placas solares y un acumulador de energía en las horas que falle el sol que empezará a funcionar el próximo año. Mientras, Baleares cubre ya el 25% de su demanda eléctrica con renovables, y en Canarias la cifra está alrededor del 20%. Según el Ministerio para la Transición Ecológica, las islas cuentan con redes eléctricas aisladas, por eso requieren incorporar almacenamiento para integrar plenamente las energías renovables. Ese es el futuro real de las emisiones cero en el transporte.
Los retos del transporte a demanda
“Es un experimento, pero el transporte a demanda en zonas metropolitanas y muy densas es muy complicado de realizar y en Baleares tampoco sería posible”, señala Lidia Montero, profesora de la Universidad Politécnica de Cataluña y especialista en aplicación de la estadística a la planificación de transporte. En 2006 participó en un estudio sobre la posibilidad de poner en marcha un servicio similar al de Astipalea en Barcelona, con 1.500 furgonetas de ocho plazas, y los resultados de la microsimulación hacían imposible la viabilidad del proyecto de ese transporte público. Asumiendo que cubrían un 10% de la demanda, concluían que durante todo el servicio cada una de esas furgonetas habría transportado de media a 1,5 personas. El recorrido adicional, obligado para dar servicio a todos los pasajeros, reducía las opciones de éxito, aunque Montero asegura que un sistema de paradas como el utilizado en la isla griega mejoraría sus resultados.
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