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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La restauración de ríos: una oportunidad para nuestros pueblos

La polémica debida a la propuesta de demolición de la presa de Valdecaballeros muestra la necesidad de que la sociedad entienda que este tipo de medidas mejoran el desarrollo y bienestar de los territorios

Embalse de Valdecaballeros, en Badajoz, este abril.
Embalse de Valdecaballeros, en Badajoz, este abril.Samuel Sánchez
Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA) Centro Ibérico de Restauración Fluvial (CIREF)

La reciente decisión de eliminar la presa abandonada de Valdecaballeros (Badajoz), tras la renuncia de Endesa e Iberdrola, y la polémica surgida en torno a este anuncio, ha puesto de manifiesto la necesidad no solo de recuperar nuestros ríos, sino de hacer pedagogía social para que la sociedad entienda este tipo de medidas y las convierta en una oportunidad para mejorar el desarrollo y bienestar de nuestros pueblos.

En la actualidad, tenemos una presa que se degrada con los años y que nunca funcionó para el fin previsto: dar servicio a la central nuclear inacabada de Valdecaballeros. Se utiliza por los ayuntamientos ribereños de Valdecaballeros y Castilblanco para abastecimiento de agua, de forma ilegal al carecer de permiso para ello. Con sus 75 hectómetros cúbicos, el pantano está sobredimensionado para dar servicio a los 2.000 habitantes de los dos municipios; con esa capacidad podría atender a 800.000 personas al año con una dotación más que generosa de 250 litros/persona/día, el doble de lo que actualmente se aconseja.

Frente a los bulos malintencionados o difundidos por desconocimiento, los vecinos cuentan con alternativas para aprovisionarse agua si desaparece la presa. Se puede cambiar la toma al pantano de García de Sola, situado a continuación de la presa de Valdecaballeros; a un embalse auxiliar adyacente o captar aguas subterráneas. Por lo tanto, demoler esta instalación no implicaría ningún problema en el suministro a los vecinos. Tampoco les afectaría en épocas de sequía, al contar con agua suficiente dado el poco volumen que precisan.

La prolija resolución de extinción concesional recoge lo que ordena el Derecho de Aguas, la normativa de bienes públicos, los Tribunales y la doctrina del Consejo de Estado: son las empresas concesionarias las que han de asumir los costes de dejar libre el río y el dominio público. De lo contrario, mantener esa presa para tan reducida población resultará una pesada rémora para las arcas públicas y una alegría para las empresas eléctricas, que no quieren saber nada de la infraestructura que nos han legado como un regalo envenenado, al igual que lo hicieron con los terrenos de la central nuclear cedidos a la Junta de Extremadura. Recordamos que estas eléctricas han cobrado con cargo a nuestros recibos de la luz 2.043 millones de euros por Valdecaballeros, de un total de 5.717 millones de coste del “parón nuclear”, según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia.

Por el contrario, con la prioritaria alternativa de abastecimiento ajustado a las necesidades reales de esos pueblos, la restauración del río Guadalupejo es una fuente de desarrollo rural y de empleo de calidad. Desde peones a técnicos de diversas especialidades e ingenieros, o la intervención de empresas de consultoría, obras e ingeniería, la restauración de nuestro patrimonio natural ofrece alternativas laborales y produce grandes beneficios como la seguridad frente a inundaciones, la reducción de la contaminación o el fomento del turismo rural.

Por estas razones recibe un gran impulso desde la UE en la Estrategia Europea de Biodiversidad 2030, que pretende la recuperación de 25.000 km de ríos sin barreras, y los múltiples proyectos LIFE financiados por Bruselas. En España, la mejora de ríos y humedales la promociona la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos y la Estrategia Nacional de Infraestructura Verde y de la Conectividad y Restauración Ecológicas. Extremadura y España cuentan con mucha experiencia, siendo líderes en estos asuntos a nivel mundial. Igualmente, se fomenta la ciencia y la investigación de la universidad. No olvidemos que en 2027 esa zona, como tantas otras, ha de lograr el buen estado ecológico, salvo que mostremos la voluntad de incumplir el ordenamiento perpetuando una presa que lo impide y cuyo mantenimiento supone un alto coste para las arcas públicas.

Sin duda, cuando se construye un embalse, a pesar de la destrucción e impacto ambiental que estos proyectos suponen, también se generan ciertos valores naturales que antes no existían, como la proliferación de avifauna acuática, el efecto paisajístico de la lámina de agua, etc. Son valores que hay que inventariar y valorar cuidadosamente con procesos de participación social, pero no perdamos de vista que son fruto de la alteración producida por la mano del hombre, mientras que los que se pretenden restaurar son más acordes con la funcionalidad histórica de los sistemas naturales, contribuyen a la sostenibilidad en conjunto del territorio y al mantenimiento de todos los servicios ecosistémicos que éste nos puede ofrecer, como exige la normativa vigente.

Defendemos que se restauren los ríos desde la sensatez, priorizando aquellas oportunidades que cuentan con la viabilidad técnica y el aval de la ciencia. Pensando, precisamente, en el bienestar y mejora de los pueblos y sus habitantes, de unos territorios que van más allá de los límites locales. En este sentido, creemos que sobra demagogia y falta mucha pedagogía social para que la población entienda por sí misma y sepa valorar y defender estas oportunidades. Valdecaballeros y Castilblanco tienen derecho al abastecimiento y a recuperar el territorio y sus ríos, no perdamos esta oportunidad.

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