La construcción más grande de la región maya fue levantada sin trabajo esclavo para representar el universo
El yacimiento de Aguada Fénix es un enorme comosgrama que debieron de construir centenares de personas durante décadas


Hace unos años se descubrió en el sur de México una de las mayores construcciones de Mesoamérica y la mayor de la región maya. Se trata de una enorme plataforma levantada entre 10 y 15 metros del suelo, con 1.413 metros de norte a sur y 399 metros de este a oeste que debió funcionar como gran plaza. El descubrimiento fue posible gracias a la tecnología LIDAR, un láser que desentierra casi todo lo oculto. Ahora, en el centro de la estructura, han encontrado una representación del Universo tal y como lo concebían aquellas gentes de las que no se sabe si eran mayas o no. Además, al ampliar el foco del LIDAR, han hallado otro cosmograma aún más grande, cuyas terminaciones se alejan kilómetros del centro. Los autores del descubrimiento, cuyos detalles publica Science Advances, defienden también que, a diferencia de otros grandes monumentos, el de Aguada Fénix, lo levantaron cientos de personas de forma voluntaria.
Aguada Fénix es especial, diferente, por muchas razones: Además de enorme, se trata de una serie de monumentos horizontales. Frente a la verticalidad de las pirámides, aquí manda una plataforma que debió ser como una gran plaza elevada. Junto al sitio de Ceibal está entre las construcciones más antiguas de la zona. La cerámica allí presente ha ayudado a ponerle fecha, su construcción debió iniciarse en torno al 1050 antes de esta era. Eso supone que levantaron la plaza central entre 800 y 1.000 años antes que las grandes ciudades mayas. Es tan antiguo que los autores de su descubrimiento se resisten a considerarlo un monumento maya, cuya civilización estaba emergiendo justo entonces.
“Estando allí, sobre el terreno, en la actualidad no se ve. Puedes ver algunos montículos que sabes que los han hecho humanos, pero no identificas esta gran plataforma de forma rectangular que básicamente constituye un espacio abierto, una gran plaza”, explica Verónica Vázquez, arqueóloga del University College de Londres (Reino Unido) y coautora de la nueva investigación. “No es alta como una pirámide de Palenque o Tikal, es más una arquitectura masiva, monumental, pero horizontal, que se pierde en el paisaje”, añade Vázquez. En el centro de lo que hoy parece un cerro, LIDAR señaló dónde abrir la tierra.

“En el centro de la plataforma tenemos un grupo arquitectónico que tiene otra plataforma alargada hacia el este y un montículo, como una pequeña pirámide de tierra, al oeste”, detalla la investigadora. Esta configuración la conocen entre los arqueólogos como grupo E y sirve “entre otras cosas, para observar el movimiento del sol en el horizonte, cuando te paras en un montículo del oeste, vas a ver cómo va saliendo el sol en el este y en ciertos momentos del año sale justo al centro, en el eje central”, explica Vázquez. Esos momentos son exactamente el 24 de febrero y el 17 de octubre, con un intervalo de 130 días, es decir, la mitad del calendario ritual maya. Al excavarlo, los investigadores encontraron una serie de depósitos rituales que formarían un cosmograma, una representación del Universo en miniatura.
Pero al ampliar el foco, la tecnología LIDAR muestra la verdadera monumentalidad de Aguada Fénix. Las nueve calzadas adivinadas en los primeros trabajos y que partían desde la plataforma central, ahora se extienden varios kilómetros allá. La más larga acaba a 6,3 kilómetros de distancia. Desde arriba, el láser desvela todo un sistema hidráulico con una serie de canales de 35 metros de profundidad y cinco de ancho conectados a una laguna cercana por miedo de una presa. Y cuando el foco se amplía al máximo, emerge entonces un nuevo cosmograma: se observa que todo Aguada Fénix tiene una planta de cruz, con un eje norte sur y otro este oeste.
“El cosmograma se presenta en varios niveles”, cuenta en un correo Takeshi Inomata, arqueólogo de la Universidad de Arizona (Estados Unidos) y líder del grupo que descubrió y sigue excavando Aguada Fénix. “A pequeña escala, está representado por los depósitos en el centro”. En el llamado grupo E han descubierto varias oquedades, de nuevo cruciformes, con ofrendas o elementos pintados con distintos colores. Se trata de los restos arqueológicos coloreados más antiguos encontrados en Mesoamérica hasta ahora. En las culturas de la región, determinados colores se reservaban para marcar los cuatro puntos cardinales. “A mayor escala, todo el sitio constituía un cosmograma, con los ejes norte-sur y este-oeste representados por calzadas, corredores y canales. Esto nos indica que todo el sitio fue diseñado según un plan coherente”, sostiene Inomata.

La arqueología clásica defendía una idea casi fija sobre el origen de la monumentalidad en la antigüedad: las grandes construcciones del pasado las levantaron sociedades sedentarizadas, de base agraria, pero centralidad urbana y con una marcada jerarquía social que recurrió al trabajo forzado. Así se levantaron las pirámides de Egipto, los zigurats babilónicos o muchos de los templos mayas. La existencia del plan coherente del que habla Inomata parece más fácil en este tipo de organización social. Pero Aguada Fénix contradice todo eso.
“Hay que decir que algunas personas residían en Aguada Fénix todo el año”, acota Inomata. Pero eran especialistas, probablemente encargados de seguir el paso del tiempo o de los rituales que se celebraban en la gran plataforma en función del calendario agrícola. “Sin embargo, un gran número de visitantes probablemente solo acudía en determinadas épocas para la construcción y las ceremonias”. Los investigadores estiman que para levantar solo los entre 3,2 y 4,3 millones de metros cúbicos de tierra de la plataforma central se necesitaron entre 10 y 13 millones de jornadas-persona. “Esto es realmente asombroso, pero existen otros ejemplos en distintas partes del mundo. Lo que nos demuestra que pueblos sin una jerarquía marcada, basados en estilos de vida sedentarios, podían llevar a cabo construcciones de gran envergadura", concluye el arqueólogo de la Universidad de Arizona y primer autor del nuevo estudio sobre Aguada Fénix.
Las pruebas de que fueron centenares, quizá miles, los individuos que de forma voluntaria levantaron Aguada Fénix son más bien indirectas. En esa época no había aún grandes ciudades ni sociedades organizadas en las tierras bajas mayas. Florecía entonces la cultura olmeca, muy jerarquizada, pero a centenares de kilómetros de allí. En la región que rodea el complejo, las comunidades empezaban a asentarse gracias al cultivo del maíz, pero aún tenían una vida seminómada. Además, los investigadores han encontrado entre la tierra de la gran plaza arcillas de distintos orígenes, pero no al azar, sino repartidas por sectores. Como si los integrantes de cada comunidad que arrimaba el hombro quisiera dejar el sello de su propia gente.

“Creemos que los habitantes que construyeron Aguada Fénix y otros complejos contemporáneos probablemente eran muy nómadas y no estaban organizados sociopolíticamente de forma jerárquica”, explica Daniela Triadan, colega de Inomata en la Universidad de Arizona en un correo. Esta creencia la basan en que, tras ocho años de investigación y excavaciones, “no hemos encontrado estructuras domésticas permanentes, y mucho menos residencias de élite como palacios”, añade Triadan. Tampoco han hallado esculturas que representen figuras humanas en general, y menos aún gobernantes, lo que contrasta con la cultura olmeca vecina, que sí contaba con una sociedad muy jerarquizada.
En un artículo científico titulado Monumentalismo maya temprano, Triadan plantea una idea diferente a la de la arqueología clásica. La arqueóloga recuerda que sitios como Aguada Fénix están diseñados para la participación de la gente, a diferencia de pirámides y templos, que están reservados para la élite. Existe la posibilidad de que fuera la propia construcción de estos lugares rituales comunitarios los que sentaran las bases de las sociedades complejas que vendrían después y no al revés.
Lo resume Vázquez, la arqueóloga del University College de Londres: “Parecería que solo hay una manera en la que se empieza como una pequeña aldea y luego vas creciendo y te conviertes en la ciudad y entonces ya tienes una estructura jerarquizada sin la cual no puedes llevar a cabo este tipo de proyectos monumentales de gran magnitud. Lo que tenemos ahora y no solo para este caso de Mesoamérica, sino en otras partes del mundo, es que hay otras maneras de hacer las cosas”.
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