El alcohol ayuda a hablar idiomas, las moscas evitan a las vacas disfrazadas de cebras y otras investigaciones premiadas en los Ig Nobel
Los galardones a la ciencia más estrambótica destacan estudios sobre los lagartos que prefieren la pizza cuatro quesos, el olor a pies o la dieta del teflón


El vértigo del escritor ante el folio en blanco debe ser similar al del científico sin una línea clara de investigación. De ese divorcio con las musas han debido salir los trabajos distinguidos este año con los Ig Nobel y que abordan aspectos tan rocambolescos como el crecimiento medio de una uña durante 35 años, el efecto disuasorio para las moscas de una vaca disfrazada de cebra, la predilección de unos lagartos por la pizza cuatro quesos, que los lactantes quieran leche que huela a ajo, la propuesta de incluir teflón en la dieta o que el alcohol ayuda a hablar idiomas, pero no a volar mejor.
En la Universidad de Boston y con el apoyo de auténticos premios Nobel (Esther Duflo, Eric Maskin, Svante Pääbo, Abhijit Bannerji, Moungi Bawendi y Robert Merton), Marc Abrahams, editor de la revista Annals of Improbable Research, ha presentado la medianoche de este viernes (hora de Madrid) la tradicional gala de los premios Ig Nobel, una distinción a las investigaciones más estrambóticas con ambiciones científicas. “A causa de la inflación”, según han justificado los organizadores, el premio de 10 trillones de dólares de Zimbabue (una moneda que valía 40 céntimos cuando se retiró hace 10 años) se ha sustituido por una reproducción de un estómago humano con una cara sonriente y otra enfadada, así como una toallita húmeda. Estos son los galardonados:
Los lagartos arcoíris se pirran por la pizza cuatro quesos. Un científico aburrido es un arma imprevisible. Un equipo italo-africano, a falta de niños a los que vigilar en un complejo vacacional en el sur de Togo, decidió observar en el entorno a los especímenes Agama agama, un colorido lagarto común en las áreas suburbanas de África. En un estudio descubrieron que, aunque comen artrópodos principalmente, “tienen una estrategia de alimentación oportunista”, como los niños y muchos adultos. “Se observó a varios individuos [ejemplares de lagarto, no pequeños humanos] mientras ingerían regularmente alimentos artificiales no naturales (pizza) y mostraban una clara preferencia por un tipo determinado de alimento frente a otros que se ofrecían (la cuatro quesos fue la preferida)”. “El hecho de que todos los individuos monitoreados se alimenten con el mismo tipo de pizza sugiere que puede tener algunas señales químicas que los atraigan”, concluyen para darle sentido a la investigación.
Y los lactantes prefieren que la leche materna huela a ajo. Victoria Beckham se habría ahorrado muchos disgustos si este estudio estadounidense hubiera salido antes. A la integrante de las Spice Girls se le atribuyó un despectivo comentario sobre el olor a ajo de España que motivó incluso varios desmentidos y hasta una respuesta del Gobierno. Ahora, una investigación con resultados poco concluyentes destaca los beneficios de “la ingestión de ajo por parte de la madre sobre el olor de su leche materna y el comportamiento de succión de su bebé”. Según el estudio, si la leche huele al fantástico bulbo de la planta, “los bebés se adhieren al pecho durante períodos de tiempo más largos y succionan más”. El estudio no se ha realizado con chocolate, pero es una idea.
Las vacas pintadas con rayas espantan las moscas. Los entrañables y pacientes ejemplares vacunos aportan muchas tardes de gloria a la ciencia. Ya el año pasado sometieron a las vacas a sustos periódicos y a ponerles un gato en el lomo para averiguar que aportan más leche sin distracciones ni sobresaltos. Un equipo japonés, más creativo y menos gamberro que el anterior, ha decidido probar, con el permiso del Gobierno nipón, qué pasa si se pintan con rayas. Según el estudio, con media docena de rumiantes, disfrazar a una vaca de cebra previene las picaduras de moscas hasta en un 50% y, lógicamente, mejora su bienestar al reducir los “comportamientos repelentes” por parte del animal, parecidos a algunas coreografías actuales: “lanzamiento de cabeza, golpe de oreja, patada, contracción de la piel y movimiento de la cola”.
La dieta del teflón. Aunque le pongan el nombre científico, el politetrafluoroetileno no es más que el plástico fluorado conocido como teflón y presente en las sartenes, cintas para ajustar conductos de agua y en aislamiento de cables, entre otros usos. Investigadores de Israel y Estados Unidos no han tenido mejor idea que incorporarlo a la dieta porque, según sostienen en el estudio, realizado afortunadamente solo con roedores, aumenta el volumen y la masa de alimentos para alcanzar antes la saciedad. “Esto se puede lograr sin aumentar las calorías de los alimentos mezclándolos con un material que no se puede metabolizar, inerte, seguro, resistente al ácido estomacal, sin sabor, disponible en forma de polvo, suave, resistente al calor y rentable”. “El politetrafluoroetileno [teflón] es una sustancia ideal para este propósito”, aseguran. La proporción propuesta para este Ozempic casero es de tres partes de alimento por una de teflón. Se entiende que habrá muchas personas que prefieran engordar a aderezar la tortilla con ralladura de la sartén.
El alcohol ayuda a hablar idiomas. También se puede hacer ciencia durante un botellón para probar algo muy experimentado durante cualquier fiesta patronal española ante el primer visitante extranjero: el alcohol ayuda a dominar las lenguas foráneas. Un equipo de Países Bajos, Alemania y Reino Unido han convertido una fiesta en un experimento. Medio centenar de alemanes con conocimientos recientes de holandés fueron sometidos, sin demasiada resistencia, a una ingesta controlada de bebidas; unas con alcohol y otras sin. La premisa era probar si es cierta la “creencia popular de que el alcohol mejora la capacidad de hablar en un idioma extranjero”. Poco después de comenzada la fiesta, que los investigadores denominan pomposamente “manipulación experimental”, los sujetos participaron en una charla que fue grabada para ser evaluada por ellos mismos y por hablantes de holandés. El resultado: los bebedores de alcohol obtuvieron mejor nota en pronunciación, aunque ellos mismos no lo percibieran. No se dice nada del contenido de las conversaciones, pero la conclusión ha quedado escrita en la Universidad de Maastricht: “El consumo agudo de alcohol puede tener efectos beneficiosos sobre la pronunciación de un idioma extranjero en personas que lo han aprendido recientemente”. Quizás sea el momento de llevar las clases de inglés a los bares.
Pero si bebes, no vueles. El efecto del alcohol en otras actividades no tiene este sorprendente efecto beneficioso detectado en las lenguas. Como era de esperar, una investigación en la que han participado hasta ocho países, ha demostrado que, si conducir bajo los efectos del alcohol es pernicioso, ingerirlo antes de volar es una apuesta segura para el desastre. Los saben bien los murciélagos frugívoros egipcios, Rousettus aegyptiacus, a los que los investigadores han sometido a una ingesta extra de etanol (más del 1%) producto de la fermentación de la fruta. “Probablemente cause una embriaguez que afectará las habilidades de vuelo y ecolocalización”, proponen los investigadores como punto de partida. Dicho y hecho: “Probamos esta hipótesis volando murciélagos frugívoros egipcios en un pasillo interior y descubrimos que después de ingerir alimentos ricos en etanol, los murciélagos volaban significativamente más lento que cuando se alimentaban con alimentos sin etanol”. “Además”, como era de esperar, “la ingestión afectó significativamente a varias variables de ecolocalización y del comportamiento de los murciélagos”.
Aromas indeseados. Una investigación india, donde el olor a pies figura como un problema nacional poco investigado, según los científicos, pese a que las condiciones climáticas de calor y humedad lo intensifican, ha revelado que a la mayoría de los 149 encuestados (54,6%) le molesta el olor a pies, aunque no desvela las razones del resto para no sentirse incómodo ante tal aroma. “Los zapatos rara vez se lavan y, sin una ventilación adecuada, se convierte en un caldo de cultivo para una bacteria muy maloliente llamada Kytococcus sedentarius”. La investigación analiza y propone soluciones para usar los muebles zapateros como centros de desactivación de esta arma química.
Física y química culinaria. Un grupo de científicos se han propuesto traducir a ciencia la receta de la abuela y encontrar la fórmula ideal para la pasta alla cacio e pepe, un plato tradicional italiano hecho con pasta, queso pecorino y pimienta. “Lograr la textura perfecta y la cremosidad de la salsa puede ser un desafío”, justifican. Así que, tras el análisis de la estabilidad de los ingredientes a distintas temperaturas, han hallado la fórmula y un estabilizador, el citrato trisódico, para lograr “una salsa completamente suave y estable”.
35 años midiéndose la uña. El médico William B. Bean se llevó 35 años midiéndose una uña porque, según explica en sus investigaciones, no sin cierto asombro, “los detalles del crecimiento y el desgaste inherente a la vida cotidiana han escapado a la atención de todos, salvo de los ocasionales historiadores naturales de las enfermedades”. Así se llevó más de tres décadas buscando “tendencias estacionales o seculares, variaciones esporádicas o impredecibles” que, de acuerdo con sus conclusiones tras la longeva investigación, no se han observado de forma significativa: El crecimiento diario promedio de la uña del pulgar izquierdo, a la que restringió el campo de estudio, por ejemplo, varía de 0,123 mm por día durante la primera parte del estudio, cuando tenía 32 años, a 0,095 mm diarios a la edad de 67 años. 0,028 milímetros de diferencia.
Llámame listo. Una investigación polaca y australiana ha encontrado una relación tan evidente que ya era de sentido común antes de ser llevada a Intelligence: “La información positiva [sobre la inteligencia de un individuo] da como resultado una mayor autoestima y un mayor estado de singularidad narcisista, mientras que la información negativa está relacionada con una disminución de la inteligencia autoevaluada y un menor nivel de narcisismo”. Es el sentido conocido de los insultos y los halagos sin investigación mediante.
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