Un grado más de temperatura puede aumentar el área quemada en un 222%
La evolución de los incendios en California muestra cómo el cambio climático está agigantando los fuegos en todo el planeta
Entre 1971 y 1995, la superficie quemada por los incendios en California (Estados Unidos) fue de 361 km² de media al año. Desde 1996, el área anual incendiada se ha quintuplicado, hasta los 1.710 km² anuales. El californiano es el estado con la legislación ambiental más estricta de aquel país. Son además pioneros en la gestión forestal y el control del fuego. Y allí no ha habido abandono del rural por la migración a las ciudades como en Europa, porque nunca hubo una ocupación humana tan intensa del campo. Solo quedaba culpar a algún factor climático. El análisis de 50 años de datos confirman el papel del cambio climático y cómo, de seguir así en el futuro, el porcentaje de bosque incendiando aumentará de forma exponencial por cada grado que suba el termómetro. California podría servir como modelo de lo que sucederá en otras regiones de clima mediterráneo, como la mayor parte de España, pero también todas aquellas que aún conservan grandes bosques, desde Canadá a Siberia.
El cambio climático está alterando distintos parámetros meteorológicos. Las temperaturas están aumentando, pero de forma irregular y con picos extremos que están adelantando, alargando e intensificando las olas de calor. Los patrones de lluvia son cada vez más cambiantes, con una reducción media de las precipitaciones en unas zonas y un aumento en otras. En casi todo el planeta, el índice de evapotranspiración o aridez (La humedad que pierde el suelo más lo que sudan las plantas para lidiar con el calor) va en aumento. Todo ello da una señal característica que es la que han medido ahora un grupo de científicos para la región norte de California y su Sierra Nevada. Sus resultados acaban de ser publicados en la revista científica PNAS.
El trabajo relaciona las hectáreas quemadas entre 1971 y 2021 con una serie de factores. Unos son climáticos o meteorológicos, como la temperatura o las lluvias. Otros son ambientales o astronómicos, como las emisiones provocadas por erupciones volcánicas o las variaciones en la radiación debidas al ciclo solar. También tienen en cuenta los sociales, como los cambios en el uso del suelo o el avance de la urbanización. Por último, incluyen en las distintas ecuaciones, la acumulación de gases de efecto invernadero como el CO₂, el combustible que está detrás del calentamiento global y el cambio climático.
“Las emisiones humanas se conocen, así que basta retirarlas de la simulación para conocer como sería la evolución natural”, dice Marco Turco, investigador italiano de la Universidad de Murcia y coautor del trabajo publicado en PNAS. Sustrayendo y añadiendo factores, obtuvieron escenarios que compararon con la evolución real desde 1971. “Hemos visto que solo las simulaciones que incluyen las emisiones antropogénicas explican el aumento de la masa quemada”, añade Turco, responsable de ONFIRE, un proyecto del Ministerio de Ciencia e Innovación para estudiar como está afectando el cambio climático a los incendios. La calidad y antigüedad de los datos de California, lo que daría consistencia a los resultados, es uno de los motivos por los que era un buen sitio por el que empezar.
El estudio de Turco, en el que también han intervenido investigadores de varias universidades californianas y españolas, encontró que hasta los años 90 hubo otros factores, como las emisiones volcánicas, que tuvieron un impacto, aunque limitado, en los incendios. Pero casi el 98% de la variación se habría debido a factores climáticos. Desde 1971, la temperatura media ha aumentado 0,8º y el área quemada cada año casi se ha quintuplicado.
La investigación fue más allá, buscando cuál de los factores climáticos está siendo más determinantes. Aunque el potencial descenso de las precipitaciones o el aumento de la temperatura media anual podría influir, los autores del trabajo han observado que la métrica clave es la temperatura máxima media registrada entre los meses de abril y mayo. “Las precipitaciones, la temperatura media o unas mínimas altas “no dan lugar a mucha evaporación del agua dentro del combustible”, explica Turco, con relación a la humedad presente en la madera y que resulta clave en la evolución de los incendios. El científico italiano aclara que esto vale para los bosques del norte de California y Sierra Nevada. Y, para California, “hemos visto que la relación clima incendio es exponencial y simplemente con un aumento de un grado en la temperatura máxima mensual hay un incremento del 222% en el área quemada”, añade.
En una segunda parte del trabajo, y con el modelo validado con los datos del pasado, lo proyectaron hacia el futuro. Sus resultados indican que, si siguen las emisiones, si sigue aumentando la temperatura, la superficie incendiada seguirá en aumento: “El modelo, digamos más optimista, da un aumento de 40% de área quemada con respecto al clima presente. Con dos grados, este aumento sería del 60% y si vamos a tres grados sería del 97% de incremento”, teme Turco.
“Muchos de los ingredientes que favorecen los incendios forestales en las partes boscosas de California son aplicables a otros países de clima mediterráneo”John Abatzogloub, responsable del laboratorio de climatología de la Universidad de California, Merced
John Abatzogloub, responsable del laboratorio de climatología de la Universidad de California, Merced, y coautor del trabajo, asegura: “Muchos de los mismos ingredientes que favorecen los incendios forestales en las partes boscosas de California son aplicables a otros países de clima mediterráneo”. Esto sugeriría y se alinearía con otros trabajos que apuntan a que el cambio climático facilita más incendios en entornos ricos en combustible en estos climas”. Sin embargo, añade Abatzogloub, “no creo que los resultados numéricos se puedan aplicar directamente, ya que estas regiones tienen diferentes composiciones de vegetación, historial de perturbaciones y cambios en el uso de la tierra”.
Su colega Turco ya investigó la relación entre cambio climático e incendios en la cuenca mediterránea y, dice ahora, “hay similitudes y diferencias”. En general, sigue Turco, la relación entre clima e incendios en el Mediterráneo es muy sencilla: a más sequía, incendios más grandes. “Pero en realidad hay que profundizar más”, dice. Además de la mayor sequedad del combustible, hay que tener en cuenta cuánta madera hay realmente disponible. “Las áreas más productivas donde hay una temperatura y precipitaciones más propicias a que haya bosques, los incendios responden más a la sequía”, añade el científico italiano. Y pone como ejemplo las zonas que, como su tierra natal, el norte de Italia, están más expuestas al fuego que las zonas más áridas como la Murcia donde trabaja. De hecho, recuerda, “en las zonas áridas del Mediterráneo están disminuyendo los incendios”.
Para el investigador de la Universidad de Alcalá Emilio Chuvieco, que no ha intervenido en este estudio, “la relación entre cambio climático e incendios será más nítida dónde haya más combustible disponible, como Canadá o Siberia”. Los últimos datos muestran que ya en junio, se había quemado tanto bosque canadiense como en todo el año pasado. Pero Chuvieco añade que en zonas que tengan un aumento de temperatura, pero con menos agua, “si no hay productividad vegetal, habrá menos incendios”. En general, concluye, “los índices de peligros tienden a aumentar en todo el mundo, pero dependen de lo que haya disponible para quemar”.
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