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El confinamiento por el coronavirus disparó la miopía de los niños en todo el mundo

La falta de luz solar es la principal causa del aumento de esta enfermedad, que en 2050 afectará a la mitad de la población, según la OMS

El crecimiento de la miopía en los niños durante el confinamiento se debe sobre todo a la falta de luz solar.
El crecimiento de la miopía en los niños durante el confinamiento se debe sobre todo a la falta de luz solar.Getty Images/iStockphoto
Juan Miguel Hernández Bonilla

El confinamiento estricto para tratar de evitar el contagio del coronavirus hizo que durante varios meses de 2020 los niños y niñas de todo el mundo dejaran de ir a la escuela y no salieran al parque a jugar con sus amigos como lo hacían antes de la pandemia. Una de las consecuencias silenciosas de este aislamiento obligatorio fue el aumento de la miopía en los menores. Investigaciones recientes de distintas universidades de China, Canadá y América Latina coinciden en que la razón principal del crecimiento de esta enfermedad en el último año fue la falta de luz solar.

Carolina Picotti, médica, oftalmóloga infantil y autora de un estudio publicado recientemente en The Lancet, explica por teléfono que los rayos del sol liberan dopamina en la retina, una sustancia que evita que el globo ocular se haga más largo y ayuda a prevenir el aumento de la miopía. “Si los niños no salen al aire libre y no reciben luz de sol, su cuerpo no genera este neurotransmisor y la enfermedad se dispara”, afirma la investigadora argentina. Y añade: “Ninguna luz artificial puede reemplazar los rayos solares en la generación de dopamina”.

De acuerdo con Picotti, las conclusiones del trabajo, en el que colaboraron más de 16 oftalmólogos de todas las regiones del país sudamericano, demuestran que los participantes, que tenían entre 5 y 18 años, aumentaron en promedio un 40% la progresión de la miopía entre 2019 y 2020, el año en el que estuvieron encerrados en sus casas por el confinamiento. “El porcentaje del aumento en la miopía no solo es muy alto, sino que confirma la hipótesis de que los factores ambientales y no solo los genéticos pueden incrementar o disminuir esta enfermedad”.

Picotti insiste en que en circunstancias normales la evolución de la miopía en los niños es la contraria a la que se observó en el año del confinamiento: “A medida que pasa el tiempo y el niño crece, el porcentaje de progresión debe disminuir. En este caso sucedió lo opuesto: los niños crecieron y la enfermedad se disparó”. Este aumento en los problemas de claridad de la visión de lejos, que se repite en varias regiones del mundo, es muy preocupante si se tiene en cuenta que hace poco la Organización Mundial de la Salud estimó que en 2050 la mitad de la población mundial será miope.

David Musch, profesor del departamento de Oftalmología y Ciencias Visuales de la Universidad de Michigan, coincide con Picotti. Musch afirma por correo electrónico que la investigación de la que fue coautor, publicada hace unos meses en la revista médica JAMA Network, confirma que los niños de China incrementaron drásticamente su miopía durante los meses del confinamiento.

“El porcentaje del aumento en la miopía no solo es muy alto, sino que confirma la hipótesis de que los factores ambientales y no solo los genéticos pueden incrementar o disminuir esta enfermedad”

Musch explica que el estudio comparó los niveles de miopía de más de 100.000 niños de escuelas primarias en la ciudad de Shandong, en China, desde 2015 hasta 2020. “Nos preguntamos si la reducción de la exposición al aire libre y a la iluminación natural, producto del confinamiento estricto entre enero y mayo del año pasado, habría afectado a la miopía de los más pequeños”. La respuesta fue contundente: se encontró miopía en un porcentaje más alto en las evaluaciones de 2020 en comparación con las encuestas anuales de años anteriores.

Los niños de seis a ocho años fueron los más afectados. Musch afirma que el vertiginoso aumento de la miopía puede traer consecuencias más graves para la salud visual de las personas a medida que van creciendo. “Algunas desarrollarán complicaciones de la miopía que amenacen la vista en el futuro, como cataratas, glaucoma y desprendimiento de retina”.

Un estudio en Canadá, dirigido por la investigadora Sarah A. Moore y publicado a finales del año pasado, reveló que en los meses más duros del confinamiento los niños pasaban en promedio más de cinco horas al día frente a las pantallas en actividades de entretenimiento, además del tiempo que ya dedicaban a las tareas y clases de la escuela, también en dispositivos electrónicos.

Una encuesta en Colombia, México y Chile reveló que el 76% de los participantes jóvenes aumentó la exposición a pantallas durante el confinamiento. Un 46% afirmó que el tiempo de exposición se incrementó entre tres y seis horas; un 29%, más de seis horas, y el 25%, de una a tres. Este uso excesivo de las pantallas está relacionado con algunos síntomas como sequedad ocular, fatiga o cansancio visual, visión borrosa temporal y dolor de cabeza.

Sin embargo, los expertos están de acuerdo en que el aumento de la miopía en los más pequeños no se debe, cómo se creía antes, al uso intenso de las pantallas, sino a la poca actividad al aire libre y en consecuencia a la ausencia de rayos de luz solar. La investigadora Picotti afirma que “científicamente” no está comprobado aún que “la luz de los dispositivos electrónicos genere miopía”. Lo que sí han demostrado otros estudios es que la distancia frente a la pantalla, el tamaño de las letras y el fondo de contraste pueden hacer que el globo ocular aumente o disminuya su tamaño y produzcan cambios en la calidad de la visión.

Musch insiste en que ser conscientes de la asociación entre más tiempo de exposición a los rayos de sol y menos miopía debe alentar a padres y escuelas a asegurarse de que los niños pasen más tiempo fuera de sus casas. “Si ocurrieran pandemias futuras, se debería permitir que los menores disfruten del aire libre en condiciones seguras”. Según Piccoti, estar al aire libre al menos dos horas al día es suficiente para ayudar a evitar la progresión de la miopía en los niños.

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Sobre la firma

Juan Miguel Hernández Bonilla
Periodista de EL PAÍS en Colombia. Ha trabajado en Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS, en Madrid, y en la Unidad Investigativa de El Espectador, en Bogotá. En 2020 fue ganador del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Estudió periodismo y literatura en la Universidad Javeriana.

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